Vitoria - Están siendo meses frenéticos para Iñigo Zárate, robándole horas al día para afrontar una agenda en la que el Festival de Jazz de Gasteiz siempre ha reclamado su espacio pero nunca como ahora. El nuevo presidente de la junta que rige la asociación cultural responsable del evento está dibujando con el resto de sus compañeros de viaje el futuro a medio y largo plazo de un certamen que ya este año va a mostrar algunas de las líneas que marcarán su mañana.

¿Por qué ha dado el paso?

-Es una cuestión casi de pasión. Cuando algo te gusta tanto y llevas tanto tiempo metido en ello, dar este paso es algo natural para seguir manteniéndolo. Alguien tenía que tomar este testigo.

¿Cuántos de los que le conocen le han dicho: estás loco?

-¿Por meterme en esto? (risas) Pues no te voy a decir todos, pero...

¿El 21 de julio, cuando esta edición haya terminado, qué tiene que haber pasado para que sus sensaciones sean, como mínimo, buenas?

-La clave va a estar en la respuesta del público, pero como pasa en cualquier otro festival o en cualquier año de éste. Es lo que más compromiso te crea. Con la programación que hemos hecho estoy tranquilo. Me gusta, me siento razonablemente satisfecho dentro de lo que hemos podido hacer. Veremos cómo responde el público. Ese es el gran interrogante, lo que se escapa a tu control. Y también es una parte importante para el festival tanto a nivel de prestigio como económico. La entrada sigue siendo una parte fundamental del presupuesto.

La taquilla se abre ahora pero seguro que desde que se conoció en marzo la parte sustancial del cartel, algunas reacciones estarán recibiendo.

-De momento, los aficionados nos están comentando que les gusta el programa. Hay muchas ganas, o eso estamos percibiendo, de ver por ejemplo a Kamasi Washington el sábado 20. Las sensaciones son buenas pero eso se tiene que traducir en entradas.

¿Qué es lo que más le está sorprendiendo a lo largo de estos meses?

-El gran cariño que le tiene la gente al festival. Hay un punto de crítica, a veces un poco desmedida, pero te das cuenta rápido de que es una crítica desde el cariño. Pasa como con el fútbol, que todos tenemos un entrenador dentro. Pues aquí, todos tenemos un programador. Pero el público quiere aportar y eso se nota mucho. Y lo quiere hacer porque desea que el festival vaya hacia delante.

Más allá de los días en sí del festival, una de las preocupaciones que tiene la nueva junta es aportar el resto del año su granito de arena a la programación de la ciudad.

-Queremos abrirnos a la ciudad, que haya una comunicación con Vitoria, que haya una presencia durante todo el año en la medida que nos sea posible. Ahora por ejemplo hemos colaborado con la final de la Copa de la Reina a través de un concierto. Son gotitas, detalles, pero todo suma. Tenemos que ser más referente en la ciudad durante todo el año. Sí que a futuro tenemos el proyecto de hacer bastantes más cosas, más allá de que es necesario encontrar la financiación y la complicidad.

Debería ser una forma también de profundizar en su idea de buscar nuevos públicos, que es algo que no se puede trabajar sólo durante el certamen.

-Eso es. Ahí tenemos que incidir, también en lo que vamos a hacer desde el nuevo escenario que se va a poner en marcha este año y que presentamos mañana. Necesitamos abrir el jazz a los más jóvenes. Es un reto que tenemos que afrontar porque la edad media del aficionado al jazz es alta. La realidad es que hoy la gente joven no consume jazz, no lo lleva en su teléfono e intentar abrir esa puerta a través de diferentes caminos es fundamental.

¿Le preocupa que el aficionado tradicional del festival tenga miedo de sentirse desplazado al escuchar ideas como ‘cambio’, ‘aires nuevos’, ‘nuevos públicos’...?

-No, no. De hecho, el primer concierto de este año va a ser el de Benny Golson en el Principal. El aficionado de toda la vida puede estar tranquilo en ese aspecto. Pero es que estamos obligados a traer lo que es tendencia hoy. Miles cuando era más eléctrico o Parker o Coltrane en sus momentos más inspirados, por así decirlo, también fueron duros para el aficionado clásico de ese instante. Ahora no sería entendible no haber traído a Miles. Estamos obligados a traer lo que se está haciendo ahora. Me parece fundamental.

¿Cuál ha sido la máxima a la hora de hacer esta programación?

-Sobre todo, intentar traer gente nueva, que no hubiera pasado por el festival, y recuperar la senda de la calidad del jazz. No podemos ocultar que el aficionado de toda la vida y el nuevo no estaban del todo contentos con algunos aspectos de las últimas programaciones. Es verdad que está el día de Jorge Drexler con Omara Portuondo que se sale un poco del jazz, pero creo que ése es un cartel de calidad contrastada. Algún aficionado purista ya me ha llamado la atención por esa sesión, pero bueno, es algo que tengo asumido. También habrá unos cuantos modernos que dirán que dónde vamos con Benny Golson. Un festival tiene que intentar ofrecer un abanico bien abierto a las tendencias del jazz.

Hay una parte de este festival que no está en la programación oficial, que se desarrolla en los bares y los clubs, donde antes había actuaciones de madrugada y ahora la tendencia ha cambiado centrando la actividad, sobre todo, por las tardes. ¿Le gusta ese modelo, habría que intentar volver a lo de antes...?

-No creo que debamos meternos en cuándo o cómo. Al final, lo de los horarios supongo que también responde a lo que está sucediendo en los últimos años con el ocio y la noche en general. Lo que sí tengo claro es que es enriquecedor que haya ambiente alrededor del festival. Mucho. Y esperemos que siga.

¿Hasta qué punto los cambios que se han introducido ya en esta edición son un indicativo de lo que quieren para el futuro del certamen?

-En esta programación se puede ver, por ejemplo, nuestra intención de conectar más con la escena inglesa. Antes, el epicentro del jazz era claramente Estados Unidos. Pero hoy ese eje se está moviendo mucho. La globalización está haciendo que haya escenas muy interesantes en diferentes sitios. En Italia tienes una escena brutal. En el Reino Unido también. Nubya Garcia, que viene al Principal, es un exponente claro de ello. Y alrededor suyo hay un montón de gente muy buena. Nos tenemos que mover hacia músicos más jóvenes, actuales y no sólo norteamericanos. No quiero decir que haya que olvidar a Estados Unidos, pero tenemos que ir hacia el jazz europeo porque hay cosas muy interesantes.

En Mendizorroza se empieza con el góspel, que es algo que no cambia...

-Sí, este año empezamos por ahí. Pero bueno, ya veremos.

No le pregunto por sus gustos personales, pero ¿para esos públicos nuevos que quieren atraer, qué concierto recomendaría dentro de lo planeado en el polideportivo?

-Para esos nuevos espectadores que queremos enganchar te diría, claramente, la noche del sábado, es decir, Kamasi Washington y Makaya McCraven.

¿Es una apuesta arriesgada para una jornada de clausura?

-Creo que no. La gente que es aficionada al jazz va a tener interés porque son dos músicos que están ahora en el candelero, en la prensa especializada, en boca de muchos. Si eres un poco aficionado, vas a estar con la mosca detrás de la oreja de querer ir a verles por lo menos una vez. Y, como te decía, también son dos músicos que pueden atraer a esos nuevos públicos. A mis amigos no jazzeros es el día que les estoy recomendando.

Por cierto, en el caso del Principal ha desaparecido la denominación Jazz del Siglo XXI.

-No hemos sabido qué hacer. No sabemos tampoco qué va a ser del Principal, si vamos a tener o no obras, qué pasará el próximo año... Además, la denominación de Jazz del Siglo XXI en 2019 no sé si tiene mucho sentido.

Más allá del detalle del nombre, ¿aquí qué propondría?

-Para lo que hablábamos de los nuevos públicos, Nubya Garcia y también lo que se vivirá el sábado con Ambrose Akinmusire. Su último disco (Origami Harvest) es genial, ha sido elegido entre los mejores del año. Va con un rapero, un cuarteto de cuerda... va a ser algo muy diferente, curioso. Cualquier persona con un mínimo interés musical puede ir a ver ese concierto y salir contento, dentro de que es una apuesta arriesgada. De hecho, creo que el sábado va a ser un día, en su conjunto, muy propicio para invitar a la gente joven y a quienes pudieran venir desde territorios limítrofes y que no son exclusivamente jazzeros.

Toda vez que pase esta edición, ¿qué plan o qué plazos se han impuesto para asegurar el futuro del evento o prefieren ir paso a paso?

-Estamos ahora mismo haciendo ese plan a medio y largo plazo. La de este 2019 está siendo una edición un tanto diferente porque tomamos las riendas del festival en diciembre y ha primado más trabajar duro para hacer realidad, en unas condiciones, este cartel que dedicarle más tiempo a construir esa visión a futuro. Pero es en lo que estamos ahora, en ver de aquí a cinco años dónde queremos ver el certamen, con qué objetivos... Por un lado, tenemos que mantener el legado, porque tenemos un pasado importante, una historia de chapó y una marca muy buena. Por otro, debemos adaptarnos a los tiempos en cuanto a estilos, públicos, ofertas... Ahí está el reto.

¿Le ocupa o preocupa comparaciones con Donostia o...?

-Ni lo más mínimo. Los tres festivales del País Vasco son muy distintos entre sí. De hecho, creo que deberíamos hacer más piña y trabajar más juntos porque no somos competencia directa.

Seguro que uno de los trabajos más importantes que ha tenido estos meses ha sido mantener la confianza de patrocinadores privados y públicos ante el cambio.

-Efectivamente. Los patrocinadores que tenemos están con nosotros desde hace tiempo y creo que, por las dos partes, se mantiene esa sensación de estar a gusto. Pero mantener lo que hay no quita buscar nuevos apoyos. Para que el festival funcione y para poder plantear algo nuevo a la gente y volver a recuperar interés por el certamen necesitamos un poco más de poderío económico. Estamos haciendo todo lo que podemos con lo que hay pero nos interesa buscar nuevos apoyos para darle al festival más fuerza.

De cara a este 2019 y a lo que vendrá, ¿qué le diría al público?

-Que no se corte a la hora de venir, que se lo va a pasar bien, que va a encontrar música procedente de muchas ramas del jazz y que va a disfrutar. Que prueben con aquello que igual no les es tan cercano. El programa de este año es muy disfrutable, hay muchas cosas para pasarlo muy bien.

Pero es consciente de que a usted se le ha terminado lo de disfrutar del festival...

-Sí (risas).