vitoria - Triste noticia para el mundo alavés de la cultura y la comunicación. El escritor, editor, historiador y periodista Ángel Martínez Salazar (Nanclares de la Oca, 1957) falleció en la madrugada de ayer en su domicilio de Sorlada (Navarra) tras dejar un prolífico legado que incluyó la publicación de una veintena de libros, la puesta en marcha de numerosos proyectos editoriales o su colaboración en diversos medios informativos. Mentor también de numerosos escritores, la desaparición de Salazar deja un inmenso vacío en el universo alavés de las letras.
Martínez Salazar, que dio a luz a uno de sus últimos trabajos a comienzos de este mismo 2016, confesaba recientemente a este periódico que, “en cierto modo”, la publicación de este libro fue una forma de “desnudarse”, a pesar de haber sido siempre “un poco pudoroso y tímido”. Se trata de la obra De fancinerosos a culturetas/(cuatro) luces de bengala para una ciudad, una publicación que, bordeando la simpleza, es por un lado una recopilación de los nombres, datos y referencias que a lo largo de los años dieron vida a las revistas y proyectos editoriales Maskara, Lux Daemoniorum, Paréntesis y Papeles de Zabalanda; y, por otro, una selección de entrevistas y textos, propios y ajenos, en la que tocar distintas temáticas periodísticas, creativas y sociales. Un libro que supuso también una puesta en valor de proyectos por los que pasaron nombres como Antonio Altarriba, Kini, Pinttu, Antonio Rivera, Mauro Entrialgo, Mintxo, Javier Hernández Landazabal, Carlos Pérez Uralde, Lily Litvak, Iban Zaldua, Pablo Milicua, Elena López Aguirre o Kirmen Uribe. Devoto también de los exploradores, los viajeros, los reporteros enviados al extranjero a cubrir conflictos y de la gastronomía, muchos de ellos recordarán hoy con cariño al autor desaparecido.
“me he ido radicalizando” “Paradójicamente me he ido radicalizando con la edad porque la realidad me sigue sin gustar. Este modelo de sociedad es una puta mierda, pero no porque yo esté loco o haya bebido”, afirmaba Martínez Salazar a DNA en esa misma conversación, donde también dejaba claro que tampoco conservaba una mejor visión del periodismo. “Pensaba que era la profesión más bonita del mundo pero la experiencia me ha hecho tener alguna duda”, remarcaba irónico el autor. - DNA