Durango - Delorean, el grupo de pop indie y electrónico vasco más internacional, se zambulló en la música de Laboa hace más de tres años con un concierto en Donostia que luego pasó por Bilbao y el BIME. Ahora, el proyecto, “todo un reto” para los de Zarautz afincados en Barcelona, se ha convertido en el disco Mikel Laboa y está a la venta en el estand de Elkar en la Azoka. “Es un disco intelectual y experimental, más para oír que para bailar”, aseguran Ekhi Lopetegi e Igor Escudero, la mitad de Delorean.
¿Cuál es el primer recuerdo que tienen de Laboa?
-Hemos escuchado siempre sus canciones en casa y luego, al empezar con la guitarra, hemos ensayado con Gure bazterrak y cosas así, para aprender a arpegiar. Laboa forma parte de mi gran background musical desde crío. Fue previo a referencias de los años 80 como The Cure y New Order. Esos grupos llegaron al hacernos algo mayores y buscar nuestra línea musical, cuando descubrimos el indie.
¿Les sorprendió la propuesta de redefinir la música de Laboa?
-Sí, y es que no éramos la banda más obvia para realizar ese acercamiento porque nuestros estilos divergen. Pero era un reto bonito, y a nosotros no nos asustan. Una vez hecho algo... ¿para qué repetirlo? Esa es nuestra actitud.
¿Cómo llegó a convertirse este proyecto tan atípico en disco?
-Empezó solo para un concierto en directo, en Donostia, en abril de 2014, y no estaba claro su traslado al disco. Pasado ya un año desde nuestro último disco propio, Muzik, vimos que teníamos tiempo y como había relación con Elkar, decidimos seguir.
Se estrenan con sello vasco. ¿Tenía que ser con Elkar?
-Es como cerrar el círculo, estaba claro. Al estar el disco centrado en un artista tan vasco como Laboa tiene todo el sentido. Y toda la obra de Mikel es propiedad de ellos, así que todo es más fácil en cuanto la gestión de autorías y derechos. De hecho, Elkar nos ha dado todas las facilidades del mundo y son parte responsable del proyecto también.
Antes incluso de que se estuviera pensando en el disco, ¿verdad?
-Claro, digitalizaron los masters antiguos de Mikel y nos los pasaron, lo que nos permitió hacer cantidad de pistas partiendo de sus canciones. Y hemos contado con el visto bueno de Marisol, la pareja de Mikel, desde el día uno, lo que nos ha dado mucha seguridad. Todo han sido facilidades.
¿Cómo discurrió la grabación?
-Elkar nos cedió su estudio de grabación en Donostia pero lo hemos hecho todo nosotros, en nuestro estudio de Barcelona. Como somos muy inquietos y nos cansamos de todo enseguida, el trabajo inicial no creíamos que fuera válido. Del repertorio de 2014, que era de seis temas, solo han pasado el corte tres; y están muy modificados. Luego, para Bilbao, hicimos el doble de material.
¿Qué ha influido en esos cambios?
-Cuando se compone influye mucho el momento actual de tu vida, qué estás escuchando y con qué estás a gusto. Al final, seleccionamos el material del total, pensando que fuera coherente y lo grabamos en verano. Se ha reciclado lo existente con otra producción. No se trata de sumar y sumar sino que debía existir una paleta de sonidos común y coherente. El proceso ha sido largo.
El repertorio del Arriaga era de 80 minutos... y el disco se ha quedado en 37. De hecho, ‘Haika mutil’ sonó en el BIME del BEC pero no se ha grabado ahora.
-Sí, dura como un disco de The Ramones (risas). De las clásicas suenan Bentara noa y Kantuz. Al adentrarnos en el catálogo de Mikel hemos visto que su figura es omnipresente en Euskadi, que lo abarca todo, que suena en todos lados con temas como Txoria txori. Lo que no conocíamos tanto es su lado experimental y loco, lo que nos ha seducido al final. Por eso hemos incluido tres Lekeitioak. Destacaría su lado atrevido y su valentía, ese intento de hacer música que no había hecho nadie antes.
¿Son versiones, exploraciones sobre la obra de Laboa, discurso propio de Delorean sobre temas ajenos? ¿Qué han hecho?
-No son mezclas sin más, sino que hemos creado una obra propia inspirada en sus canciones. Hay algo de Delorean aunque se aleja bastante de nuestros parámetros habituales.
Es menos pop y bailable, claro.
-No es un disco de baile, evidentemente. Y tampoco tiene nuestra euforia habitual porque es más experimental. Es un disco más para escuchar, sobre todo en teatros, que para bailar, aunque en el BIME nos sorprendió cómo la gente sí lo bailó.
¿Van a mover el disco en directo o con su grabación se concluye el proyecto?
-Sí, lo vamos a mover porque nos están llamando de muchos sitios. En 2018 tocaremos bastante este disco, centrando el concierto en el repertorio de Laboa. Nos centraremos en él durante casi un año.
¿Atraerá Laboa al oyente ‘indie’ o al amante de la electrónica que sigue a Delorean?
-Es innegable el trasfondo cultural y folclórico que tiene el proyecto. Es más intelectual que un disco normal de Delorean aunque Laboa sí es conocido en el Estado español. Es una institución para muchos pero solo conocen su faceta popular, no su lado experimental. Esa es la que hay que descubrirles; y yo creo que creará interés.