Están en Logroño antes de llegar a Gasteiz y después seguir a Valencia, Zaragoza... ¿Esto de la crisis no le afecta a Tricicle?
Nos afecta como lo hace a todo ciudadano. Al inicio, en 2008, parecía que los teatros aguantaban bien porque en ese momento la crisis era algo que aparecía en los periódicos pero todavía no había llegado de manera tan directa a la gente. Pero ahora, es diferente. Venimos, por ejemplo, de una temporada en Madrid y hemos notado un descenso de público. Nosotros hemos optado por no subir precios. De hecho, en Vitoria creo que nuestras entradas cuestan lo mismo que en nuestra última visita. La subida del IVA nos la comemos nosotros. Pero bueno, el mundo del teatro, o eso dicen, siempre está en crisis. Dependemos del público, que es algo maravilloso. Y les hacemos reír como siempre y la gente agradece olvidarse de la crisis durante una hora y media. Somos un poco como un bálsamo en estos momentos.
Después de tantos años, ¿cómo se hace para crear este 'Bits' y ofrecer algo que mantenga la marca de la compañía pero sea nuevo?
Teníamos unas cuantas ideas pero muy sueltas, situaciones cotidianas, absurdas, que nos pasaban por la cabeza así como cuestiones de otros espectáculos que se habían quedado por ahí, y decidimos buscar un formato que arropara todas esas propuestas. Y encontramos la idea de Internet. Es una red que nos conecta con la actualidad y que también engloba muchas cosas, desde Facebook hasta Wikipedia, y eso nos sirve para colocar esas ideas diferentes y diversas que teníamos. Ha salido un espectáculo muy ágil, diverso y divertido y hemos podido hacer lo que nos apetecía. Son situaciones tan diferentes que nos ha abierto un gran abanico de posibilidades.
Por cierto, ¿cómo se mueve usted en estos mundos del ordenador?
Utilizo bastante Youtube para ver cosas, el correo electrónico, Facebook para pasarme información con amigos..., pero nunca le dedico más de una hora al día. Para mí sigue siendo una máquina que me ayuda pero que no me atrapa.
Con una gira de cuatro años por delante, la maleta irá cargada de energía, ¿no?
Llevamos 33 años dando vueltas por el mundo y ya estamos entrenados. Lo que ocurre es que tenemos más edad, pero bueno, también intentamos que los espectáculos se adapten a esa circunstancia. Mira, en este montaje hemos hecho un homenaje a tres viejecitas que hacíamos en el 84 que viajaban al Vaticano, y las hemos recuperado porque nosotros mismos estamos más cerca ahora de ellas que en el 84 (risas).
¿Dónde está la clave para hacer que su 'ménage à trois' siga funcionando sobre el escenario?
En el respeto por el trabajo y las ideas de los otros. Llevamos 33 años en los que también nos han ido muy bien las cosas. Los grupos, e incluso los matrimonios, se rompen cuando las cosas no van bien. Hemos hecho lo que nos ha apetecido y hemos vivido gracias a ello, que es una de las cosas más maravillosas que te pueden pasar. No hemos tenido grandes discusiones. Como mucho, los problemas que hemos podido tener han venido en los momentos de creación porque tenemos que confrontar y consensuar las ideas de todos ya que cuando sales al escenario tienes que hacer lo que te gusta. Si lo que haces no te gusta, y más en la comedia, nunca funcionará.
De todas formas, aquí han actuado incluso en teatros que ya no existen. ¿Después de 33 años hay peligro de que salir al escenario se convierta en algo funcionarial?
No te digo que no. Una hora antes de actuar, te voy a ser sincero, muchas veces me quedaría en el hotel o en casa o me iría al cine con la familia. A veces da pereza entrar en la rutina de actuar. Pero también te digo, y espero que me creas, que toda vez que empieza el espectáculo y ves al público reírse, te olvidas de todo. Yo cada día me divierto actuando. En estos años, nadie que nos haya visto nos ha dicho que parecíamos máquinas de actuación sobre el escenario. Cuando los tres actuamos, nos lo pasamos bien y, además, nos corregimos, lo que es señal de que el montaje está vivo.
Antes del estreno en Alicante, comentaron que tal vez ésta era la última propuesta con ustedes sobre las tablas y se armó una...
Creo que fue en una entrevista que hicimos en Barcelona antes del estreno. Y lo único que comentamos es que quizá era el último montaje tanto por lo que nos había costado el proceso de creación como por el hecho de que cuando termine la gira estaremos ya cercanos a los 60, y eso es importante teniendo en cuenta el teatro físico que hacemos. Ya no podemos hacer lo de hace dos décadas. Y, como dices, aquello tuvo mucho eco. Pero no sabemos qué va a pasar. Es una posibilidad. Cuando terminemos la gira ya veremos cómo estamos, si la crisis nos obliga a seguir, si la jubilación todavía existe (risas). Además, nos gustan muchas facetas del mundo del teatro que no son sólo la representación. Aunque dejemos de actuar de una manera regular no vamos a abandonar el teatro.
Pero también tiene que dar un punto de orgullo que se organice la que se montó tras esa entrevista.
Sí, porque eso quiere decir que nos quieren. Seguimos con la costumbre de saludar al público en el hall del teatro a la salida y mucha gente nos dice que no nos retiremos. Si se hacen manifestaciones en España para que no nos retiremos, como sucedió en Vigo cuando iban a descender al Celta por cuestiones económicas, lo pensaremos (risas).
Mucha gente les ha acompañado en estos años, pero ¿cómo se engancha a los nuevos públicos?
Somos observadores de la vida, de lo cotidiano, de la realidad y llevamos eso al teatro. Creo que ahí está la clave. Bits es un ejemplo de cómo queremos estar al día. Además, siempre hemos tenido un ritmo de actuación muy rápido, parecido a los spots de publicidad o al cine que se hace ahora. Así la acción es más viva y eso conecta con las nuevas generaciones. Y la gente que nos veía hace años, ha crecido, se ha casado, ha tenido hijos y ahora viene con ellos. Tenemos un público muy heterogéneo y amplio. Puedes ver a una señora con abrigo de pieles y a un joven rockero, y lo bueno es que todos se ríen.