dice el viejo refrán que quien tuvo, retuvo y guardó para la vejez, y tal dicho nos viene como anillo al dedo para describir lo ocurrido en La Sexta en la dominical noche de Jordi Évole y Felipe González, que en una nueva entrega de Salvados, volvieron a acertar uno y otro con los deferentes papeles asignados en el montaje de una entrevista, conversación, interrogatorio eficaces, entretenidos, interesantes.

En un ambiente contenido, minimalista, en torno alargada mesa, más de negociación que de tele, el viejo zorro de la hispana política cual león dormido, que no silenciado y el joven actor/periodista se cruzaron preguntas, miradas y gestos con suma habilidad y eficaz narración televisiva. Cada uno iba a lo suyo, uno a cazar el oso mayor, el otro a defenderse y atacar cuando la situación lo permitía. Y así durante una larga hora, que volvió a resultar de interés televisivo y ciudadano.

Sonoros silencios, hábiles exposiciones de opiniones y posturas políticas, gestos expresivos a las cámaras fueron trufando una nueva entrega de Évole, que sabe acercar la actualidad y diagnóstico hasta sus clientes, habiéndose convertido en un clásico de la tele informativa de estos lares. No hubo ni vencedores ni vencidos, cada uno cumplió a la perfección con el papel asignado en el espacio y así los minutos fluyeron con facilidad y contenido.

Quien parecía un viejo león dormido de la política, resultó más despierto y peligroso, sobre todo para algunos personajes de actualidad, de lo que parecía con su larga melena blanca y sus vitales arrugas, rastro evidente de una vida consumida con intensidad y entrega. Jordi con su habitual preguntar y repreguntar quiso acorralar al expresidente que hizo posible la transición. Misión imposible. Eso sí, continua apelación al diálogo, pacto, acuerdo para poder empezar a cerrar la crisis de Catalunya.