El cantante de Colplay ha definido a Arcade Fire como "la mejor banda de la historia", mientras que Springsteen y U2 han compartido escenarios con ella. Los canadienses, una de las bandas alternativas con mayor éxito de la última década, regresan con su 4º disco, Reflektor (Universal), en el que dan la espalda al pop épico con apoyo de Bowie y la producción de James Murphy (LCD Soundsystem). El martes editan un disco doble, valiente y ambicioso en el que coquetean con la música de baile, el punk, el reggae, la electrónica y los sonidos caribeños. "Muchos artistas se pierden al perseguir el éxito y terminan matando lo que les trajo el triunfo en primer lugar", asegura su líder, el cantante Win Butler.
Se les podrá tildar de muchas cosas, pero no de cobardía. Lejos de adocenarse y caminar por territorios ya trillados y refrendados en listas y escenarios, Arcade Fire, que van camino de cumplir una década desde que editaron Funeral, han optado por evolucionar y arriesgar con su cuarto disco. "Ese ha sido siempre nuestro objetivo. Nunca quise estar en una banda que no pudiera tocar cualquier música que quisiéramos y creo que cada disco ha sido un proyecto en sí mismo", explica Butler, que adelanta que "algunas de las cosas del disco van a sorprender".
No le falta razón a una banda que ha medido con precisión este lanzamiento. Primero supimos del videoclip filmado por el también fotógrafo y cineasta Anton Corbijn y después llegó una profusa campaña publicitaria que les ha mantenido de actualidad constante con adelantos puntuales de noticias y canciones. Queda poco en su repertorio actual de aquel pop intenso, épico y grandilocuente que alternaba el rock con himnos de estadio (Rebellion-lies, Wake up, Ready to start, Keep the car running?) y una instrumentación de espíritu folk y camerístico.
Arcade Fire, que firman también la banda sonora del próximo film de Spike Jonze, Her, protagonizado por Scarlett Johansson y Joaquin Phoenix, grabaron Reflektor en Jamaica, Montreal y Nueva York. Llegaron a trabajar con "casi 60 canciones", por lo que les ha quedado un disco doble -13 temas, 75 minutos de duración- en el que se nota la mano de su amigo James Murphy, que ha oficiado como productor tras la disolución de LCD Soundsystem, especialmente en la orientación claramente bailable del repertorio y en sus estructuras minimales. Se advierte desde el tema titular e inicial esa marcada orientación bailable, con un tema que remite a Talking Heads, mantiene el habitual tono épico del grupo y que cuenta con Bowie a los coros. "Fue como conocer a un mentor, alguien que ha navegado por el pop y cosas experimentales. Hay pocos modelos a seguir que tienen tanto éxito como él", según Butler.
Diversidad El resto de disco es un tobogán de ritmos y estilos. De la base rítmica de We exist, que remite tanto a The Cure como a "Los Bravos!, al reggae de Flashbulb eyes, que nos retrotrae a los últimos y cosmopolitas The Clash, pasando por los arreglos caribeños de Here comes the night time, que revelan el árbol genealógico haitiano de Régine Chassagne, vocalista, batería y pareja de Butler. Apenas hay paja, solo Porno y la excesivamente larga Supersymmetry, que, por comparación, elevan el tono con el inicio punk de Joan of Arc; el cruce del Bowie alemán y la Velvet que propone Normal person; la alegría de las palmas, el ritmo incontenible a lo Motown y los efectos del Sandinista de You already know; o los ecos de los New Order más bailables, con base electrónica, sintes y coros celestiales (ecos de Sympathy for the devil) y guitarras imparables.
En cuanto a las letras, resulta curioso que Butler y Reggine compartan versos sobre las dudas en las relaciones amorosas: en Reflektor tilda el amor de prisión y cantan "si esto es el amor no sé su razón de ser/si no puedo encontrarte no me importa/pensé que había encontrado una manera de acceder, era solo un reflejo?/si esto es el cielo, necesito algo más"; mientras que en Here comes the night time le cantan a la pérdida pero con esperanza: "¿cuándo el amor desaparece, adónde va?".
Disco difícil, arriesgado y ajeno a factores externos, sorprenderá a (casi) todos. Aunque todavía es pronto y solo el tiempo y las escuchas dictarán sentencia, algunos ya lo definen como el Exile on main street, el Achtung Baby o el Kid A de los canadienses, por la valentía de su contenido y su capacidad para afrontar el presente sin deudas con su pasado, caminando de la mano del riesgo sobre un campo minado del que solo el futuro mostrará si sobreviven, manteniendo su estatus de grupo millonario sin restar un ápice de su radical independencia.