Aunque la cámara sea su herramienta, entre las manos va siempre con la libreta y algo para apuntar. Por ejemplo: pasear descalzo acariciado por las olas del mar. Es una emoción, una sensación, una reflexión, una metáfora... que le construye. Como esa idea, otras tantas se acumulan entre las páginas que va pasando el fotógrafo, profesor y agitador cultural gasteiztarra Koldo Mendaza, frases que sirven para confeccionar su edificio vital aunque en este último proyecto ha querido que sean otros ojos quienes conviertan las letras en instantáneas. Arquitecto en niebla está casi completado. Sólo falta un último paso, el encuentro con el espectador, algo que se producirá a partir del próximo 6 de noviembre.

El juego, o así por lo menos lo denomina Mendaza, lo ha querido establecer con trece fotógrafas que “me han seducido a lo largo de los años por diferentes motivos”. Ellas son Laura Baroja, Laura Guerrero, Nuria Larra, Mary Zurbano, Nahikari Mora, Vega García, Pilar Lavín, Ana García, Maialen Bermúdez, Isabel Ortiz de Urbina, Estibaliz Díaz, Mónica Castillo y Succubus. Eso sí, el autor no considera el proyecto cerrado y ya está llamando a otras puertas como las de Ana Valdeolivas. A todas se les ha hecho el mismo planteamiento: asignarles una de esas reflexiones escritas por el fotógrafo y dejar que cada una tenga total libertad para interpretar esas palabras.

Eso sí, no ha quedado ahí su implicación. Las trece han tomado parte en encuentros públicos llevados a cabo tanto en el centro cívico Ibaiondo (dentro de la programación de FotoArte) como en Montehermoso, han contribuido a la realización de un vídeo sobre el proyecto y sobre la trayectoria profesional de cada una que se expondrá junto a las instantáneas, y han posado para los dos tipos de retratos que Mendaza les ha tomado para conformar la muestra. “Todas dijeron que sí desde el primer segundo, además como con agradecimiento por haber pensado en ellas, lo que me parece terrible porque es al revés, el agradecido soy yo y mucho, además”.

Así, ante el espectador se presentarán 13 trípticos, cada uno de los cuales estará compuesto por una primera imagen con un plano corto de la fotógrafa referida. Aparecerá con los ojos cerrados, captada por Mendaza en un teórico momento de reflexión sobre la sentencia en base a la cual tiene que trabajar. En segundo lugar, el público podrá observar la instantánea en cuestión, la interpretación libre de ese sentimiento o emoción pertenecientes, en principio, a la intimidad del impulsor del proyecto. Él volverá a estar detrás de la cámara para completar el recorrido visual con otro retrato de su colega, pero ya observándola desde un plano abierto y desde más distancia.

Junto a cada uno de los trece conjuntos, además, estará ese pensamiento escrito que está en el origen de cada propuesta, sirviendo como metafórica argamasa el mencionado vídeo en el que Mendaza vuelve a estar detrás de la cámara (no fotográfica esta vez) y son ellas las que vuelven a mostrarse para conversar sobre Arquitecto en niebla en particular y la fotografía en general. Así lo podrán ver quienes entre el 6 y el 21 de noviembre acudan a Ibaiondo, aunque la muestra viajará justo después a Zabalgana para inaugurar el espacio expositivo de este nuevo centro cívico.

Relación De esta forma se explicita un encuentro en el que “ellas me han construido a mí con sus fotografías y yo las he construido a ellas con mis imágenes”, describe Mendaza, quien explica que no ha elegido que sus cómplices en este caso sean mujeres por nada en especial. “¿Cómo no voy a reinvindicar el papel de la mujer en la sociedad? Pero ese no es el objetivo esta vez. Además, no creo que ninguna necesite que un palurdo como yo venga a creerse adalid de nada ni de nadie”.

Bajo la idea de que “me interesaban los fotógrafos y fotógrafas que conozco y me hacen cosquillas”, el autor optó “simplemente por quitarles a ellos de la ecuación; es que conozco a mucha gente y de alguna forma tenía que hacer la criba”, dice con una sonrisa. De las elegidas, eso sí, ha recibido algo que no esperaba: “algunas me han preguntado que qué me parecía lo que habían hecho, pero no se lo he dicho a ninguna. No es parte del juego. Lo que yo quería era darles mis palabras y dejar que actuasen con total libertad” y por eso “hay frases que a mí me parecen duras pero que han tenido una plasmación amable por su parte”. Ahora bien, lo que Mendaza no enseña -ni a ellas ni al espectador- son las imágenes que él sí ha hecho sobre esas mismas sentencias.

Reflexiones, por cierto, que tienen que ver “con las cosas que más se repiten en mi fotografía. Hago fotos y me doy cuenta de que, al final, con el paso de los años voy más desnudo, no me visto tanto. Y eso es más cómodo, hace que veas mejor que hay temas que son recurrentes, como le pasa a un escritor o a un pintor, por ejemplo. Los estados de ánimo son algo que aparece mucho en lo que escribo y en lo que fotografío. Siempre digo en las clases de la Escuela de Artes y Oficios que uno hace fotografías como viste, es decir, salgo a la calle y voy de una manera, no puedo vestir de otra. Hago las fotografías que hago porque soy Koldo Mendaza, no hay más remedio, no puedo ser otro”. Por ello, “no me gustan ni me disgustan las fotos que han hecho las mujeres que han compartido conmigo Arquitecto en niebla. Esto es un ejercicio de confianza en el que no me interesa tanto la imagen que me han dado sino cómo estas mujeres me ha visto, me han construido”.

En este sentido, el autor describe que “cada vez voy más desnudo y para mí lo que más tiene que pesar, frente a la calidad técnica, es la emoción. Ya no me vale una foto técnicamente chula. Ellas estaban pensando en si iban a llegar a lo que yo esperaba. No sé en qué estima me tienen, pero alguna estaba preocupada sobre qué iba a pensar yo. ¡Pero si no soy nadie!”. Bueno, en realidad, como mínimo es el motor de un proyecto que cuenta las semanas para encontrarse con los espectadores.