Vitoria - A pesar de las recientes obras en Villa Suso, el despacho que de manera habitual ocupan los concejales de Cultura del Consistorio gasteiztarra desde la década de los 90 está casi igual. En el caso de Estíbaliz Canto, eso sí, hay alguna diferencia. Una fotografía de Alberto Schommer espera apoyada contra la pared a ser desembalada y colgada. Un par de elementos decorativos de Star Wars se cuelan en unas baldas y sobre la mesa de trabajo. “Es que soy un poco freaky”, ríe la edil.

Quedan menos de tres años de legislatura. Cuando el plazo termine, más allá de lo que luego decidan las urnas, ¿en qué se tiene que haber notado que Estíbaliz Canto ha pasado por la concejalía de Cultura?

-Lo ideal sería haber ayudado a la reconstrucción del tejido cultural de Vitoria porque venimos de años muy malos. Se pasó de un presupuesto alto a un recorte bastante majo, haciendo que el departamento, en este tiempo, haya sobrevivido como ha podido. Contribuir a que se reconstruya ese tejido es lo que me gustaría. Ahora bien, soy consciente de que es difícil. Cuando pasen estos tres años sí me gustaría que dijeran que fui objetiva, que no di nada a dedo y que establecí, junto con los técnicos municipales, unos criterios objetivos de cara a la realización de convenios y convocatorias de subvenciones. Eso está en mi mano, no depende de cómo vaya la economía del Ayuntamiento.

Ahora que menciona esta cuestión, es consciente de que hay muchos proyectos culturales que no obedecen al año de los políticos y de las instituciones, propuestas a las que se obliga a depender en lo económico de las convocatorias anuales de subvenciones. ¿Cómo se puede desarrollar nada a medio o largo plazo si la administración pone ese límite?

-Esa es una de las cosas que he aprendido aquí en estos pocos meses. Cuando llegas, cuando no has estado en ningún cargo de la política del día a día, piensas que las convocatorias de subvenciones son lo más justo para la gestión del dinero público. Pero cuando vienes y hablas con el sector y los técnicos, ellos mismos te muestran que, efectivamente, hay que caminar hacia que haya menos convenios pero que hay proyectos en los que es inevitable esta herramienta. Así que aprendes y retiras esa idea de eliminarlos todos. Básicamente, lo que hemos hecho es fijar una serie de criterios para que cada proyecto venga bien detallado, también en lo económico, y así desde el Ayuntamiento, tanto yo como los técnicos, decidamos. Siento que con lo que hemos hecho estos meses hemos avanzado porque, de alguna manera, hemos redistribuido las cosas de una manera más justa. Además, el hecho de que no sea sólo mi criterio el que decida, sino que sea algo hablado con los técnicos me hace sentir que los convenios que presentaremos en los nuevos presupuestos están fundamentados y no basados en la arbitrariedad política. Si nos ponemos a filtrar sólo pensando en lo que a mí me gusta o me deja de gustar...

Llega al cargo al año de empezar la legislatura, tomando el cargo de un compañero de equipo de gobierno pero no de partido, en una situación de crisis económica que parece permanente y con un sector cultural local muy saturado de su relación con la política.

-Bueno, de unos años para aquí, cualquier ciudadano medio está saturado de política. Y sí, llegué al puesto con algo del camino ya iniciado, pero también es cierto que desde casi el principio de la legislatura hubo un pacto de gobernabilidad del PSE con el PNV donde se fijaron unos criterios que siguen vigentes. La filosofía de Iñaki Prusilla de abandonar las maneras en las que se venía trabajando encaja con la mía. Es que lo primero que tuvieron que hacer fue reestructurar el departamento porque Cultura estaba descabezada. Y eso lleva su tiempo aunque yo eso me lo encontré muy avanzado y me está permitiendo trabajar más en objetivos a largo plazo. No es productivo para nada en general estar pensando sólo en los ciclos de cuatro años que marcan las legislaturas. Hay que mirar más allá.

Ahí la herramienta debería ser el Plan Estratégico de Cultura de Gasteiz, del que algunos dicen que va a la velocidad de los caracoles.

-Bueno, en parte sí se puede decir que va algo despacio, tampoco lo vamos a negar. Ahora estamos terminando la contratación de la secretaría técnica, pero no se puede decir que no se haya hecho nada. Lo primero fue reunirse con todos los trabajadores del servicio de Cultura, encuentros de los que se sacaron conclusiones que a mí, por lo menos, me han ayudado mucho. Ahí nos encontramos con el desconcierto de los técnicos porque nunca les habían preguntado de manera tan abierta sus opiniones. Ahora tenemos que avanzar, pero partiendo de la base de que el Plan no es del Ayuntamiento sino del municipio. Es decir, que el Consistorio es un agente más en este proceso, igual que los políticos -que son importantes puesto que son quienes ejecutarán lo propuesto-, igual que quienes componen el tejido cultural o que los ciudadanos que quieran tomar parte en el proceso. Diseñar todo eso cuando no se ha hecho nunca lleva su tiempo.

¿Pero no se puede poner una fecha para tenerlo entre las manos?

-El Plan terminado se supone que engloba desde el último trimestre de este 2016 hasta 2020. La idea es que vaya más allá de la legislatura y que nos comprometamos todos los partidos políticos a que si hay un cambio de gobierno, la estrategia se siga. Por eso es importante tener desde el principio un consenso. Si conseguimos ese compromiso desde el inicio, nos podemos garantizar el trabajo a largo plazo.

Esto coincide con la elaboración de los presupuestos de 2017. El otro día aseguraba que Cultura ya no tendría recortes. ¿Eso va a ser así de verdad o fue un brindis al sol?

-Entiendo a la perfección que haya cierta desconfianza hacia los políticos y que la gente está muy cansada. Pero por eso no puedo dejar de transmitir lo que pienso y dentro de mi departamento, dentro del servicio de Cultura, no voy a bajar el presupuesto. De hecho, estamos caminando hacia incrementarlo, aunque no sea mucho. En los presupuestos de 2017 se tiene que notar que hay una voluntad de trabajar hacia la recuperación de todo lo que se ha perdido en Cultura en estos años. ¿Garantizaría que no va a haber recortes? Creo que puedo garantizarlo. Es cuestión, con el dinero que tienes, de ver dónde quieres invertir más y dónde no.

¿Cuál debe ser la apuesta en esas cuentas para el próximo año?

-El apoyo a la creación local y su difusión deben ser el músculo de ese presupuesto. En ese sentido, una cuestión que los técnicos ven como necesaria es, en lo que se refiere a las artes escénicas, contar con una convocatoria de co-producción para que desde la Red de Teatros se puedan apoyar obras de creadores locales. La idea es que en cuanto se apruebe el presupuesto de 2017, que ojalá se apruebe, podamos sacar la convocatoria. Y también queremos hacer una apuesta por el centro cultural Montehemoso, también en relación con el sector audiovisual. Somos conscientes del potencial que tiene y debe contar con algo más de músculo.

Eso sí, uno tiene muchos planes y cosas en la cabeza pero de repente se cae un trozo de techo del Principal o sucede esto, o lo otro... y hay que ir apagando fuegos.

-Mi padre siempre me ha dicho: que lo urgente no te coma lo importante. No le había entendido hasta ahora (risas).

En el trabajo a corto y medio plazo es imprescindible contar con otras instituciones. Por empezar por la Diputación alavesa, ¿cómo es el trabajo con Igone Martínez de Luna?

-En lo personal y en lo profesional tengo un gran respeto por Igone. Solemos tener una reunión al mes para coordinar temas y ver de qué manera podemos no pisarnos o no trabajar en direcciones contrarias. Evidentemente hay diferencias ideológicas y de formas, pero desde una base de confianza y respeto, creo que hemos trabajado bastante bien y confío en que mejoraremos con el paso del tiempo.

¿Y con el Gobierno Vasco? Son muchos los que piensan que esta administración es totalmente ajena a lo que sucede en Álava. En el caso del Consistorio se podría hablar, por ejemplo, de casos como el Conservatorio de Danza José Uruñuela, la Escuela de Música Luis Aramburu...

-Con el Gobierno Vasco... es que cuando entré en el cargo, ellos estaban casi ya en funciones y ahora estamos todavía ahí, no sé qué decir, no sé qué relación va a haber. Imagino que buena por algunas reuniones que hemos tenido con gente del Gobierno Vasco en contextos como el patronato de Artium.

¿Pero debería implicarse más, también desde un punto de vista económico?

-En algunos aspectos, sí. Por ejemplo, una de las cosas que me gustaría decir cuando termine la legislatura es que hemos avanzado en el tema del Conservatorio de Danza José Uruñuela. Para ese momento, el Gobierno Vasco debería haber asumido el centro si no por entero, sí en un amplio porcentaje. Es una competencia clara del Ejecutivo autonómico. Y con la nueva Ley Municipal, el Gobierno Vasco, de aquí a tres años, tiene que alcanzar el 33% de financiación de la Escuela de Música Luis Aramburu.

Volviendo al Ayuntamiento, cuando entró como concejal, el departamento perdió el área de Euskera. ¿No hubiese sido mejor que todo se quedase unificado?

-Bueno, esa separación puede dar lugar a alguna duplicidad o complicación, pero tampoco es una decisión que me parezca equivocada.

Por cierto, el próximo mes se jubila el director del departamento, Enrike Ruiz de Gordoa. ¿El sustituto o sustituta?

-Con estas cosas es mejor ir despacio. Habrá un cambio en la dirección y además se notará. Pero vamos a ir poco a poco.

¿Ha notado que el hecho de ser joven hace que haya quien le mire con cierto recelo?

-Hombre ser joven parece ser un handicap para algunos. Y encima ser mujer... Pero bueno, en general la gente está contenta de que personas jóvenes nos acerquemos a la política. En mi caso, aunque esté convencida de hacer algo, siempre lo pongo en cuestión y pregunto hasta la saciedad antes de tomar una decisión argumentada. Asumo que me cuesta, en este sentido, tomar decisiones, sobre todo teniendo en cuenta que no me afectan sólo a mí.

¿Cuántas veces le han parado estos meses por la calle para pedirle esto o lo otro?

-O para quejarse... El concejal es el cargo más cercano a la ciudadanía y está bien que seamos muy accesibles. Cada vez hay más gente que se me acerca. Es que llevando Deportes y Cultura es normal. Hay muchas necesidades y no pasa nada por atender a quien te reclama, todo lo contrario.

Hace no mucho que tomó la decisión de entrar en la política a través de las filas del PSOE. ¿Es duro hacer una apuesta de este tipo y ver estos días lo que está sucediendo en su partido en el ámbito estatal?

-Estoy muy dolida con mi partido en general. Me duele mucho lo que ha pasado. Hay que ser sinceros. Te preguntas cosas, te entran dudas y tienes que pensar por qué te afiliaste. Creo que el proyecto del PSOE es la garantía de la redistribución de la riqueza. Y pienso que, con sus errores, Zapatero hizo muy buena labor y que avanzó mucho en los derechos sociales. Eso que creía cuando me afilié no ha cambiado. ¿Te deja un poco en ridículo estar representando a un partido que acaba de hacer un esperpento? Sí, pero mi responsabilidad ahora es trabajar en este departamento por lo que yo creo y cuando termine la legislatura, ya veremos. Lo que ha pasado no representa lo que somos los niveles más bajos del PSOE, los que trabajamos en concejalías y cargos más cercanos.