El arte no es para los museos, es para el hombre, ¡para el hombre!", decía Oteiza, seguramente gesticulando, enérgico. Si hay un artista que no entiende de fronteras en la creación, es él. Por eso no era amigo de paredes sobre las que exhibir obras, sino de ventanas abiertas, siempre, hacia nuevas posibilidades.
Y son muchos los creadores que, siendo receptivos a ese mensaje, han explorado a través de Oteiza con sus propios lenguajes, tan variados como la danza, el cine, la poesía, el teatro, la música o, claro está, la escultura, la pintura o la instalación. Sus creaciones, nuevas posibilidades, son reflejo de la huella que el genio de Orio ha dejado en este mundo. En cada universo interior de esos seres humanos para los que él hizo arte.
poesía
Un inconformismo único
Oteiza habita en muchas voces de poetas que han valorado su singularidad y se han dejado contagiar por su rebeldía. En el caso de Carlos Aurtenetxe (San Sebastián, 1942), el contagio mutuo duró mucho tiempo: "Nos conocimos en el año 63, y ahí empezó una relación que no paró, en lo intelectual, en lo poético y en lo humano, como amigo, como hermano... era todo al mismo tiempo. Algo extraordinario", recuerda hoy este poeta, autor de Jorge Oteiza, la piedra acontecida (Editorial Bermingham, 2000). En palabras de Aurtenetxe, "es imposible conocer a Oteiza y que no te influya. Cualquier persona de la calle pasa al lado de él y no pasa en balde. Tenía tal fuerza que era arrollador, y a mí me resultaba muy natural y atractivo entrar en ese río", dice. Del Oteiza poeta destaca su manera de escribir "absolutamente insólita y original. No se parece a nadie. Además, su obra es de una profundidad total, con una precisión de la palabra fuera de todo", cuenta Carlos Aurtenetxe, para quien la obra Androcanto y sigo "no fue en absoluto reconocida como merece, tampoco fue bien movida... no cayó en un ambiente propicio". Para él, Oteiza era "sencillamente excepcional" y -apunta- "tenía una conciencia agónica, unamuniana. En Oteiza todo es caída, incluso el vuelo".
Alfonso Pascal Ros (Pamplona, 1965) destaca del artista de Orio su "conciencia de creador insobornable". En la obra de este poeta navarro también habita Oteiza; más en concreto, en su libro Cuaderno para Miguel [Oteizas] (Bermingham, 2008) y en poemas como Branquial (1993, de su obra Principio de Pascal). En palabras de Pascal Ros, la manera de crear de Oteiza "no puede entenderse sin la rebeldía". "Sus indignaciones ante todo lo que un hombre, un creador, un poeta puede indignarse, están en sus versos antagónicos, que envuelven la rabia ante la injusticia, el clamor ante lo no digno, los inquisidores y jetas", afirma el poeta navarro, que "a pesar de las distancias generacionales" ha "devorado" y se ha "empapado y entusiasmado" con autores con los que lo hizo Oteiza: entre otros muchos, Celaya, Pablo de Rokha, Vicente Huidobro, y sobre todo, Blas de Otero y César Vallejo.
Para el poeta Emilio Varela (San Sebastián, 1965), "toda la obra de Oteiza nace de una visión poética del mundo", y de ahí que su acercamiento a su rico legado haya sido siempre "desde la intuición y nunca desde el ámbito académico, pues a Oteiza, a su pensamiento y obra, no se les puede domesticar en una escuela". Cuando en 2003 Varela publicó Las fuentes de arena (Premio Iparragirre 2002), ya su editor Félix Maraña destacaba el influjo en su libro del pensamiento poético del creador de Orio. "La obra y el pensamiento de Oteiza pasaron de una imaginación simbólica del espacio a una conciencia metafísica del límite y de la inexistencia. O de forma más sencilla, lo que en la estatua eran vacíos abstractos que llegó a aislar para concluir su investigación estética, luego en su poesía fueron ausencias que sus palabras llenaron de sentido", dice el poeta donostiarra.
Francisco Javier Irazoki (Lesaka, 1954) reconoce en Oteiza a un "pedagogo de la indocilidad". "Cuando éramos jóvenes veinteañeros, él fue un maestro del inconformismo. Contra la planicie cultural y la siesta artística, Oteiza nos instruyó en la rebeldía", dice. El poeta navarro destaca "la sustancia única y personal que envuelve las formas poéticas de Oteiza, que son herederas del constructivismo ruso y Henry Moore". "Oteiza tuvo, además, el ingenio e inconformismo admirables para dar un puntapié verbal a los tópicos y transformarlos en otra realidad. Recuerdo el día en que a mi esposa y a mí nos señaló el monte San Antón, llamado Ratón de Getaria. Dijo: 'Este país me ha decepcionado. ¿Qué se puede esperar de un país al que por fin llega una ballena muy hermosa, decide quedarse con nosotros, y la llamamos Ratón?". Para Irazoki, "por desgracia, la poesía de Jorge Oteiza no ha sido disfrutada, difundida y analizada como merece. Es necesaria una edición en alguna editorial nacional de prestigio que garantice una difusión más amplia", defiende.
danza
La universalidad del cuerpo
¿Cómo se baila a Oteiza? Seguramente esta pregunta se la hicieron los bailarines y coreógrafos de Fueradeleje y Kukai cuando decidieron dialogar desde el lenguaje de la danza con el creador de Orio. "Oteiza es muy minimalista, muy reflexivo y en ocasiones puede llevarte al caos. En términos de análisis de movimiento, te sugiere un movimiento lineal, constante y en ocasiones fluctúa para llevarte al vacío, al recuerdo", cuentan Iñaki Fortún y Virginia Oroz, bailarines de la compañía Fueradeleje y participantes en el espectáculo Huts inspirado en Oteiza, con música original del Centro de Música Contemporánea Garaikideak. El montaje, que se estrenó en 2012 en el Centro Huarte, rinde homenaje al creador de Orio partiendo de seis de sus esculturas presentes en la ciudad de Pamplona. "En nuestro caso, se nos asignó Momento Espiritual (situada en el parque de Yamaguchi)", cuentan Fortún y Oroz. "La coreografía era para tres bailarines, lo que nos dio pie a componer y descomponer el espacio, jugando con el vacío entre los cuerpos, y en otras ocasiones ocupando el vacío. Profundizar en su obra nos abre nuevos horizontes", reconocen. En cuanto al lugar que ocupa hoy la obra de Oteiza, los bailarines creen que está "valorada y difundida en su propio museo, aunque es una pena que la gente no se acerque, porque es una maravilla. Lo que no es tan conocida es su filosofía, pero sucede con el arte contemporáneo en general. Requiere tiempo, reflexión y sosiego, algo que nuestra sociedad no está dispuesta a entregar", opinan.
Para la compañía Kukai, crear el espectáculo multimedia Otehitzari biraka (Girando a Oteiza), en coproducción con Tanttaka Teatro, fue "un reto, nos propusimos utilizar elementos de la danza tradicional y moldearlos al pensamiento y los dichos de Jorge Oteiza", cuenta Jon Maya, director de la compañía y coreógrafo del espectáculo, que se vio en Burlada en 2008 y que aúna disciplinas como la danza, la música, el vídeo y la poesía. "Lo abordamos de una forma sobria, minimalista. Es danza con un carácter tradicional, pero desde un punto de vista abierto en sus formas y expresiones", apunta Maya, quien sostiene que el concepto que guía la actividad de Kukai tiene mucho que ver con el pensamiento de Oteiza. "El ser universal desde lo propio, es clave para nosotros. Kukai parte de la danza tradicional vasca para realizar espectáculos contemporáneos", cuenta. El director y coreógrafo no sabe "si algún día Oteiza recibirá el reconocimiento al tamaño de su figura. Siempre se recuerda su mala leche, las broncas en su fundación, etcétera. Pero su legado a la cultura vasca, sus bases filosóficas, lo que supone su obra en el arte mundial... Tiene aspectos muy desconocidos para el público en general. Todavía es una figura a conocer y descubrir".
teatro
Crear para actores-activistas
Para el grupo de teatro amateur Kromlech, Oteiza ha sido tan influyente que inspiró incluso su nombre, símbolo del vacío escultural del artista. "Posiblemente la mayor infuencia viene dada por cómo entiende él la cultura y el arte: como un bien básico, donde cada ciudadano y ciudadana pueda intervenir directamente, no solo como espectador, sino como actor-activista", explica Josu Castillo, miembro de Kromlech. El grupo se introdujo en el "apasionante mundo de Oteiza" de la mano de Iñaki Arzoz, que escribió para ellos Operación Oteiza, montaje que se estrenó en 2008 en Huarte. Una obra de texto dirigida por Ana Maestrojuan que recorre las estaciones artísticas y vitales del genial creador.
"Oteiza tocó todos los palos. Dentro de su multidisciplinariedad artística, existe también un borrador de una obra teatral que no llegó a ver la luz", cuenta Josu Castillo. De hecho, en los años 80, Oteiza colaboró con la Compañía de Teatro Maite Agerre. A pesar de su riqueza creadora, opina Castillo, el artista de Orio no es lo suficientemente conocido: "Basta con hacer una encuesta en cualquier plaza o pueblo de nuestra geografía, para descubrir que se desconoce completamente a Oteiza. Como mucho, la mayoría situaría la existencia de un museo con ese nombre en Alzuza, y punto. Oteiza teorizó sobre las escuelas de arte en las propias escuelas, habló de introducir el arte en la infancia, y eso supone romper con la metodología existente en la enseñanza". Castillo lamenta que a Oteiza se le haya "encerrado en un mausoleo". Y reflexiona: "La pregunta que cabe es cuánto miedo produce en el poder que su obra trascienda más allá de las paredes museolisticas de Alzuza".
cine
Nuevas búsquedas
A finales de 1950, cuando decidió abandonar la escultura, Oteiza volcó sus inquietudes estéticas en la que quizá sea su faceta menos conocida: la cinematográfica. En el cine el creador de Orio buscó un rol social y pedagógico para el arte, y de la mano del mecenazgo de Juan Huarte, quién creó en 1963 X-Films, orientó esa nueva búsqueda en su proyecto de producir una película de ficción, Acteón, que no llegó a cristalizar. Sus intentos en forma de guiones -Escenario de Acteón y Estética de Acteón- se abordan en el libro Oteiza y el cine (2011), editado por el Museo de Alzuza y el Reina Sofía.
Las reflexiones de Jorge Oteiza sobre el cine, su estética y su papel en la sociedad han guiado a cineastas como Víctor Erice, Paulino Viota o Javier Aguirre. Este último realizó la película Uts/Cero (1979) en homenaje a Oteiza (y a Malevich), dentro de su proyecto experimental Anticine. Además, el creador de Orio es el principal inspirador de la película Contactos (1970) de Paulino Viota. El propio realizador sitúa el origen de su mediometraje en el libro Quosque tandem. "Me inspiró sobre todo la idea del espacio vacío que él aplicaba a la escultura. Contactos se concibió como un mundo cinematográfico lleno de vacíos. La idea del sentido espacial de Oteiza, donde los elementos materiales son necesarios para delimitar los vacíos, para que estos cobren presencia, nosotros la trasladamos al tiempo", explicó Paulino Viota a este periódico en 2010.
Entre las películas que han abordado a Oteiza, se encuentra el documental producido recientemente Casa vacía, de Jesús María Palacios, un personal recorrido por la casa-estudio que compartieron en su día en Irún Jorge Oteiza y Néstor Basterretxea; o el documental sobre Oteiza y Lazkano Laboratorio de Tizas, de Francesca Bartellini.
música
Un sonido lleno de posibilidades
Un artista como Oteiza tenía que disfrutar de la música. Son conocidas sus vinculaciones con compositores como Aita Donostia, Fernando Remacha, Agustín González Acilu, Luis de Pablo o Karlheinz Stockhausen, y su inquietud y colaboraciones con músicos de su tiempo. También su interés por la música clásica, las vanguardias del XX, el jazz y la música vasca -en especial las pastorales, el bertsolarismo y la txalaparta-.
Entre los compositores en los que ha dejado huella, se encuentra Ramón Lazkano (San Sebastián, 1968): "Su obra y sus escritos me han aportado ideas e interrogaciones muy distintas, provocando tomas de posición a veces antagónicas. Quizás es esto lo más destacable de mi relación con su obra: la posibilidad de la controversia, de la contradicción, del dialogismo", cuenta el compositor donostiarra afincado en París, autor de la colección de obras de cámara El Laboratorio de Tizas. De ellas dice que no es que estén inspiradas directamente por Oteiza, "sino que al ir tomando forma y comenzar a existir, mis piezas revelaron una forma de afinidad con el modelo del Laboratorio Experimental de Oteiza". Esta vinculación se aborda en el documental Laboratorio de Tizas de Francesca Bartellini, estrenado en Pamplona en 2008. Para Lazkano, lo más destacable de Oteiza es su "empeño en pensar la escultura y la creación, en buscar una forma de emoción profunda y atemporal, casi irracional, a través también de la palabra, de la posibilidad de decir el arte".
Por su parte, Yolanda Campos, intérprete y compositora del Centro de Música Contemporánea Garaikideak, se acercó al lenguaje de Oteiza, junto a otros músicos de su mismo centro, para dar forma al espectáculo Huts, que aúna música de cámara, danza y audiovisual. "Es una aproximación al vacío sobre el que experimenta Oteiza, que se articuló mediante uno de sus poemas: La tierra es para todos", explica Campos. Para Garaikideak, este proyecto supuso "un salto muy importante respecto de la primera producción, Música Inaudita, tanto en la producción, ya que convergen varias disciplinas, como en la complejidad del uso del espacio escénico", dice Yolanda Campos, quien no encuentra mejor forma de resumir la importancia del creador de Orio que refiriéndose a una cita del propio artista: "El arte, dicen los críticos de arte, transforma el mundo; pero lo que transforma es al artista en un hombre libre; y estos hombres libres son los que transforman el mundo".
artes plásticas
El maestro
Había que cerrar este recorrido multidisciplinar de Oteiza con los creadores plásticos. Son tantos los que han dialogado con Oteiza y se han adentrado en su lenguaje universal, que es imposible dar voz a todos. Pero que quede huella al menos de cómo le recuerdan y cómo ven su obra unos cuantos.
José Ramón Anda (Bakaiku, 1949) reconoce "la impronta y profundidad de su arte, su pensamiento, su vitalidad contagiosa y entusiasta. Todo eso ha dejado en mí una profunda huella". El escultor navarro recuerda al de Orio, al que conoció en el año 1972 en una exposición colectiva de Escultura Vasca en Madrid, "moviéndose e indagando entre las Vanguardias históricas, como heredero de ellas y la Prehistoria". "Para mí Jorge Oteiza es el paradigma del artista total", añade Anda, quien destaca especialmente de él su defensa y trabajo en favor "de la capacidad del arte como elemento transformador de la sociedad y del ser humano".
El primer contacto de Koldo Sebastián (Pamplona, 1961) con Oteiza fue a principios de los 70, cuando visitó en una excursión escolar el Friso de los Apóstoles de Arantzazu. "Sin saber quién era Oteiza y sin tener conciencia alguna del valor de su figura, aquella fachada de la basílica mojada por la lluvia dejó una impronta en mí", cuenta. Años después, su interés creció en paralelo a su dedicación a la abstracción geométrica. Sebastián destaca de Oteiza sobre todo "su actitud exploradora, que transmitió a través de su labor de laboratorio. Son un filón de filones, un universo de posibilidades constructivas". Como el creador de Orio, Koldo Sebastián también aspira a "producir una comunicación espiritual" a través de los objetos que construye.
En palabras de Iñaki Ruiz de Eguino (San Sebastián, 1953), "en Oteiza existió de un lado el filósofo que asentía a dudar frente a la vida, y de otro el poeta que aseaba el arte. Supo vivir siempre abierto a las preguntas, y así avanzó en su empresa teórico estética. Él intuía que el artista que sabe reconocer sus equívocos tiene abierta la puerta del misterio". El artista guipuzcoano reconoce que Jorge Oteiza le transmitió un valioso legado: "Me dio la opción a coincidir y a discrepar de sus teorías. Eso nos permitió entendernos mejor", cuenta Ruiz de Eguino, que define al creador de Orio como "una persona sin necesidad de máscara, que tenía una personalidad compleja, bipolar al entender de muchos. Era su coartada para poder Ser Oteiza, porque Ser, es ser distinto. Y fue poeta antes que escultor", dice. Su contacto con él le permitió "descubrir las posibilidades de la escultura, obligándome a indagar desde lo ya conocido hacia algo particular".
Faustino Aizkorbe (Olloqui, 1948) destaca "la vitalidad, la energía y la gran generosidad" de Oteiza, que, dice, "era un gran comunicador". "Con ese carácter tan fuerte que tenía me expresó todo el sentir de la escultura, me hizo salir de la forma y llegar al interior de la obra de arte, me influyó enormemente. Yo tenía entonces 18 ó 20 años, estaba con los ojos abiertos, y aprendí de él cómo ver, cómo mirar, cómo observar... Fue muy enriquecedor", cuenta Aizkorbe, quien recuerda sobre todo que Oteiza decía siempre, respecto a la escultura, "que hay que trabajar. Hay que trabajarla y sentirla. Sin esfuerzo no hay escultura, decía. Y te lo transmitía de forma muy directa". Para Faustino Aizkorbe, Oteiza no está tan cerca de la sociedad como querría: "Falta hacer más actividades en torno a su obra, está un poco abandonado. Y su museo podría tener mayor afluencia de público, está un poco alejado de la sociedad".
En una nueva generación de artistas, Pello Irazu (Andoain, 1963) también tiene en Oteiza a "un referente, en su intento de dar sentido a un proyecto artístico, entendiendo el arte como una herramienta de conocimiento y de construcción de la persona que posteriormente pondría sus capacidades al servicio de la sociedad". "Oteiza fue un creador transgeneracional. Y si las generaciones anteriores ayudaron a mitificar al artista, a la mía le tocó deconstruir al mito; es decir, desvelar las contradicciones inherentes al recorrido artístico de Oteiza y al intento de aplicación directa de sus recetas estéticas, tanto en los artistas como en la sociedad. Porque la clarividencia de sus reflexiones fue de la mano con la dificultad de adaptarlas a la realidad social y cultural que le tocó vivir", reflexiona Pello Irazu, quien añade que "a pesar de ello es innegable la capacidad de Oteiza para señalar los puntos ciegos de esa realidad, y de crear debate en cada momento". La grandeza de Oteiza, apunta el artista de Andoain, reside que "su arte no trata solamente de la expresión del artista, sino que le permite distanciarse y reflexionar".
Para Juan Gorriti (Oderitz, 1942), Oteiza fue sencillamente "un maestro". "Con ese carácter que es como la naturaleza misma, que te da todo y a veces te lo quita, Jorge fue un ventanillo que me abrió a las posibilidades del arte. Recuerdo los encuentros con él al lado del fuego y con un gran queso... Cogía una caja de zapatos, unas tijeras, ¡y te hacía una escultura! Jorge te explicaba todo con tanto cariño... Él era las formas, era el espacio, y me enseñó a sentir y a enamorarme del entorno en el que vivo. Para mí Jorge no ha muerto, se le ha olvidado respirar".
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