Madrid - Intentar comprender cómo un niño de diez años puede convertirse en un terrorista suicida. Ese fue el impulso que movió al director francomarroquí Nabil Ayouch para rodar Los caballos de Dios, filme que explora los orígenes de los atentados de Casablanca de 2003, donde murieron 45 personas.
Falta de educación, estructuras familiares rotas, pobreza y desesperanza son realidades con las que se topó cuando, cinco años después de aquellos ataques, comenzó a investigar. “La religión es un instrumento usado por gente muy inteligente para controlar las mentes de los más débiles”, explicó el cineasta, que considera que los árabes y, en particular los musulmanes, son “las primeras víctimas del extremismo”. “Sus creencias religiosas se ven cuestionadas por un grupo de gente que dice matar en el nombre del islam”.
Con Los caballos de Dios -la quiebra de la distribuidora ha retrasado hasta este viernes su estreno en España- Ayouch quiere ofrecer argumentos a los musulmanes. También busca hacer reflexionar al público occidental. “El peligro a evitar es mezclar Islám con fundamentalismo, o hablar de choque de civilizaciones”, opinó el realizador.
“Este mundo árabe que hoy arde en Siria, Libia, Líbano o Irak, tiene que ver con problemas que se arrastran desde de la época de la colonización, cuando las fronteras se trazaron por intereses políticos y no en términos étnicos y de comunidades”, razonó. La película también se basa en la novela del mismo nombre de Mahi Binebine, descubierta por Ayouch después de unos siete meses de documentación y escritura. - Efe