parecía que todo lo que sonase a galaxia Guttenberg había quedado arrumbado por el poder de la imagen, la informática y las nuevas tecnologías de la comunicación. Los más agoreros vaticinaban que la escritura iba a quedar en el olvido o relegada en viejos scriptorium como cuando en la edad media llegó la obscuridad de los modos bárbaros y fueron los monjes que en los monasterios de toda Europa salvaron los restos de las culturas clásicas, griega y romana fundamentalmente, como bien recogió Humberto eco en su novela El nombre de la Rosa. En el momento más álgido de la expansión digital, muchos autores vaticinaron el analfabetismo de nuestros jóvenes enfrascados en nuevos soportes de comunicación que iban a volver ágrafos a los usuarios encandilados por móviles, tabletas, ipads y otros ingenios de las multinacionales de la informática. Los sms o mensajes telefónicos vía móvil y sobre todo los wassap y tabletas han revolucionado los modos de comunicar que han vuelto a explotar de manera exagerada la escritura como mecanismo de comunicación elemental. Millones y millones de mensajes escritos todos los días circulan por la red de redes y permiten una comunicación abierta y continuada a base de escribir, escribir y escribir. Cuando se creía que correos iba a cerrar por falta de cartas escritas, resulta que las últimas tecnologías permiten la escritura como instrumento básico de relación entre los usuarios de internet. Las múltiples experiencias de este nuevo desarrollo de la escritura en internet ha provocado la aparición de abundante bibliografía sobre el asunto, que preocupa a lingüistas, filólogos y teóricos de la comunicación que exploran las nuevas posibilidades de la escritura. Mario Tascón ha publicado Escribir en internet en el que aconseja sobre la escritura en las redes sociales con la colaboración de la Fundeu, preocupada por la lengua en los medios.