Vitoria - El camino no ha sido sencillo. Pero por fin, después de varios años de trabajo e investigación, el productor, realizador y guionista gasteiztarra Fernando López Castillo empieza a compartir hoy con el público su película documental La herencia de mi abuela, un trabajo en el que de lo personal se mira de frente a las situaciones, por desgracia, universales. “Para todo el mundo siempre es sorprendente que un país, de pronto, pueda decidir matar gente, provocar desapariciones? Nadie se lo espera, aunque lo hayas oído de otros sitios”, apunta el director.

Hoy a las 20.15 horas, los Florida acogerán el pre-estreno de una cinta que cuenta con la producción asociada de Área Audiovisual, la música de Silvia San Miguel, el montaje de Beñat Fontaneda y el montaje de sonido de Aitor Amozarrain. Poco más de una hora dura este retrato compuesto por las aportaciones de innumerables personas de Argentina (como la jueza María Servini), Chile, Uruguay, La Rioja y Euskadi, quienes aportan experiencias y vivencias a una historia que empezó a gestarse en 2010, cuando López Castillo descubrió por casualidad en un libro que tenía un tío (Juan José López Hornillos), que había sido fusilado en 1938 por pertenecer a CNT. La investigación derivada de este hecho le llevó a averiguar también que su padre había salvado la vida por tener pasaporte uruguayo.

Durante toda su vida, su abuela Ricarda y su padre le habían ocultado toda aquella información, por el terror impuesto por el franquismo. Partiendo de este caso concreto, el realizador profundiza en la búsqueda de justicia y de libertad, a nivel universal, apostando por una defensa incondicional de los derechos humanos. Por eso, se adentra en los casos de Argentina, Chile y Uruguay. “Quería extraer las enseñanzas de cómo han aplicado esta fórmula de verdad, justicia y reparación a los crímenes de lesa humanidad para aplicarlo aquí. Ha sido un proyecto complejo pero creo que he conseguido lo que buscaba” en un documental que cuenta con la colaboración de Gogora (Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos), el Ayuntamiento de Gasteiz y la Asociación 3 de Marzo.

“En esta película, la mayoría de la gente no tiene rencor. El rencor suele estar fuera, en la gente que prefiere exacerbar determinados conceptos para beneficio propio. Sobre la reparación y la necesidad de reconciliación no hay ninguna duda entre la gente que más ha sufrido como se puede ver en este documental”, describe López Castillo, al tiempo que reseña que “mostrar cómo la gente que ha sufrido tragedias tan grandes es tan generosa es lo que nos indica dónde está la reconciliación”.

A la espera de la calificación del Ministerio de Cultura, la película tiene previsto tanto llegar a las salas como emprender su camino por festivales, sin olvidar que su formato es idóneo para la televisión. Hoy, eso sí, los primeros ojos se dejarán llevar por una historia que se completará con un posterior coloquio con el director.