El profesor de Psicología de la UPV se ha valido de sus amplios conocimientos sobre los Beatles para crear una historia “vista desde las emociones al escuchar su música”. Un libro cuya recaudación irá a parar a la orquesta de instrumentos reciclados Cateura.

En primer lugar, no sé si preguntarle sobre cómo surge este libro o cómo surge su pasión por los Beatles, porque imagino que una cosa es consecuencia de la otra.

-Mi pasión surge cuando era adolescente. Mi hermano trajo a casa un disco, Beatles for sale, que pasa por ser uno de los de perfil más bajo de la banda, pero a mí me obnubiló. Desde entonces, mi ocio y parte de mi vida han girado en torno a estudiar a este grupo, que como trato de demostrar en el libro, es el mejor de la historia.

¿Cómo definiría el libro?

-En el ámbito de la beatlemanía soy una persona que tiene un cierto predicamento. La editorial Manontroppo se puso en contacto conmigo para escribir una biografía del grupo, pero a mí me parecía muy aburrido porque hay miles de ellas. Decliné la oferta y, al cabo de una semana, me volvieron a llamar y les propuse escribir este libro. Es la historia de los Beatles vista desde mis emociones al escuchar su música y con la esperanza de que a otras personas les pasen cosas parecidas.

En los primeros capítulos habla de cómo se conocieron John Lennon y Paul McCartney. ¿Cómo fue?

-Es el resultado de frutos inesperados del destino. Lo más probable era que no se hubieran conocido nunca, a pesar de vivir en la misma ciudad. La primera casualidad es que tenían un amigo en común, Ivan Vaughan, que les presentó. La segunda que, a pesar de que Lennon era una persona muy egocéntrica, admitió en el grupo a alguien que tocaba mejor la guitarra que él cuando lo natural hubiera sido que le rechazara. Que dos de los mejores músicos del siglo XX hubieran nacido en la misma ciudad y en la misma época es algo increíble. Y, por último, que justo en ese momento se aboliera el servicio militar obligatorio en el Reino Unido.

Pone además posibles rostros al famoso quinto Beatle.

-Se han vertido ríos de tinta en torno a ello y hago un repaso a todos los candidatos que se les ha calificado con esta etiqueta. Lo que acabo de mostrar al final es que el quinto Beatle somos todos los oyentes que nos emocionamos con su música.

Siempre se ha dicho que Ringo Starr era el peor Beatle, ¿con motivo?

-Pasaron varios baterías antes de que se sentase Ringo en ella, pero al final se quedaron con él, convirtiéndose en una persona muy afortunada. Le tocó la lotería al poder formar parte de los Beatles. Pero también sostengo que, aunque obviamente no es un compositor, en el aspecto instrumental es, a mi juicio, muy bueno. Casi nunca había que repetir una toma porque él se hubiera equivocado. Baterías posteriores como Phil Collins han alabado sus competencias diciendo que cuando tocaba A day in the life, parecía fácil, hasta que lo hacías tú. Yo lo llamo batería melódico.

Escribe mucho acerca de la evolución musical del grupo.

-De alguna manera, es la razón por la que escribo el libro. Un proceso que no lo he visto en ningún grupo de la historia. En la mayor parte de las bandas no se puede distinguir entre el primer disco y el último. Por ejemplo, con los Rolling Stones, coges un tema del comienzo de su carrera, otro de la mitad y uno del final y te suena más o menos igual. Con los Beatles, no. Hay una evolución muy rápida, casi en cada disco. Las diferencias que te puedes encontrar entre Love me do o Tomorrow never knows son dos universos estéticos completamente diferentes.

Con tanta evolución, tendrá discos que le gusten más y que le gusten menos.

-Cuando hablo de cada uno de ellos, me parecen muy buenos todos (Risas). Pero lo que propongo es que el mejor disco de los Beatles es el último que escuchas. Muchas veces pienso en Abbey Road o Revolver cuando me lo planteo, pero luego escucho A hard day’s night y me parece el mejor. También tienen rarezas, como la canción Tomorrow never knows, con un ritmo muy repetitivo que no es fácil de que te guste en las primeras audiciones, pero los mejores temas son los que no te gustaron la primera vez.

Con tanta pasión, ¿detecta canciones malas?

-Claro que sí (risas). Hay un capítulo dedicado a las buenas, las que fueron excepcionales y no fueron número uno, y las que se han desgastado muy fácil como Yellow submarine y Obladi oblada. Son temas que ya no me dicen nada.

En el libro, también contesta a la pregunta clave: ¿fue Yoko Ono la culpable del final de los Beatles?

-El título del capítulo es que Yoko Ono no fue la responsable. Eran cuatro músicos que llevaban tocando juntos desde los 16 años, con mucha carretera a sus espaldas y algunos ya con hijos. También existían aspiraciones para continuar sus carreras en solitario y las lógicas desavenencias y tensiones en la confrontación de los egos. Yoko Ono era un elemento extraño en la dinámica del grupo, pero no fue la causa de la disolución.

El libro continúa más allá y aborda las carreras en solitario de cada uno de ellos.

-Sí, sobre todo las de George, Paul y John. Ringo no tiene ningún disco malo, pero tampoco tiene uno muy bueno. Creo que los mejores discos de las carreras en solitario de cada uno son los primeros, los que hicieron nada más separarse. Mi hipótesis es que todas esas canciones iban a formar parte del siguiente álbum de los Beatles y en ellos se encuentran las sinergias del grupo.

Se atreve incluso a imaginar qué habría pasado con los Beatles si no hubieran asesinado a John Lennon.

-El propio John en alguna entrevista dejaba caer que la separación era irremisible, pero que habría estado bien que pudieran juntarse cada uno o dos años para sacar un disco o hacer una gira. Su asesinato frustró todo, pero siempre he pensado que en los 90, con el boom de reunión de grandes bandas, probablemente hubieran hecho algo.

Con tanto conocimiento, sabrá de anécdotas curiosas.

-Siempre cito una que es muy reveladora de la forma de ser de la banda. En una de las giras a Estados Unidos, las fans y los medios de comunicación no les dejaban en paz. En Miami, la seguridad de la banda fue confiada a un sargento de la Policía que los debió de ver tan agobiados que les propuso llevarlos al lugar que consideraba más seguro y tranquilo de todos: su casa. Los Beatles escaparon de todo, de las ruedas de prensa, cenas programadas y demás para estar en su cocina.

Varias de las experiencias que recoge en el texto son con españoles, incluida una personal.

-Sí. Cuando era joven y viajaba por Europa tocaba la guitarra en la calle. Un día en la boca de un metro estaba tocando I’ll follow the sun y se acercó una persona con gafas de sol y visera y me dijo, antes de irse, que la estaba tocando demasiado lenta. Apostaría mi vida a que era Paul McCartney.