Pamplona - Zanjada la disputa sobre la titularidad de los derechos de autor de la obra de Jorge Oteiza, de los que la sobrina y heredera del artista es legítima dueña, Pilar Oteiza (Madrid, 1950) apuesta por trabajar en conjunto con la Fundación Museo de Alzuza, con la que mantiene ahora reuniones habituales. Los contactos, dice, van “en el camino correcto”, aunque todavía no está todo resuelto. Ella sigue pidiendo que le permitan velar por el cumplimiento de los Estatutos de la Fundación, un mandato, según dice, del propio escultor vasco.
Defendía con energía el pasado miércoles, en la presentación del libro de Oteiza ‘Mentalidad vasca’ en el Museo de Alzuza, la necesidad de organizar una exposición internacional de Jorge Oteiza, concretamente, decía, en Moscú. ¿La ve factible o todavía es solo un deseo?
-Bueno, esa exposición está en el aire todavía. Es factible siempre y cuando nos pongamos a trabajar con esa intención. Yo creo que es una necesidad que Jorge no se quede reducido a esta zona, a Alzuza. Que salga al exterior, y digo a Moscú, al Tetriakov, porque allí podemos decir que están sus maestros, los constructivistas rusos. Su referente. Jorge es un artista de talla internacional, y como tal, debe tener presencia internacional. Y además es que es la labor que él mismo encomendó a la Fundación, para eso dejó todo su material, para potenciarlo. No como obligación, pero si creemos que Jorge Oteiza tiene talla internacional, hagámoslo. Si no, ¿para qué gastar dinero en una Fundación? Llevamos oyendo desde principios de 2002 la intención de trabajar por proyectar esa presencia internacional. Sí, se hizo una muestra en el Guggenheim de Nueva York, pero porque era un débito del Guggenheim de Bilbao... pero nada más. Y es de absoluta necesidad. Si dispones de algo que puedes ofrecer, es obvio, muéstralo.
¿Ve que la Fundación Oteiza está en ese reto?
-Estamos tomando los primeros contactos, pero no específicamente hablando de una exposición en particular. Hablando de que Jorge Oteiza tiene que salir de aquí.
¿Por qué cree que hasta ahora no se ha trabajado esta proyección internacional?
-Pues no lo sé. No tengo información al respecto. Sí he oído a Rafael Moneo -actual presidente de la Fundación Museo Oteiza- y a los distintos patronos que tienen el interés de proyectar a Oteiza hacia el exterior. En el caso de que eso sea cierto, no sé si las dificultades por las que no se ha hecho hasta ahora son económicas, de personal, logísticas... Pero que se hayan tardado trece años en hacer un catálogo razonado y se tarden otros catorce en hacer una exposición internacional... es sorprendente.
¿Pero percibe ahora más interés por parte de la Fundación que años atrás?
-Es que no hemos tenido muchas conversaciones, no hemos hablado de eso específicamente. Ahora estamos teniendo contactos, que no han existido desde la inauguración del museo, en la que yo estuve porque acepté que se inaugurara en esa fecha en que se hizo, que fue un mes después de la muerte de Jorge. Y luego me puse a disposición de la Fundación, pero en ese momento a la Fundación no le interesó mi figura, aunque Jorge tenía establecido en el testamento que yo debía velar por el cumplimiento de los Estatutos de la Fundación.
Pero parece que la situación ha mejorado en los últimos dos años...
-Ha mejorado la relación entre la Fundación y yo, ahora es bastante más cordial, es mejor.
El acuerdo alcanzado entre usted y la Fundación Oteiza en septiembre de 2015, dos meses después de que una sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid zanjara la polémica sobre la titularidad de los derechos de autor, al darle la razón a usted, recogía el compromiso de la Fundación Oteiza de incorporarle a usted en la gestión de la entidad, ¿en qué punto se encuentra ese tema?
-Lo que decía aquel acuerdo es que el Patronato pensaría si me proponía integrarme en el patronato. Era una decisión absolutamente particular del Patronato. Ese fue un acuerdo de intenciones, pero no se firmó ningún contrato vinculante. Simplemente, una vez clara la sentencia, que puso fin a la pretensión que habían mantenido los presidentes y directores de la Fundación anteriores a Rafael Moneo de que los derechos de la propiedad intelectual pertenecían a la Fundación, con una coletilla de que yo era “una usurpadora”, porque eso se escribió textualmente, dijimos: vamos a tratar de trabajar en conjunto. Yo me puse a disposición de la Fundación facilitando en todo lo posible los derechos de que dispongo para su utilización. Esa es mi intención, pero claro, la Fundación me ha metido en un conflicto de años que me ha creado un daño. La sentencia establece que ese daño se resarza, y todavía no hemos concluido eso. Yo siempre he tenido la intención de avanzar, desde el primer momento ofrecí un contrato por valor de entre 1 y 100 euros anuales para que la Fundación dispusiese de todos los derechos que yo tengo. No les pareció suficiente. Les pareció que era una usurpadora y que no tenía ninguno. Bien, la sentencia les ha dicho que no. Ahora, que se cumpla la sentencia y de nuevo ofrezco el acuerdo: la Fundación siempre podrá usar por una cantidad simbólica todos los derechos de que dispongo. A cambio, parece razonable que la Fundación ponga a mi disposición lo que el fundador quería, porque Jorge dejó instituido que yo pudiese velar por que se cumpliesen los fines fundacionales, y para ello debo tener información de lo que se hace o se quiere hacer. No es mi deseo ser patrona. Aunque estaría honradísima, no tengo ese interés. Pero me permitirá usted que conozca si van a hacer una exposición internacional, si hacen una muestra en Barcelona, que no me tenga que enterar por terceros, como ha ocurrido, que me enteré por VEGAP porque la Fundación no me lo comunicó... Parece que todo eso va mejorando, que de cada publicación ahora mandan información... La percepción actual es que todo va en el camino correcto. Queda por resolver ese punto siempre conflictivo, que se cumpla con lo que quería Jorge, que yo pueda velar por el cumplimiento de los Estatutos de la Fundación.
No se puede decir entonces que hayan alcanzado un acuerdo, sino que ha mejorado la comunicación entre las dos partes.
-Sí, la relación es ahora muchísimo mejor; ha sido siempre tan separada que cualquier aproximación a la vista ya es un gran acercamiento. Pero la Fundación debería al menos poner los medios para que yo tenga una información documentada a la hora de poder proponer lo que creo conveniente. No de ejecutarlo, porque la que debe hacerlo siempre es y será la Fundación, como quiso Jorge Oteiza. La situación actual no es la deseable, seguramente no es la que parecía inminente, después de año y pico de anunciarse aquel acuerdo, pero había que desbloquear los conflictos sobre todo para que se pudiese editar el catálogo razonado, porque ya era hora de que viera la luz...
¿Qué mandatos de su tío presentes en los Estatutos faltan por cumplirse?
-Que se haga una colección itinerante, algo vinculado a esa exposición internacional que algunos reivindicamos. Es que tiene que hacerse porque está en los Estatutos, y es necesario para cumplir ese objetivo prioritario de la difusión de su obra. También hablaba siempre Jorge de un Instituto-Laboratorio de Estéticas Comparadas, lo tuvo presente siempre pero no lo llevó a cabo, fue uno de sus grandes fracasos. Falta la promoción de ese laboratorio de distintos ámbitos artísticos, cuyo núcleo estaría en la Fundación de Alzuza, y que uniría la arquitectura, la escultura, la pintura, la lingüística, el conjunto de todas las artes que él tenía siempre en mente. Otro compromiso que teníamos planteado es crear una Comisión Técnica de la que yo formaría parte junto a miembros del Patronato para velar por la autenticidad de la obra de Jorge Oteiza, dar continuidad y seguimiento al actual Catálogo Razonado de la obra escultórica y trabajar para completarlo con el resto de su obra literaria, con su poesía... Falta mucho trabajo por hacer.
¿Y se piensa formar el Patronato que Jorge Oteiza dejó establecido que quería para su Fundación?
-Creo que la intención es llegar a ese Patronato originario, que contaría con 8 patronos. Ahora hay dos más.
¿Sabe si se va a sustituir la ausencia de Fernando Redón, fallecido el año pasado?
-Sé que no se le ha sustituido y creo que no se le va a sustituir, pero no lo sé con seguridad.
Por fin Oteiza cuenta con el Catálogo Razonado de su escultura, ¿qué opinión le merece el trabajo que ha hecho Txomin Badiola?
-Bueno, lo tuve que ver y autorizar. Era una necesidad el tener la obra de Jorge referida en un libro como lo ha preparado Txomin Badiola. Me parece que está muy bien, es el comienzo de algo imprescindible para la figura de Oteiza. Un trabajo abierto porque puede haber nuevas inclusiones y revisiones, pero en principio es magnífico. Tiene que haber sido un trabajo muy difícil para Txomin, pero ha logrado un catálogo muy bien hecho y muy bien estructurado.
Comentaba antes la necesidad de sacar a Jorge Oteiza de Alzuza. ¿Cómo siente que está conocido y valorado Oteiza en Navarra?
-No tengo mucha opinión, pero yo creo que bien. Creo que los navarros lo sienten como muy suyo.
Pero podría haber una mayor vinculación de la sociedad navarra con su figura, con su pensamiento.
-Las cosas siempre podrían ser mejores. Lo deseo. Se ha tratado de fomentar esa vinculación con las publicaciones, son formas de ponerle en contacto a él con la gente más que de interpretarle. Estaría muy bien que este museo tuviese alguna fórmula para que la gente pudiera hacerse Amigo/a del Museo, seguro que habría gente interesada... Todos los museos y fundaciones artísticas tienen Amigos. Este no... Tengo entendido que la Fundación está en ello, pero en mí hay ya un punto de impaciencia. Las buenas intenciones, si pueden ser pronto, mejor. Esa fórmula de Amigos, esa colección itinerante que ponga en contacto a Oteiza con el exterior, supongo que es un gasto económico, pero algo se podrá hacer...
¿La Fundación nunca le ha trasladado si las dificultades para llevar todo esto a cabo son económicas?
-No, lo desconozco.
Catorce años después de su muerte, en estos tiempos que vivimos, ¿qué aspecto de Jorge Oteiza cree que se debería difundir en especial?
-Lo que él siempre decía: que no nos podemos quedar conformes con lo que estamos haciendo, que tenemos que revisarnos y pensar en nosotros, en si podemos hacer mucho más en la sociedad. Que puede que nos presionen, que intenten llevarnos por aquí o por allá. Él decía: pues rebélate. Eso lo leemos en sus libros. Los que le conocimos sabemos cómo era, pero en sus textos vemos que él decía que no te puedes quedar así. Y en su testimonio vital lo dejó claro: él era así. Hizo de su vida otra obra de arte. Él decidió qué quería ser, y fue. Él hizo obra artística, pero realmente la obra de Jorge fue Jorge.
Ha influido más el personaje que la estética.
-Puede ser. Porque es bastante más fácil de entender el personaje que la obra. Entender todos sus periodos artísticos, profundizar en su obra, exige dedicación y conocimiento. El oírle hablar y ver lo histriónico que podía ser, eso está al alcance de todos. Es más fácil quedarse con el personaje que con el artista, con el genio. Y hay que leerle a él. Es de los pocos artistas que tiene textos sobre su obra. Incluso él decía que las esculturas que hacía venían porque necesitaba materializar eso que pensaba. Pero eran lo de menos. Lo importante era el pensamiento. Pero es muy duro y muy profundo. Te lleva mucho tiempo el entender por qué esa caja vacía.
Quien se limite a ver sus obras no acaba de conectar con su pensamiento...
-Yo aconsejo leer su obra. Y relacionar su escultura con su pensamiento. Cada obra de arte es una propuesta experimental que él hace con un contenido tremendo. Y toda su cultura en el sentido de conocimiento enciclopédico que tenía sobre arte, es que es tremenda. Desde Fray Angélico cuando te habla de una caja vacía hasta los constructivistas, la Bauhaus, Matisse, Malevich, Tatlin, Popova... y los conocía al detalle.
Está claro que Jorge no perdía el tiempo, no vería la tele...
-(Ríe) No. No se perdía el programa de radio El ojo crítico, pero tele no, no.
¿Y no es un poco frustrante trabajar por difundir esa manera de pensar tan honda y compleja, tan crítica y reflexiva, en estos tiempos en que todo va tan rápido, es efímero y cambiante, en que la pantalla parece que nos lo da todo hecho?
-Nunca el tiempo ha sido propicio, y hoy no nos podemos quejar de la vida que tenemos. Imáginate en tiempos de guerra... Siempre hay condicionantes, pero nosotros tenemos una vida feliz. Lo que no quita para que luchemos. Jorge te dice: ante la dificultad, no te conformes, no te resignes ni te dejes llevar. Rebélate. Sé libre. Cada uno en nuestro interior podemos ser libres, esa posibilidad la tenemos, no nos la pueden quitar ningún Trump ni ningún twitter. Y yo es que opino que el que no quiera conocer a Jorge, teniéndolo a su disposición, que no lo conozca, se lo pierde.
Para lograr ese hombre nuevo que defendía Oteiza, él hacía hincapié en lo fundamental que es la pedagogía, integrar el arte en la educación.
-Claro. Ahí Oteiza tiene mucho que ofrecer. Su oferta para la formación de los niños como personas, para que puedan percibir con los ojos y sean capaces de enfrentarse a lo que tienen delante, de entrar en contradicción con los elementos de su formación, para hacerles críticos y lograr que interioricen las cosas... Ahí hay un material valioso para trabajar.
Ya se hace en el museo de Alzuza...
-Sí, nos dicen que se hace y se hace muy bien. Estaría bien que no se redujese al espacio del museo. Porque Jorge va más allá...
¿Ha descansado tras poner fin a diez años de desacuerdos con la Fundación?
-Como he dicho, todavía no está todo terminado; tiene unas posibilidades de resolución que hace unos años no se veían. Y la actitud en lo personal no tiene nada que ver; el cambio en las formas y la cordialidad, a partir de Rafael Moneo como presidente, ha sido grande, y esperemos seguir en este camino.
Si no, al final sale perdiendo la figura de Oteiza.
-Exactamente, porque la Fundación tiene que estar, pero yo también estoy. Porque Jorge estaba, y ahora estoy yo. Tiene que ser así.
¿Cuál es el recuerdo más vivo que guarda de su tío?
-La humanidad y la generosidad. Cómo era como persona. Era cariñoso, divertido, aunque podía ser un trueno también... Era difícil, muy difícil, pero a la vez una maravilla. Una explosión de energía y de felicidad.