Vitoria - “Antes de que otros hablen de mí, prefiero hacerlo yo”, dice con una sonrisa que aunque cansada por las exigencias de la agenda diaria, se muestra también satisfecha al hablar de Los sentimientos encontrados (Cálamo). Entre sus páginas se encuentra la segunda parte de las memorias profesionales y vitales que Kepa Murua fue construyendo durante los 15 años de la editorial Bassarai, una nueva entrega de este diario de un poeta y escritor -así se subtitula el libro- que ahora centra su mirada entre los años 2005 y 2007 para tomar el relevo a Los pasos inciertos, que abarcaba de 1996 a 2004. En ninguno de los dos ha tocado una sola línea salvo alguna pequeña corrección. Tampoco lo hará con los volúmenes que vendrán en el futuro. “Si cambiase algo me estaría traicionando” asume.
Este sábado, coincidiendo con el Día del Libro, Murua presentará su creación a los lectores en la librería Mara Mara a partir de las 19.00 horas en el marco de una conversación amena y cercana mantenida junto a Roberto Lastre y Pedro Tellería. “Éste es un volumen donde se puede aprender mucho de la literatura, del mundo del libro, de los entresijos de la poesía y de esa trastienda de la edición que muchas veces no se cuenta; también se habla de los sentimientos de un editor periférico e independiente que apuesta por la literatura de calidad” a través de un diario que Murua fue construyendo casi cada día a primera hora de la mañana o a última de la tarde.
Por supuesto, como uno es también su tiempo y su lugar, hay referencias a la realidad del País Vasco y de España; a sus viajes por distintas partes del mundo invitado por ferias, congresos o universidades; a las personas que, también en lo íntimo, marcaron al autor (“nadie se puede desligar de su biografía sentimental”); a... sin olvidar a sus colegas de profesión. “En las opiniones soy bastante contundente. De la misma manera que me analizo, miro también a los otros de una manera que puede o no gustar, y es posible que haya autores a los que haya retratado de un modo... extraño. Es un ejercicio filosófico, literario, poético, experimental y sobre todo balsámico. Son opiniones de una persona que va de frente. Un collage bien estructurado aunque cuando lo iba escribiendo no era muy consciente de su objetivo, que es mostrar las bambalinas del mundo de la edición y de la escritura”.
Tras la buena aceptación que tuvo la primera entrega (“el mundo de los diarios y dietarios cada vez tiene más aceptación”), Murua espera que éste también conecte como “relato de un viaje personal, como un documento socio-literario. Al fin y al cabo, son los sentimientos encontrados entre un poeta, un editor y un hombre”.
Ahora, aunque sigue siendo responsable de la edición de la revista Luke, el autor reconoce que “cuando hablo con los editores abro muy poco la boca y escucho mucho”. No siente nostalgia de la época de Bassarai, entre otras cosas porque “en estos momentos estoy gozando como escritor”. “Me interesa la literatura de calidad y la apuesta seria y profesional. Respeto todo lo que la gente hace, pero sé distinguir muy bien lo que es bueno y lo que no. Me gustan las colecciones que se sustentan con buenos títulos y para eso necesitas tiempo. El problema está en la rapidez, en la inmediatez que se vende en este mundo de las nuevas tecnologías. Al principio, cuando empecé con la editorial, todo eran críticas, sobre todo económicas. Siempre hay espacio para los esprínters y los eyaculadores precoces, pero el trabajo bien hecho tiene que pasar, desde el punto de vista de la creación, por la duda y el fracaso”.
No hay que olvidarse, tampoco, del otro, de un “lector y ciudadano al que respeto y por eso hay que sopesar las palabras. Muchas veces la gente ni se escucha ni piensa lo que dice. Yo, en este libro, presento una reflexión contenida a través de las letras”.