Aunque a eso de las cinco de la tarde todavía alguno temía que el cielo volviese a hacer de las suyas como el viernes, el Azkena Rock Festival vivió ayer una segunda tarde, por lo menos en lo meteorológico, un poco más tranquila en Mendizabala. Desde antes de que se abriesen las puertas, el nombre de The Who ya estaba en boca de todos, aún sabiendo que antes todavía tenían que suceder muchas cosas. Para empezar, la presencia de los gasteiztarras Sumisión City Blues, encargados de abrir la última jornada de esta decimoquinta edición.
Pela, Anti, Joseba, Penike y David saben lo que se hacen y aunque la cosa fue breve, estuvieron pletóricos como siempre, dedicatorias incluidas, algunas cumpleañeras y amorosas, otras en contra de la política de la Unión Europea en relación a los refugiados. Tras ellos, casi de manera simultánea, aparecieron los andaluces The Milkyway Express y los vascos Cobra, y entre ambas formaciones (ya se sabe, el clásico un rato aquí y otro allá) siguieron poniendo el listón de la tarde bastante alto, aunque partiendo de líneas estilísticas bien diferentes.
Con un público cada vez más multitudinario (la de ayer fue, sin duda, la de más gente como, por otro lado, era previsible), el recinto se puso a jugar a los tríos. Ni RavenEye ni The Vintage Caravan han inventado la rueda. Los suyos son, a pesar sobre todo de la juventud de los segundos, sonidos conocidos. Pero, como en todo, la diferencia está en saber hacer las cosas bien o ser una repetición de otros. Por fortuna, tanto el grupo de Oli Brown como, y de manera muy destacada, la formación islandesa se decantan por el primer camino y así lo demostraron en un Azkena que por momentos quería dividirse para poder estar al tanto de todo, aunque ya se sabe que eso es imposible.
Gasteiz se convirtió entonces en Australia. Para empezar, con el regreso de Radio Birdman, que demostraron que los años pueden pasar pero que cuando uno tiene calidad y le sobra, puede hacer lo que le de la gana. Buen concierto con el personal entregado. Otra cosa fue lo que sucedió con los reunificados The Scientists, que dejaron patente que a veces es mejor dejar el pasado en su sitio.
Justo antes de las nueve, fue la voz de Imelda May la que irrumpió en escena cinco años después de su primer paso por el ARF. El lustro se nota en la irlandesa, que sigue creciendo en su propuesta pero sin perder sus esencias, algo más complicado de lo que parece. Tras ella, 091 y Fields of the Nephilim tuvieron un papel complicado, ser el paso previo para la perla del cartel de este 2016. Con poca posibilidad para ver a los primeros, la hipnotizante voz de Carl McCoy consiguió lo que se veía venir, es decir, una reacción casi visceral entre quienes se dejaron atrapar por los ingleses y quienes salieron corriendo como alma que lleva el diablo.
Así, a las once de la noche, llegó el momento más esperado de esta edición, la presencia de The Who en Mendizabala. Los británicos desembarcaron con Roger Daltrey y Pete Townshend dentro de su gira del 50 aniversario para dar paso después a Marky Ramone, Refused y Supersuckers. Pero todo eso sucedió cuando este periódico estaba camino de convertirse en papel, así que tiempo habrá mañana para contarlo como se merece.