Vitoria - Fueron dos conciertos consecutivos en octubre de 2014 celebrados en la sala Baratza. Mikel Urdangarin, solo con su voz y su guitarra tras estar toda su carrera musical acompañado por otros, se acercaba a sus canciones en un formato distinto, íntimo, sin protección de ningún tipo, sin más compañía que la del público. La prueba dio resultado, así que a lo largo de 2015 se llevó a cabo una larga e intensa gira, que en el caso de las tierras alavesas discurrió por lugares como Dulantzi y La Puebla de Arganzón, en cuyo transcurso apareció MMXV, disco con el que el intérprete regresa la próxima semana a la ciudad en la que reside desde hace dos décadas.
De hecho, será el Principal quien abra sus puertas el jueves 11 dentro de su recién estrenada programación invierno-primavera para volver a encontrarse con el de Zornotza en un concierto que arrancará a las 20.30 horas y que todavía tiene entradas a la venta por 15 euros (el aforo estará reducido). “Llevo 18 años en esto y aunque la gente piense lo contrario, hasta ahora nunca había estado solo delante del público”, describió ayer el cantante, guitarrista y compositor en la presentación de esta actuación, que forma parte de la recta final de una gira que concluirá en mayo y que tiene previsto salir también fuera de Euskal Herria.
Temas de este último trabajo y visitas a canciones de otras épocas compondrán un repertorio en el que los espectadores se encontrarán con un sonido diferente. “Siempre que he compuesto lo he hecho pensando que iba a tener una banda conmigo, pero en este caso ha sido distinto”, un cambio que también ha implicado volver a revisar títulos de otros trabajos. “Ha sido como un trabajo de vaciado y búsqueda de un nuevo discurso musical”.
En ese proceso que los amantes de la gastronomía de campanillas no dudarían de tildar como decostrucción, Urdangarin encuentra algo tan sencillo y complicado al mismo tiempo como nuevas emociones, sentimientos, formas en las que se siente “más expuesto”. “En un concierto, llega un momento en el que desafinas pero si estás con la banda, el sonido te arropa y no se nota tanto”, ejemplifica el intérprete, aunque al mismo tiempo defiende que solo con su voz y su guitarra “la emoción es mayor porque no la compartes con el resto de los músicos”. Eso a pesar de que, como reconoce con una sonrisa, “esta gira está siendo muy exigente sobre todo para mi voz”.
Cada cita con el público es especial, de eso no hay duda. Pero actuar en Gasteiz y en un teatro como el Principal no le pasa desapercibido. “Es la ciudad en la que vivo y está presente, de una manera u otra, en muchas canciones”, aunque no tiene previsto tocar aquellas composiciones en las que hay guiños específicos a la capital alavesa. Anécdotas a un lado, Urdangarin mira a un recital en el que habrá “intensidad”, donde intentará, como siempre, “emocionar y emocionarme”.