donostia - El jueves asistió a una comida en el Basque Culinary Center acompañado de empresarios del sector del vino y la alimentación con productos enmarcados en la excelencia y marcas como Eguren, Cinco Jotas o Abadía de Retuerta. Es un hombre afable y un conversador interesante que responde a todas las preguntas. Sonríe suavemente cuando se le recuerda que es conocido como ex marido de Isabel Preysler y no tiene ningún inconveniente en hablar de su nuevo amor, Esther Doña, la mujer que le hace sonreír todos los días. Tiene recuerdos muy ligados a Euskadi, sobre todo recuerdos de infancia y juventud en Zarautz: “Lo reflejo en el libro, son los recuerdos de los rincones de este pueblo, de las olas, de los sabores”.

Perdone, ¿cómo debo tratar a un marqués?

-A mí como Carlos y de tú, por favor. Es lo que hace todo el mundo, lo de marqués no deja de ser un título. Nada más, no se puede exigir un tratamiento diferente, sería una barbaridad y yo, además, creo que soy un tío muy normal.

Yo le conocía a través de las revistas del corazón, ¿es una etapa pasada?

-Ja, ja, ja? Es una etapa que se inició al casarme con una señora muy conocida (Isabel Preysler) y una vez que entras ahí es difícil salir, pero yo lo que hago es seguir con mi vida.

¿No le afecta que hablen de usted?

-Soy una persona bastante centrada en mis proyectos y en lo que creo que hay que hacer.

¿Qué hay que hacer?

-Cambiar el mundo. Esto es lo que digo en el libro que va a salir próximamente, es una frase que Don Quijote le dijo a Sancho.

¿Por qué se decide a escribir unas memorias?

-No son memorias, he evitado esa palabra cuidadosamente. Hay una parte inicial de antecedentes familiares, de dónde venimos; una parte de mi niñez, de dónde se desarrolló y en qué circunstancias de España y Europa nací.

Estudió en Lekaroz, ¿no?

-Sí, también está en el libro. También habló de Lovaina, yo no quería estudiar en la España de Franco y me fui allí; después estudié en California que en aquellos momentos era la proa del mundo. Cuando volví, lo hice con un hijo. No pude poner en marcha mi proyecto de vino, me lo prohibieron las autoridades.

Vino y aceite, todo muy de campo.

-Es que es lo que soy yo. Con la primera viña empecé en 1974 y luego me he dedicado a los aceites. Estudié, me puse al día, me enteré de que llevábamos 6.000 años haciendo mal el aceite y decidí cambiarlo.

Una impresión muy generalizada es la de que aristócrata es igual a señorito ocioso.

-Incluso hay una frase: “Vivir como un marqués”. Se supone que bien y sin hacer nada.

¿Vive usted así?

-Es que soy marqués. Yo lo que he hecho toda mi vida es trabajar mucho.

Su libro se titula ‘La buena vida’.

-Ja, ja, ja? Sí, pero eso no quiere decir que viva de las rentas y no haga nada. Yo lo que hago es mejorar la calidad de vida haciendo lo que me gusta, pero es trabajo, y también intento mejorar la vida de los que me rodean.

Presidente del Círculo Fortuny, asociación que reúne marcas de lujo y se basa en la excelencia, pero no asequibles a todo el mundo.

-Depende de lo que entiendas tú por lujo o lo que entiendas por asequible. Todo es muy relativo. Los productos de lujo dan trabajo a muchas personas.

Siempre rodeado de mujeres, ...y mujeres guapas.

-La belleza forma parte de la excelencia. Tengo que decir que España tiene mujeres muy bellas en todos los sentidos.

Pues se casó usted con una filipina que le metió de cabeza en la prensa del corazón.

-Ella venía de ese mundo por la carrera de su anterior marido, así que fue una entrada natural, ella estaba allí y llegué yo. Yo seguí trabajando, justo fue en esa época cuando empecé a trabajar con más fuerza en los viñedos, trabajaba mucho; pero eso en España pasaba desapercibido.

¿Hombre de buen carácter?

-Yo creo que sí, pero ¿por qué lo preguntas?

Se lleva muy bien con todas sus ex.

- Ja, ja, ja? Pero es que me llevo bien con la inmensa mayoría de la gente; muchas veces me paro, me ven próximo y me abordan. Así que creo que soy un hombre afable. En ese sentido hay una cosa que valoro mucho, mi mejor creación no son los vinos, son mis hijos y, por lo tanto, tengo mucho aprecio a sus respectivas madres. Tengo cinco hijos de tres esposas.

¿Qué tal es su relación con ellos?

-Muy buena, pero son todos muy diferentes. Uno es director de Citibank en sesenta países, vive en Londres; mi hija mayor trabaja en la bodega; otro estudia Educación y empezó a trabajar en la vendimia de nuestra bodega en septiembre. Está Tamara, ella está muy volcada en el mundo de la moda. Y, por último, mi hija pequeña, tiene 18 años y está muy volcada estudiando Filosofía, Matemáticas y Químicas en la universidad de Viena.

¿A quién ha salido la niña?

-Un poco al padre. He procurado que mis hijos hagan lo que yo siempre he pretendido. Yo utilizo un perfume que se llama L’Homme Libre y quiero que mis hijos sean eso, personas libres, que den rienda suelta a lo que les guste. Eso es la buena vida y lo que intento demostrar en mi libro.

Es muy discreto en sus relaciones con los medios

-Dentro de lo que se puede, pero lo más discreto sería no hablar. Nunca me ha causado preocupación hablar con vosotros, al final hablo con personas.

No le he preguntado por su última y actual relación personal, no sé si es pertinente.

-Sí, por qué no. Este libro se lo dedico a Esther (Doña), la persona que está a mi lado.

¿Cómo se conocieron?

-En un evento de sumilleres en Málaga, casi no pude hablar con ella y durante dos meses y medio y 20.000 WhatsApp nos fuimos conociendo, aunque no de una forma física, fue una relación virtual. De hecho nos daba miedo reencontrarnos, nos volvimos a ver y?

? Es la mujer que le hace sonreír todos los días, ¿no?

-Y mucho, nos ha salido bien y llevamos más de un año juntos.