Ez Dok Hiru (Tartean) vuelve a la carga para, desde el humor, visitar a su manera distintos aspectos de la sociedad y la cultura de Euskadi. En esta ocasión es la música quien centra su mirada.

De nuevo en Araia.

-Encantados de volver. Es un festival precioso donde se mima muchísimo al público y a las compañías. Es un lugar y un festival donde siempre nos salen unas funciones preciosas. Chapó para el certamen, para Txortas [Javier Alkorta] y para todas las personas que están ahí trabajando, porque es una maravilla regresar.

Desde el estreno de ‘Euskal musikaren benetako istoria’ no han parado y la agenda hasta final de año es también intensa. No puede haber mejor señal, ¿no?

-La verdad es que está entrando muy bien. Está en la misma clave de, desde la ironía, trabajar con temáticas que el público euskaldun conoce bien, desmitificando cuestiones y sabiendo reírnos de nosotros mismos. Esta vez hemos optado por la música, que tiene un componente emotivo que, según vemos, está enganchando de manera especial. Creo que ahí está una de las razones del éxito.

En esa relación a tres que tienen establecida desde hace tiempo entre Jokin Oregi, Patxo Tellería y usted, en este espectáculo se incluye la presencia de tres músicos que hacen también de actores. ¿Cómo ha sido ese proceso?

-Buscábamos gente que, además de su calidad musical, pudiera tener la vertiente actoral y la verdad es que hemos ido a parar con tres personas que tienen un humor muy parecido al nuestro. Dentro y fuera del escenario tenemos muy buena relación y eso es importante porque luego se nota en las representaciones. Además, Patxo es músico también. Yo soy bastante negado (risas). Pero bueno, tampoco se me daba muy bien lo del verso y en Pankreas me pusieron las pilas. Ahora estoy haciendo mis pinitos en la música, aunque también hemos aprovechado en esta obra para hacer de mis carencias una virtud.

Quien no haya visto la obra y vea que está compuesta por más de 200 canciones puede que se asuste...

-(Risas) Estamos jugando de manera constante con las referencias a las canciones, pero no se toca ninguna entera. Creo que son unos 210 temas y hay varios diálogos de esos locos que nosotros solemos tener en los que se van introduciendo trozos de canciones que la gente reconoce al instante.

Y aun así, seguro que hay espectadores que les han dicho que no han metido una u otra canción. ¿Qué difícil elegir, no?

-Sí, sí, e incluso nosotros mismos, cuando nos han dicho, nos hemos echado la mano a la cabeza por no meter determinada canción. Pero bueno, qué le vamos a hacer. Nuestra elección vino bastante condicionada por el hecho de que necesitábamos que fueran temas con letras que la gente pudiera reconocer más o menos rápido y que nos sirvieran para el desarrollo de la obra. Por eso hemos recurrido a un cancionero bastante clásico. Lo más actual que sale es algo de Hertzainak, así que...

Por cierto, este espectáculo sigue la senda, como decía antes, de esa fórmula que Ez Dok Hiru está sabiendo unir tan bien de temática vasca con humor. ¿Damos para tanto los vascos y las vascas?

-Damos para mucho y Patxo, que es quien escribe al fin y al cabo, es muy, muy bueno (risas). Son ya cinco montajes y todavía somos capaces de sorprender a pesar de que, en el fondo, el planteamiento inicial sea parecido.

Decía antes que como músico está dando algunos pasos, pero como oyente, ¿cómo es Mikel Martínez?

-Tanto en el teatro como en la música, me da lo mismo el género. Me gustan las cosas buenas, las propuestas que me hacen sentir, emocionar, vibrar, que me llaman la atención por el tema o cómo está hecho.