Bilbao - Viajera, sincera, divertida, independiente, aristócrata de nacimiento y princesa por matrimonio, tiene muy claro lo que es el lujo, la elegancia o la clase; para ella son término que pueden ir relacionados, o no. No se muerde la lengua a la hora de sentenciar: “Hay gente que se compra de todo, que tiene dinero, que se compra lujo y que son paletos y nuevos ricos”. Dentro de la clase a la que pertenece fue una de las primeras en romper esa línea que separa a los comunes mortales de los que tienen títulos. Se ríe diciendo que ya le quedan escasos privilegios.

¿Lujo asequible?

-Perdóneme, es una pregunta inadecuada, no es una buena pregunta... Si me la hace de otra forma.

Está bien, acepto su opinión. Dígame entonces, ¿qué es para usted el lujo?

-La excelencia. La manera de hacer un producto considerado de lujo resulta cara, es el trabajo hecho con mucho amor. Si vamos a un bolso de Hermès, hay que empezar por las vacas y su alimentación.

No sabía que las vacas que dan lugar a los bolsos de esta marca tienen una alimentación especial.

-Sí, claro, la alimentación tiene que ser de hierbas naturales, todo debe ser muy natural. Son procesos muy largos y sofisticados. No es lo mismo comprarse un Ferrari que un 2CV (dos caballos), los dos son coches con cuatro ruedas, pero no es lo mismo. Lujo es tener la cultura de revalorizar lo bueno.

Ya, pero el lujo no está el alcance de todos.

-Cierto. No es lo mismo ponerse un abrigo de cachemira precioso que el que compras en los chinos a 10 euros. En España hay mucho lujo pero la gente no lo conoce.

Están las grandes firmas...

-No se conoce el lujo de los artesanos. Ahora seguro que me va a decir usted que en época de crisis no se entiende el lujo, ¿o no?

Ja, ja, ja... Es verdad.

-Pues hágame usted la pregunta para que yo me explique.

De acuerdo. ¿Es lógico o se justifica que hablemos usted y yo de lujo en época de crisis?

-Los sectores de lujo tienen miles y miles de empleados. El lujo es fuente de ingresos. Es uno de los sectores con más trabajadores, damos de comer a miles de personas.

Elegancia y lujo, ¿casan bien?

-No. Hay gente que se compra de todo, que tiene dinero, que se compra lujo y que son paletos y nuevos ricos. Si usted se puede comprar todo lo que quiere pero va como un árbol de navidad, no es nada elegante. Elegante, si hablamos de moda, es quien está vestido de una manera adecuada en el momento adecuado. Si va a a la playa vestida de joyas y trajecito de Chanel, será usted de todo menos elegante. El lujo no es sinónimo de elegancia.

Hablemos de tener clase, ¿se nace o se hace?

-Se dan las dos cosas, pero si naces en una familia con clase lo tienes hecho, en el caso contrario es más difícil; se puede tener clase de las dos formas. La clase es cultura: cultura de la moda, de los libros, del arte...

Si hablamos de usted, tendríamos que decir que la clase le venía dada.

-Soy miembro de una antigua familia aristócrata. En mi familia hay marqueses y marquesas, condes; he sido criada en un castillo pero sin ningún confort, no teníamos postres...

No me lo puedo creer.

-Es verdad, si queríamos postre teníamos que ir a buscar las manzanas a los árboles. Era una educación muy austera: teníamos que sacar las mejores notas. Si no estábamos castigados. Nuestra educación era desarrollar la voluntad.

Por delante de su nombre va el tratamiento de princesa, sin embargo dicen que ha roto moldes.

-Hice Ciencias Políticas, ahí aprendí lo que era la independencia y no escuché a todos los que me criticaban.

¿Le criticaban mucho?

-Bueno, bueno, me daban la vuelta. No sabe usted lo que fue. Pero no me importaba, yo tenía mi vida. Hay aristocracia buena, ¡pero hay otra!... Lo que hay que hacer es abrirse, no se olvide que en Francia tuvimos una revolución, somos más abiertos.

Estos días que ha estado en Bilbao ha ido incluso a potear, según dice usted misma.

-Me lo he pasado fenomenal, no había venido a Bilbao desde hace cinco años y ha cambiado mucho: la atmósfera, las calles... Me encantan los restaurantes de esta ciudad. Me hicieron una fantástica visita privada en el Guggenheim a la exposición de Louise Bourgeois...

¡Eso es un privilegio!

-Le voy a decir la verdad, nos quedan muy pocos privilegios.

¿Se echan de menos?

-Yo no, nunca los he tenido. Siempre te critican y nunca sabes si te van a dar una bofetada o una sonrisa.

¿Cómo se lleva ser princesa?

-Con mucho orgullo, los Orleans y los Borbón han hecho Francia. Hay que estar orgulloso de los títulos, pero no se deben tener privilegios.

Una princesa rebelde: madre trabajadora y separada.

-Mire, me separé porque después de treinta años nos llevábamos fatal, él quería ir a París y yo tenía que trabajar. Son cosas de la vida, ahora nos llevamos muy bien.

Nunca se han divorciado.

-¿Para qué? La gente se divorcia por dos cosas: por el dinero, pero como él no me va a dar ni un duro, no me divorcio, o porque te quieres volver a casar. No es el caso. Los dos hemos dicho: “El día que te quieras casar, lo dices y ya”. No tendría ningún problema, no quiero perjudicar la vida sentimental de mi exmarido.

Así que no piensa casarse.

-¿A mi edad? No, es una tontería. Puedes tener un compañero, otras cosas. ¿Casarme? No.

Lo dicho, una princesa moderna.

-Es que hay serlo, siendo princesa o lo que sea.

La duquesa de Alba se casó tres veces.

-Sí, de acuerdo, pero la duquesa de Alba no era una Orleans.