así de claro y contundente es el principio de funcionamiento de los medios de comunicación en esta sociedad inexorablemente dominada por el entorno digital y consecuencias en el modo de vida de millones de ciudadanos, igualados por algoritmos y afines. Si no sales en los medios, y de forma especial en la tele, es que no existes más que como masa de ciudadanos consumidores que conforman esta sociedad en la que medios y redes sociales son dioses a los que veneran y respetan escogidos millonarios o lumpen desclasado y despreciado, conocedores poderosos del conocimiento o ignorantes absolutos de lo que se está movimiento en Silicon Valley y sus derivadas. Salir en los medios es condición necesaria para quienes quieren vivir al amparo mediático y necesitan que el foco de la actualidad los ilumine, deslumbre y saque a la luz pública para ser alguien en este momento complicado de la Humanidad. Pero cuando te abandona el desodorante, se apaga el foco de la noticia y dejas de aparecer en las pantallas de la tele, se te acabó el chollo, pasas a engrosar la lista de los olvidados, de los ignorados de la diosa Fortuna, de los parias del circo de nuestras carnes.

El padre de la pintura pop, Andy Warhol entendió perfectamente el funcionamiento de los medios en nuestra sociedad, cuando acuñó aquella expresión de que todos tenemos derecho a cinco minutos de fama, de gloria, de presencia en los medios, singularmente en la tele, madre de hacer fama y lana en quienes se pongan a tiro. La tele fagocita a sus personajes con inusitada voracidad como un Saturno moderno devorando a sus hijos; el circo tiene que continuar y a un personaje muerto sucede otro en encadenado proceso de información ansiosa. En cualquier caso, si no sales en la tele, no existes. La tele te reconoce, te catapulta , te muestra ante millones de espectadores ansiosos por rozar la fama y popularidad.