MADRID - Desde la autoridad que le otorgan seis décadas consagradas al teatro, Emilio Gutiérrez Caba (Valladolid, 1942) contempla con “preocupación” la “discontinuidad laboral” que sufren las artes escénicas españolas y el actual vacío de “formación integral” que sufren las generaciones actuales. “Uno no entiende muy bien qué es lo que sucede con el teatro hoy en día, cuando no hay una relación más continua o una afición más frecuente por él y los medios audiovisuales e internet lo han convertido en algo museístico, lo cual no debería ser cierto”, asegura Gutiérrez Caba.

El veterano actor, quien el pasado sábado recibió junto a Luis Varela el Premio Paco Martínez Soria del Festival de Cine de Comedia de Tarazona (Zaragoza), reivindica la “credibilidad y la cercanía” de la dramaturgia, un género que, estima, ha seguido una transformación “más acusada” en España que en el resto de Europa. Precisamente, es su dilatada experiencia teatral la que le lleva a defender la “garantía y la preparación especial” que brinda lo dramático a los actores a la hora de abordar empresas como la ficción televisiva y el propio cine. “El cine es algo en lo que puede intervenir gente que no ha hecho nada más en su vida, que tenga una magnífica fotogenia y que tenga unas fantásticas aptitudes. En teatro, si no tienes unas aptitudes absolutamente creíbles, a la segunda función te tiran hortalizas”, explica. Además, pone de relieve “la complicidad y comunión” que surge entre el elenco de actores y el público, al que señala como “responsable” de que la función en curso “sea mejor o peor”, mientras que en la pequeña y la gran pantalla asegura que hay “una ocultación de realidades” ajena a la interpretación.

Ante la ruptura en las costumbres de las artes escénicas que él mismo dibuja, esgrime el argumento de la instrucción para las nuevas generaciones de actores a las que llama “a ser curiosos” de sus raíces artísticas. Del mismo modo, lamenta la proliferación de “cursos, cursillos y cursazos” de interpretación por el “poco rigor” que, en ocasiones, presentan en sus currículos, y achaca su extensión al “abandono” que el Estado ha hecho de la formación de los ciudadanos. “La no formación pasa en todos los campos, y naturalmente el teatro no iba a ser una excepción”, señala. -DNA