Vitoria - A ambos lados de la sala multiusos del centro cultural Larratxo, en Donostia, se alzan dos largas filas de literas que suman un total de 40 jergones. También hay varias maletas, un caballito de juguete, muñecas de trapo, abrigos infantiles, un orinal... Es parte del atrezzo de Último tren a Treblinka, la obra de Vaivén Producciones que en octubre convertirá ese espacio en el orfanato de Janusz Kòrczak para después, los días 24 (en euskera) y 25 de noviembre tomar parte en la cuadragésimo primera edición del Festival Internacional de Teatro de Gasteiz. Con la colaboración de Donostia 2016, la compañía guipuzcoana rescatará la heroica y trágica historia del doctor y pedagogo judío que dirigía un hospicio en el gueto de Varsovia: allí fundó “una verdadera república infantil” hasta que el 5 de agosto de 1942 los nazis lo llevaron junto a sus 200 alumnos al campo de exterminio de Treblinka.

Según recuerda Ana Pimenta, responsable de Vaivén y autora de la idea original, el profesor polaco dedicó su existencia a defender los derechos del niño, que en su opinión debía ser tratado como un ser respetable, pensante y sensible, igual que un adulto. Trabajó mano a mano con sus pupilos para crear una Constitución con sus leyes, reglamentos y hasta un código penal mediante el que se regía el centro. Sus tesis pedagógicas, innovadoras para la época, crearon escuela e incluso sirvieron de base para elaborar la Declaración de los Derechos del Niño aprobada por la ONU en 1959.

Aunque el estreno no se producirá hasta el 1 de octubre, los ensayos han arrancado ya en Larratxo bajo la dirección de Mireia Gabilondo. Hace algunos días comenzaron a instalar las literas desde las que el público podrá seguir la obra, aunque aún falta el grueso de la escenografía. El resto de los espectadores se sentará en las mesas y bancos corridos que se ubicarán en el centro de la sala. En el caso de la capital alavesa, las dos representaciones se producirán en el Félix Petite del centro cívico Ibaiondo y aunque todavía faltan detalles por atar, sí se sabe que no habrá público en las butacas, sino que todos los asistentes estarán ubicados en las tablas por lo que el aforo será limitado. Aún así, hay que recordar que este teatro tiene un escenario de mayores dimensiones que el del Principal.

El objetivo, apunta Pimenta, es que la audiencia se adentre en “una experiencia de lo más real” y que, de algún modo, los espectadores se sientan parte del hospicio de Kòrczak. Durante 90 minutos, asistirán a las últimas horas del lugar, podrán contemplar su revolucionaria organización interna, su rutina diaria, los miedos y alegrías de sus inquilinos... “No hemos hecho un dramón. Pese a lo trágico del desenlace, la gente se contagiará de un clima de amor, tolerancia y respeto. Es una obra muy emotiva, de esas que tocan el corazón e invitan a la reflexión”, advierte Ana Pimenta. A su juicio, Kòrczak logró la proeza de construir en el infierno del gueto una especie de “edén” que hizo más llevadera la existencia de los pequeños: “es uno de esos personajes maravillosos que no sabes cómo han podido existir. Le ofrecieron salvarse en más de una ocasión pero prefirió acompañar hasta el final a sus 200 hijos”.

El texto en castellano y euskera es obra de Patxo Telleria, que como el resto del equipo, cayó “fascinado” ante la fuerza del protagonista y se implicó en el homenaje al pedagogo como si de una “cruzada” se tratase. El autor ha trabajado inspirado por la idea de Pimenta y ha utilizado diversas fuentes: el libro Janusz Korczak, maestro de la humanidad, de Rubén Naranjo; los diarios que el doctor escribió en el gueto, y la película que Andrzej Wajda dirigió en 1990 con guión de Agnieszka Holland. En lo referido al elenco artístico, Alfonso Torregrosa y Jose Ramón Soroiz encarnarán a Kòrczak en castellano y euskera, respectivamente, mientras que Maiken Beitia hará de Stefania, la ayudante del profesor, en ambas versiones. El resto del reparto es bilingüe y está integrado por Eneko Sagardoy, Gorka Martín, Tania Martín, Nerea Elizalde, Jon Casamayor, Mikel Laskurain y Kepa Errasti. Dado que emplear niños como intérpretes en montajes teatrales es harto difícil pues la normativa legal establece que solo pueden trabajar un día de cada tres, los pequeños de la inclusa serán encarnados por actores adultos que al inicio de la función establecerán la “convención teatral” de que son niños. La escenografía ha sido ideada por Fernando Bernués. En esta ocasión ha propuesto recrear el orfanato mediante las citadas literas, mesas y bancos, elementos a los que se sumarán un locutorio de radio y un escenario en el que los niños ofrecen una pequeña pieza escénica dentro del teatro. - J.G.A./DNA