londres. El director de orquesta británico Colin Davis, fallecido el domingo a los 85 años, es considerado una de las mayores figuras de la música clásica en el Reino Unido, donde lideró las principales instituciones e inspiró a generaciones de músicos. Su capacidad para cautivar al público se reconoció con galardones como el Brit de música clásica en 2008 y varios Grammy, entre ellos en 2006 por su ópera Falstaff para la Orquesta Sinfónica de Londres (LSO).
Es en la LSO donde discurrió buena parte de la carrera de este especialista en Mozart y Berlioz, pues se convirtió en su presidente en 2007 tras ser su principal director entre 1995 y 2006, el periodo más largo desempeñado por ningún maestro. Su debut en 1959, aún como director autónomo, marcó un giro en su trayectoria que le llevaría a encabezar las principales orquestas y a consolidar un estilo grandioso y apasionado, capaz de inspirar tanto a los músicos como al público. En el Royal Opera House de Londres, que dirigió entre 1971 y 1987, definió una era de "visión y energía", como reconoció ayer el director musical Antonio Pappano, quien describió a Davis como "un coloso" de la música.
Nacido el 25 de septiembre de 1927 en Weybridge, en el sureste de Inglaterra, Davis fue el quinto de siete hermanos en una familia de modestos recursos amante de la música clásica, a la que se aficionó desde una edad temprana gracias a un gramófono que había en su casa. Un pariente acomodado le costeó los estudios de clarinetista en el colegio Christ's Hospital, tras lo cual obtuvo una beca para el Royal College of Music, donde, al no saber piano, no pudo formarse como director de orquesta. Fue sin embargo la dirección musical la que eligió como profesión, en la que se embarcó primero como director autónomo, después de tocar el clarinete durante años incluso en la banda de la Caballería Real durante su servicio militar.
trayectoria En 1957 consiguió su primer trabajo fijo como director adjunto de la Orquesta de Escocia de la BBC y su carrera fue en ascenso cuando, en 1959, sustituyó por enfermedad a Otto Klemperer en la ópera Don Giovanni de Mozart en el Royal Festival Hall (Londres). Ese mismo año debutó en la Sinfónica de Londres, cuando se ganó la fama de ser un director temperamental, dado a los arrebatos. Esa reputación, que él atribuyó posteriormente al ambiente hostil que encontró en la LSO y a la arrogancia de la juventud, se atemperó en años posteriores, cuando se le conocía más por su sensibilidad y generosidad musical.
En 1961 fue director de la Ópera de Sadlers Wells -que después se transformaría en la English National Opera- y en 1967 se convirtió en el director de la Sinfónica de la BBC, otra de las grandes instituciones que encabezó en el Reino Unido. En esta época, su vida familiar se desmoronaba con su separación de su primera mujer, la soprano April Cantelo, con la que tuvo dos hijos, para casarse con la iraní Ashraf Naini, fallecida en 2010, con quien tuvo otros cinco hijos. En la década de los 70 dirigió la Real Ópera de Londres, periodo en el que obtuvo críticas mixtas con algunas actuaciones abucheadas por el público y demolidas por la crítica.
No obstante, acabó triunfando con su versión de obras de Mozart, Berlioz y Tippett y destacó también por promover el trabajo de compositores del siglo XX, como Stravinsky, Berg o el inglés Benjamin Britten.