gasteiz - “No hay un festival tan del género en el sur de Europa, y se nota”. Las palabras de Iker Arróniz, promotor del Gasteiz Calling que este fin de semana se celebró en el Iradier Arena de Gasteiz, dan una primera pista, a falta de que la organización traduzca en números sus sensaciones, sobre el éxito de una reunión en torno al punk que tendrá continuidad en el futuro. Eso, si no ocurre nada extraño, está asegurado. La cita trajo a Vitoria a lo más granado de un nicho musical que, para no tener futuro, lleva vivo y coleando más de treinta años y que se ha subdividido en multitud de ramas, todas presentes el pasado sábado en el pabellón vitoriano.

The Toy Dolls pusieron el cachondeo, Jello Biafra and the Guantanamo School of Medicine el punto de compromiso, y a ellos se sumaron los californianos Good Riddance, los veteranos del hard core The Casualties y, cómo no, Bad Religion, con un nuevo disco que presentar tras treinta y pico años de carrera a sus espaldas y con el respeto de todo el panorama musical ganado a pulso desde hace también un par de décadas. Y estuvo también Gatillazo, plena actualidad del punk en castellano, pero con un señor que es historia viva del género al micrófono. Evaristo Páramos empezó en esto en el mismo año que los Toy Dolls, antes del deceso de Sid Vicious, en el pasado milenio, y era la guinda del pastel para un evento que tocó todos los palos, pero sin salirse del carril.

“Básicamente la idea del festival es tener hard core, melódico, punk inglés...”, explica Arróniz, quien certifica que la singularidad del festival ha servido de reclamo para atraer a amantes del punk de todos los rincones de la península ibérica e incluso de allende los Pirineos. “Viendo las ventas de entradas, el grueso del público era de Euskadi, pero había gente de Madrid, de Valencia, de Barcelona, de Lisboa, de todas partes. Había muchos franceses... Y a la mañana el Casco Viejo estaba lleno”, señala Arróniz, que calcula una ocupación del 90% del aforo preparado para el evento en el Iradier Arena.

No sólo hubo mucha gente, es que además buena parte de los asistentes no quisieron perderse ni uno solo de los conciertos y la organización se encontró con que a las cuatro de la tarde no había camareros suficientes para atender a tanto melómano sediento. Estuvo además el tan traído y llevado asunto de la acústica del Iradier Arena, donde en el pasado más de una banda (tampoco muchas, la verdad) ha tratado de hacerse entender sin éxito.

La organización del Gasteiz Calling hizo una importante inversión para mejorar la resonancia del recinto y el resultado fue un sonido potente ya con Gatillazo en escena. Antes no sonó tanto, pero, según explica Arróniz, se debió a que no había aún público suficiente como para frenar el eco. De hecho, señala, las telas colocadas en el recinto cumplieron perfectamente con su función hasta el punto de que no se cuestiona la sede para la edición de 2016. “Nuestra idea es continuar ahí, hemos hecho un esfuerzo para solventar los problemas y Toy Dolls y Bad Religion sonaron perfecto, casi como en la Jimmy Jazz, limpio, alto, claro; sí se perdía algo en los laterales, pero es un multiusos con un montón de rebotes. A base de curro y de meter pasta el problema se puede solucionar”, explica el promotor, quien recuerda además que el sonido de un concierto depende mucho del técnico que lleve cada banda, y que si uno opta por sentarse en el segundo graderío y a un lado del escenario no vivirá una experiencia tan intensa como si se pone en primera fila.

público “militante” El Gasteiz Calling, por otro lado, destacó por la ausencia total de incidentes, la fluidez en los accesos y la entrega de un público “muy militante del punk rock”. Tanto, que lograron que unos The Toy Dolls un tanto acongojados por compartir escenario con Bad Religion se soltaran la cresta y ofrecieran un recital memorable. “Fue el broche final perfecto para la fiesta, se salieron, y la gente se salió con ellos, la verdad es que el nivel del público era muy bueno”, señala el promotor gasteiztarra.