Se buscan los restos de un varón de unos 70 años con artrosis en la espalda, casi desdentado, heridas en el esqueleto por impactos de arcabuz y la mano izquierda atrofiada. Su nombre: Miguel de Cervantes.
Con estas pistas, ha comenzado una de las búsquedas más mediáticas y ambiciosas de las últimas décadas. Dicen que Miguel de Cervantes Saavedra fue enterrado en el convento de las Trinitarias Descalzas en Madrid, el 23 de abril de 1616. Los trabajos fúnebres se realizaron allí por orden suya, en agradecimiento por los 500 escudos que esa comunidad entregó para liberarlo de la prisión en Argel. Cervantes, veterano de la Batalla de Lepanto, con la mano izquierda inútil, había sido capturado por el corsario Arnauti Mamí cuando regresaba en una galerna de Nápoles, tomado como esclavo y recluido por cinco años.
A las 10.30 horas del pasado lunes arrancó la primera fase de este proyecto que pretende localizar los restos del padre del Quijote de la Mancha, supuestamente enterrado junto con su esposa en la iglesia del convento madrileño, con el objetivo de sacarlos de una "tumba anónima" y colocarlos en una con lápida para que sus lectores y lectoras puedan visitarla. Para lograrlo, se puso en marcha un sofisticado dispositivo liderado por un equipo de técnicos, que contará con un georradar y un equipo de infrarrojos que detecta los cambios de temperatura, e identificará las cavidades donde pudieron producirse enterramientos. Se rastrearon alrededor de 200 metros cuadrados correspondientes al suelo de la iglesia actual - no es la original donde fue enterrado en 1616 Cervantes, dado que se remodeló a finales del siglo XVII- así como algunos habitáculos adyacentes, una cripta a la que no se accede desde 1955 y los muros de la iglesia. La exploración concluyó el miércoles con la satisfacción para los investigadores de haber delimitado los espacios donde puede estar enterrado el escritor.
Todo ello se plasmará en un plano tridimensional. Podría darse además el caso de que los restos del escritor se hallen en un osario común, junto con las exequias del resto de cuerpos enterrados en la iglesia hasta el momento de su remodelación. Esta primera fase cuenta con un presupuesto inicial de 12.000 euros. Una vez se obtenga el plano tridimensional comenzará la segunda fase del proyecto: si se considera viable y se obtienen los permisos necesarios, será el forense vasco Francisco Etxeberria quien dirija una excavación selectiva y cuidadosa para recuperar restos óseos que puedan corresponderse con los del escritor.
La tercera fase, que ahora se atisba lejana pero que se espera que pueda concretarse durante este año, consistiría en analizar los restos en el laboratorio e identificar cuáles de ellos son los de Cervantes. "Si no se ha rastreado antes, es porque no se tenían los medios técnicos", expone el investigador Fernando de Prados a Efe, quien insiste en que "está probado y documentado que Cervantes se enterró (en el convento) y que jamás ha salido de este lugar". Para los investigadores, queda ahora esperar a que los próximos pasos sean exitosos y los restos de Cervantes se recuperen para el año que viene, cuando se celebra el cuarto centenario de la segunda parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha.
otros desaparecidos A Cervantes se le busca precisamente en la calle madrileña que recuerda a su enemigo íntimo, Lope de Vega, que fue enterrado tras su muerte en 1635 en la iglesia de San Sebastián, ubicada en la calle Atocha. Fue su amigo el duque de Sessa el que se encargó de costear los gastos iniciales del entierro de Lope, pero con el paso del tiempo el dramaturgo fue arrojado al parecer al osario común de la parroquia, dado que nadie se hizo cargo de la cantidad que debía pagarse por el nicho.
Tampoco el otro gran dramaturgo del Siglo de Oro, Pedro Calderón de la Barca (1600-1681), tuvo un descanso eterno en la parroquia en la que expresó su deseo de ser enterrado: la antigua iglesia de San Salvador de la capital madrileña, concretamente en la bóveda de la capilla de San José. Al derribarse el edificio se le trasladó temporalmente hasta un cementerio, y de ahí al Panteón de los Hombres Ilustres de la iglesia de San Francisco el Grande en el siglo XIX y poco después otra vez a la iglesia, la de San Pedro Apóstol, donde permanecieron hasta que fue asaltada en 1936.