Bilbao - Con su música, ha llevado el sonido de la trikitixa por todo el mundo, desde Europa hasta Estados Unidos y Japón. Kepa Junkera (Bilbao, 1965) ha recorrido un intenso camino que comenzó en su infancia en el barrio de Rekalde cuando, en la casa de sus abuelos maternos, escuchaba a su aitite tocar con su vieja pandereta. Con apenas siete años y, por su cuenta, empezó a sacarle sus secretos a un pequeño acordeón, según confiesa este trikitilari, que ha explorado la música popular de distintos lugares y ha ganado reconocimientos como un Grammy y un premio de la BBC.

En estos años, Junquera ha desarrollado un estilo musical propio, que le permite interpretar y componer desde música tradicional de los años 40 y 50 hasta mezclar géneros como el jazz o el ballenato. Con una agenda de vértigo -“no me preguntes por mis próximos conciertos, ni yo me los sé”, bromea- para Kepa Junkera, 2018 está siendo un año muy especial. Primero fue la gira de presentación del disco Te, proyecto de Samurai Accordion, una formación en la que el bilbaíno está enrolado. También se ha embarcado en una ambiciosa aventura cinematográfica, poniendo música a películas como Manry at the sea (In the wake of a dream), del norteamericano Steve Wystrach, Arizmendiarrieta, de Gaizka Urresti, sobre la vida del fundador del Grupo Mondragón, y 7 Evoras em Kepa, película de los portugueses José Coimbra y Tiago Guimarães. También ha presentado Kirineoc, disco que sigue la estela de Fok pero con el aire de metales catalanes de la Cobla Sant Jordi.

El pasado fin de semana, en Siligo (Cerdeña) recibió otro importante galardón por “su amor a la música y a las sonoridades que proceden de lugares diferentes” del mundo. El premio Maria Carta, que otorga la fundación que lleva el nombre de esta cantante sarda, lo recogieron en ediciones anteriores, Noa, Dulce Pontes o Angelo Branduardi.

Otro reconocimiento más a su larga lista de los últimos años...

-La verdad es que no me puedo quejar. Siempre lo he dicho, no hago mis proyectos para recibir galardones. Solo te vuelcas en las ganas, la ilusión y la posibilidad que te da la música de adentrarte en culturas que admiras. Los premios son siempre sorpresas, y como sorpresas que no esperas, me dan mucho gusto y me alegro por mi familia, por mis amigos, por la gente que me quiere y por mi cultura. Es un orgullo enorme, intento dar siempre la mejor imagen de nuestro pueblo.

Ha confesado que este premio es muy especial...

-Maria Carta fue una de las mayores cantautoras de la historia de la música sarda. Una figura muy especial, por lo que se lo conceden a la gente que consideran que hace una labor importante por la cultura. El pueblo sardo le da mucha importancia a la música; en Cerdeña hay una de las más antiguas formas de polifonía vocal, conocida como cantu a tenore. Es espectacular. También están las launeddas, un instrumento ancestral de la familia de la alboka. Este es un premio muy prestigioso a nivel internacional; me hace muy feliz que además me consideren fuera de casa y hayan valorado la cultura vasca, en la que yo me he inspirado, desde mis primeros pasos, con mi aitite, mi ama, y me sigo inspirando. Nos da una mayor visibilidad en el mundo.

Su anterior trabajo, Fok, es un recorrido por los Països Catalans. Incluso a través de la canción ‘Mariner’ hace un viaje por Cerdeña.

-En Cerdeña, en lugares como Alghero, por ejemplo, se habla mucho catalán. Me apasiona la cultura sarda, enseguida conecté con ellos a través de la música. Además creo que tiene mucho en común con el pueblo vasco, ellos también nos valoran mucho. Cerdeña es un pueblo muy abierto, muy regio, muy racial, tiene mucha fuerza, con una gastronomía espectacular.

2018 está siendo un año muy intenso para Kepa Junkera. No ha tenido ni un solo día de vacaciones...

-Para mi estar aquí, compartiendo experiencias con músicos sardos, también son vacaciones. Si haces lo que te gusta, es como estar de vacaciones.

Con los años, ¿sigue con la misma motivación o se va perdiendo con el tiempo?

-Creo que lo más importante en la vida es la motivación. En alguna ocasión, he pensado que igual podía llegar un momento en el que me aburriría. Pero, al contrario, cada vez conozco a más gente, tengo más ideas, cada vez disfruto más con el privilegio que da la música, que es un vehículo increíble para conocer culturas, para respetarnos, para valorar, para saber de dónde venimos... Suena a tópico, pero cuando lo experimentas de verdad, te da una satisfacción increíble. Ahora, me encuentro más motivado que nunca, feliz de poder seguir haciendo camino.

¿Cómo se presenta este otoño? ¿Tan intenso como este verano?

-O más. Tengo que confesar que hasta a mí me cuesta seguir mi agenda, que además continúa todavía abierta a más proyectos. Tengo previstos numerosos conciertos para los próximos meses y un trabajo que me ilusiona mucho. En septiembre voy a estrenar un documental que me encargaron y que es muy especial para mí, 7 Évoras em Kepa, sobre la experiencia que realicé en esta ciudad portuguesa. Durante siete días, estuve en una residencia artística con los coros, a los que se unieron muchos otros músicos. De esta aventura, han rodado un filme José Coimbra y Tiago Guimarães, que se va a proyectar en Évora, pero que espero que también se pueda ver a través de las redes sociales. Estoy muy contento con este trabajo. Me ha enriquecido mucho.

Galicia, Aragón, Catalunya, Euskadi... son etapas de su viaje poético y musical que se llama ‘Maletak’, en el que ha contado con el grupo femenino Sorginak. ¿Tienen previstos nuevos proyectos próximamente?

-Precisamente, estamos preparando un nuevo disco para este otoño. Creo que va a resultar muy interesante.

Además, dirige con Ibon Koteron Lur Soinuakuna, una escuela de música tradicional vasca en el Casco Viejo a la que van alumnos de todas las edades...

-Ahora estoy muy activo pero, en el futuro, me dedicaré a transmitir a las nuevas generaciones todo lo que estoy aprendiendo y lo que he experimentado. Tenemos un patrimonio increíble y una música muy exportable. Cualquier persona del mundo del acordeón ya nos conoce y sabe lo que es la trikitixa. ¿Si voy a seguir investigando? Por supuesto, soy muy inquieto y creo que todavía hay muchas cosas que se pueden hacer en la música. Creo que en el futuro puedo transmitir muchas ideas con esta experiencia internacional que voy recogiendo en la actualidad.