Cuando se cumplen cien años de su nacimiento, el próximo día 12, en el pueblo natal de Frank Sinatra, en Hoboken, Nueva Jersey, todavía sigue vivo el recuerdo del joven Franky como el del único alumno que llegaba a clase en Cadillac durante los años de la Gran Depresión en Estados Unidos. Hijo de la inmigrante italiana más influyente de la pequeña localidad con vistas a la imponente isla de Manhattan, a Sinatra le recuerdan como a un niño “mimado” que se olvidó enseguida de sus orígenes cuando se convirtió en la voz más reconocible de todos los tiempos, siempre según los vecinos y expertos con los que habló Efe en las calles que le vieron crecer.
“Naturalmente, cada vez quedan menos personas en el pueblo que le conocieran personalmente pero el recuerdo que se ha transmitido es el de un chico a cuya familia las cosas no le iban mal, que estaba muy mimado y era el ojito derecho de su madre”, explica Robert Foster, el director del Hoboken History Museum, que con motivo del centenario dedica a Sinatra una exposición especial. “Los vecinos nunca le perdonaron que se creyera más importante que el propio pueblo. Éste es un lugar relativamente pequeño y es difícil digerir que tu vecino sea Sinatra”, justifica Foster sobre el recuerdo “agridulce” de los vecinos hacia su gran estrella. “Si quería algo sólo tenía que pedírselo a su madre, una mujer italiana capaz de conseguir cualquier cosa”, explica Valery, veterana voluntaria del museo, fuente de conocimiento popular sobre la obra de Sinatra, que explica la importancia de su madre en el desarrollo de la personalidad de Frank.
Genovesa Dolly Garaventa, que llegó siendo una niña de un pueblo de Génova a Nueva Jersey se casó con Marty Sinatra en contra de la voluntad de sus padres y por su fuerte carácter y determinación se convirtió en la persona más influyente de la comunidad italiana en Hoboken, donde el gobierno local estaba dominado por los irlandeses en la época. Comadrona del hospital local, explican que practicaba abortos clandestinos, medía apenas un metro y medio y no pudo tener más hijos después de Frank, que pesó casi seis kilos, y fue así un raro hijo único en medio de una comunidad italiana local donde abundaban las familias numerosas.
Los padres de Frank -él era un bombero asmático que a diferencia de su mujer no sabía leer-, se las apañaron para gestionar un bar clandestino en plena ley seca y Frank creció en un entorno en el que todo era posible, cuenta otra asesora del museo nacida en Hoboken, Eileen Lynch. “Enseguida vivió en Manhattan y después, cuando empezó a hacer cine, se marchó a Los Ángeles, para volver solo en contadas ocasiones a Hoboken, donde aún vivían sus padres”, explica Lynch.
De la casa donde nació Franky, en la calle Monroe, ya no queda nada. Un incendio destruyó hace décadas el hogar donde nació y en el solar hay una placa en forma de estrella donde se recuerda que allí vivió sus primeros 21 años el vecino más famoso del pueblo. El próximo sábado, coincidiendo con el que habría sido el 100 cumpleaños de Frank Sinatra, se celebrará una gala especial en Hoboken y al caer la noche el Empire State se vestirá de azul, de azul Sinatra, el característico de los ojos de la estrella.
En Hoboken, la joven Grace, nieta de uno de los mejores amigos de Sinatra, prepara para el gran día un menú especial en el restaurante Leo’s Grandevouz, donde cuelgan centenares de fotografías del cantante y sus canciones son las únicas que a cambio de un dólar uno puede hacer sonar en la JukeBox. Grace explica que aquel lugar fue testigo de noches de juego y alcohol clandestino. Fue precisamente el gusto de Sinatra por el juego lo que le llevó a abrir un casino hotel en Nevada que solidificaría los rumores de su pertenencia a la mafia. “Se han dicho muchas cosas, es difícil saber la verdad”, cuenta Foster, que sostiene que a día de hoy el legado musical de Frank Sinatra está borrando el recuerdo amargo que pudieran guardar los viejos del lugar y las nuevas generaciones de vecinos de Hoboken son más proclives a recordar a la leyenda por encima de la persona. “Muchos de los que se acercan como turistas o nuevos vecinos lo hacen porque admiran la voz de Sinatra y se sienten inspirados por la historia del hijo de inmigrante que llega a un nuevo lugar para perseguir su sueño”, apunta Foster, que recuerda el verso del tema New York, New York, que reza “If I can make it here, I can make it anywhere” (Si puedo hacerlo aquí, puedo hacerlo en cualquier parte”.