En su doble condición de spin-off y precuela, en ese exprimir lo inexprimible en el que anda ocupada la industria cinematográfica norteamericana, le cabe a Bumblebee el mérito de ser un producto solvente, una película divertida, un constructo capaz de dar un rostro desenfadado y ágil a un universo sobre el que los espectadores de más de 40 años no tienen, en su mayor parte, ningún interés y ninguna idea.

Bumblebee sería la sexta entrega de la serie Transformers y la primera que no dirige Michael Bay, aunque Bay siga sus destinos desde la producción ejecutiva. Ambientada en el final de los 80, en la California de San Francisco, allí donde se alza el puente de Vértigo/Entre los muertos de Hitchcock; su urdimbre mezcla E.T. con Terminator; el cine juvenil ochentero con algunas aventuras postmodernas. Esa mezcla equilibrada entre nostalgia y contemporaneidad, entre acción y romance le confiere a este reboot de Transformers algunas virtudes escasas en sus hermanas. La dirección de Travis Knight, el director de Kubo y las dos cuerdas mágicas y animador de Coraline, o sea un profesional avezado en el cine infantil y juvenil, se percibe como un acierto para el tono y la atmósfera que reina en Bumblebee. Travis Knight equilibra con talento la línea emocional del toque Spielberg y del Cortocircuito de John Badham con la herencia monumental e hiperbólica de la batuta de Bay. Acción con reacción; épica con sentimentalismo; brutalidad con delicadeza, un ying y yang que imprime a esta aventura todos esos ingredientes que el llamado cine fórmula aplica con la mirada puesta en la taquilla. En Bumblebee se adivina que la recaudación será alta.

Sin retrotraernos a lo que la serie Transformers implica, señalemos lo obvio; que Bumblebee dosifica con inteligencia y extraordinaria blancura los modelos de partida para reescribir un cuento moral sobre una adolescente huérfana, incómoda con su familia y desconcertada con su cuerpo, una teenager que encuentra en un amigo extraterrestre, un autobot, el mejor vehículo posible para reescribir su existencia.