oviedo - El novelista estadounidense Richard Ford (Jackson, Misisipi 1944), el gran cronista del mosaico de historias cruzadas que es la sociedad norteamericana, fue galardonado ayer en Oviedo con el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2016, dotado con 50.000 euros, al que optaban veintiún candidaturas. El acta del jurado, a la que dio lectura su presidente, el director de la Real Academia Española, Darío Villanueva, destacó que su obra profundamente contemporánea se inscribe en la gran tradición de la novela americana del siglo XX y recurre a una épica “irónica y minimalista” para definir personajes, tramas y argumentos. “El cuidado detallismo en las descripciones, la mirada sombría y densa sobre la vida cotidiana de seres anónimos e invisibles, conjugan la desolación y la emoción de sus relatos”, añadió el jurado, que optó por Ford en la última ronda de votaciones frente a la candidatura del poeta polaco Adam Zagajewski.

Ford, habitual candidato al Nobel y propuesto por los autores John Banville, Antonio Muñoz Molina y Sigrid Rausing, es el único escritor que ha ganado el premio Pulitzer y el Faulkner por la misma obra, El día de la independencia (1995), y toma así el relevo en los Premios Princesa de Asturias para la literatura norteamericana de Philip Roth, que obtuvo el galardón en la edición de 2012.

Nacido en 1944 en Jackson, en el estado de Misisipi, tuvo una infancia dura tras fallecer su padre cuando tenía 15 años, lo que le llevó a tener que trabajar de fogonero en los ferrocarriles. Graduado en Literatura por la Universidad de Michigan en 1966, hizo después una especialidad en escritura creativa en la Universidad de California pese a que su dislexia le llevó a leer muy poco de joven y mucho, pero muy lento, ya de adulto. Su etapa como informador de deportes le sirvió para escribir en 1986 El periodista deportivo, la obra que le consagró y que la revista Time eligió como una de las cinco mejores novelas del año, lo que le llevó a volcarse definitivamente en la actividad literaria. En su retrato desolado de una Norteamérica rural poco conocida y marcada por el paro y el desencanto, Ford muestra a sectores marginados y pobres a través de personajes anónimos y, a menudo, de pequeños delincuentes como el que él mismo fue en su juventud.

Nacido en Misisipi, considera “inevitable” que en su obra aparezca la huella de William Faulkner, pero reniega del tópico de heredero de Ernest Hemingway, una etiqueta que, a su juicio, se cuelga “a todo americano que escriba cuentos”. Aunque la crítica le ha situado en el denominado realismo sucio norteamericano junto a autores como Raymond Carver y Tobias Wolff, el autor de Pecados sin cuento (2002) siempre ha afirmado no comprender qué significa dicha clasificación que sólo consigue “limar y obviar las diferencias entre autores diferentes y entre la producción de un mismo escritor”. - Efe