Hace más o menos una década, en un programa de radio con el gasteiztarra Iker Jiménez, Julio Corral San Román se topó con una fotografía de Juan Díaz de Garayo. Alguien le contó parte de la historia del Sacamantecas y a partir de ese momento inició una búsqueda y recopilación de cualquier detalle que tuviera que ver con el conocido asesino alavés. “Me he llegado a ir a Toledo para ver la pipa en la que fumaba”, sonríe. En ese camino ha llegado incluso a descubrir en la Biblioteca Nacional una imagen del aldeano que nadie conocía puesto que el apellido estaba mal documentado. La compró y la donó al Archivo Municipal de la capital alavesa. “No tenía intención de escribir ninguna novela. De hecho, no publicaba tampoco artículos pensando que tal vez mañana aparecería una información más”. Eso fue así hasta hace un año, hasta que en su camino se cruzó la editorial Las Modernas y Locos que no lo parecen empezó a gestarse.

El libro es, desde hace unos días, una realidad que los lectores ya pueden tener entre las manos. Es más, el autor apunta que toda la documentación recopilada - que daría “para hacer otro libro”- está a disposición de cualquier interesado. “Lo importante de investigar algo es que se difunda. El secretismo es absurdo. Es también una de las pretensiones de la novela”, la primera incursión en el género de un escritor e investigador que hasta ahora se había decantado por los libros de ensayo y la publicación de artículos. “Me ha encantado la experiencia, aunque haya sido laboriosa y costosa. Tanto que ya estoy trabajando en la siguiente”.

Frente a la frialdad en los datos de un ensayo o un artículo, este nuevo camino le ha permitido “recrear las circunstancias, los sentimientos, sobre todo teniendo en cuenta que una de las cosas que más me preocupaba eran las víctimas, que hasta ahora siempre habían sido tratadas como meros datos estadísticos y punto. Sin embargo, eran personas que tenían familias, amigos, proyectos... y ni siquiera se les mencionaba con sus nombres, sino solo con las iniciales. Parece que el personaje importante siempre ha sido el Sacamantecas y nos hemos olvidado de las verdaderas protagonistas, es decir, de las víctimas”.

De hecho, al autor le sorprende que hasta ahora nadie se haya dedicado a encontrar, recopilar y unir la información “que estaba ahí”. “Todo el mundo se ha basado para hablar de la historia del Sacamantecas en el libro que sacó Ricardo Becerro de Bengoa, que es un texto que está muy bien documentado pero que no deja de ser una publicación sensacionalista que se publicó el mismo día de la ejecución”. A partir de ahí se generaron bulos y se mezclaron historias de las que quiere escapar Locos que no lo parecen. Para ello, el escritor ha recurrido a los datos y testimonios existentes en las conferencias que en su momento dieron el doctor Esquerdo y el doctor Apraiz, en las declaraciones judiciales, en artículos de periódicos... “Los personajes ya estaban creados. He tenido que novelar pero no inventar porque la información estaba ahí”.

La vida de Díaz de Garayo, su infancia, su trabajo, qué le llevó a matar, cómo fue su vida en la cárcel... se encuentran en una novela que, a pesar de lo conocido de la historia, tiene un final sorprendente. “Me gustaría descolocar al lector”, una sensación que ha ido construyendo también con la ayuda de Marian Tarazona, la primera en asomarse a cada capítulo. “Al fin y al cabo estamos hablando de un vecino más del que hoy diríamos que parecía una buena persona”.