En medio del pesimismo en el que está inmersa la sociedad en general y la cultura en particular, sorprende el optimismo con el que año tras año, desde que dura la crisis, los galeristas (no tanto los artistas) afrontan la feria de Arco. Pero el arte es así, un juego de apariencias, y una cosa son los artistas y los espectadores ante sus propuestas y otra las galerías y las obras que deciden mostrar en una feria que es de ellas, con la idea no tanto de dar una imagen de lo que acontece, sino de demostrar que, pese a todo, sigue habiendo vida en el mundo del arte. Y mientras más grita en primera fila la sociedad, más en la retaguardia parece estar la feria y el arte que allí se ve. Un optimismo contenido, eso sí, en la línea de la contención que impera en el arte, con propuestas más clásicas y menos arriesgadas, pensando en el coleccionista privado internacional como destinatario, una vez que han desparecido las instituciones. Esa es la apuesta de esta edición de Arco, tratar de buscar nuevos mercados y competir en esa internacionalización con un IVA del 21%, una de las quejas más repetidas en todos los stand y a la que el gobierno, como a otras tantas quejas sociales, ha hecho oídos sordos. La inquietud de galeristas y artistas ante el impacto del IVA del 21% ha marcado el arranque de la feria porque deja a las salas estatales en inferioridad de condiciones frente al resto. Y entre tanta información sobre cuentas en B no se escapa la posibilidad de que las medidas del PP acaben generando un mercado en negro para esquivar esa subida de impuestos. Tiempo al tiempo.

Pero lo cierto es que año tras año, quien visita la feria, sea comprador, artista o espectador, espera sobre todo ver algo que le sorprenda, algo nuevo, diferente, arriesgado o no, que abra nuevos horizontes a una mirada demasiado mediatizada por el exceso de imágenes con el que se convive. Y eso siempre es posible en el arte.

Y en medio de esa sensación de que no hay que moverse demasiado sino seguir por los caminos conocidos, esta edición de la feria de Arco es la que cuenta con menos presencia de galerías locales, y no porque no haya propuestas, sino porque la crisis y el elevado coste que supone acudir a la feria ha dejado fuera a algunas de las grandes. Sí está la sala hasta ahora pamplonesa Moisés Pérez de Albéniz, que presenta obra de Pello Irazu, Ana Laura Alaez, Dennis Adams, Txomin Badiola, Willie Doherty, Angel Bados, Jon Mikel Euba, Iñaki Garmendia, Miren Doiz, Muntadas, Itziar Okariz; la donostiarra Altxerri, que expone a Esther Ferrer, Elena Asins, F. Y V. Roscubas y Mitsuo Miura y la bilbaína Carreras Múgica que expone a Txomin Badiola, Eduardo Chillida, Koenraad Dedobbeleer, Pello Irazu, Erlea Maneros Zabala, Rita Mcbride, Asier Mendizabal, Itziar Okariz, Juan Pérez Agirregoikoa, Xabier Salaberria, Richard Serra, Jessica Stockholder. Otros galeristas como Petra, de Vanguardia o Roberto, de Windsor estaban este año como visitantes de la feria, con la esperanza de que la ausencia sea solo un paréntesis.

En otras galerías se puede ver también obras de artistas vascos, aunque de manera bastante aislada. Fermín Jiménez Landa, Carlos Irijalba, Iñaki Gracenea, Cristina Iglesias, Manu Muniategiandikoetxea, Eduardo Chillida, Prudencio Irazabal, Ibon Aranberri, Darío Villalba, Darío Urzay, Aitor Ortiz, Asier Mendizabal, Txuspo Poyo, Juan José Aquerreta y David Rodríguez Caballero, son algunos de ellos.

Galería Moisés Pérez de Albéniz

Año de cambios

Para la galería navarra ésta es una edición de Arco especial, ya que supone la presentación en sociedad de la nueva etapa que inicia con su traslado de Pamplona a Madrid. Por ello, según explica el nuevo director artístico, Jordi Rigol han apostado por una selección de los artistas con los que trabajan en la galería pero con un nuevo posicionamiento. "Ese nuevo posicionamiento implica seguir representando las distintas tendencias y disciplinas del arte contemporáneo con una mirada nueva. Este año es una edición crucial por la complicada situación de crisis que vivimos y por la subida del IVA al 21%, que para las galerías nacionales es un hachazo, porque hace que los precios suban Las protestas que se han hecho no han servido hasta el momento y es malo para los artistas y para las galerías".

En opinión de esta galería, el coleccionista en tiempos de crisis también cambia. "Ahora la gente, aunque tenga dinero, apuesta por la contención y ese dinero no se mueve, ha bajado el coleccionismo privado, que está más prudente y cauteloso". Conscientes de que no será fácil levantar las ventas, aseguran que Arco, aunque es una feria costosa, siempre resulta rentable, sobre todo a nivel de contactos y proyectos futuros, "es la manera de que te conozcan en todo el mundo".

En este sentido Moisés ha tratado de hacer de la crisis una oportunidad ya que gracias a que han bajado los precios de los locales en Madrid ahora se ha trasladado a la Calle Doctor Fourquet 20, una idea ya vieja de este galerista. "Es una nueva etapa. En Navarra no teníamos el nivel de aceptación y visitantes porque Pamplona no acaba de creerse el arte contemporáneo y ese es un problema muy serio, sobre todo en las generaciones jóvenes que es donde pongo mi queja". Para este galerista, los artistas en esta edición de Arco son susceptibles a lo que ocurre a su alrededor y se nota que la crisis es algo que engloba también su realidad. "En su trabajo muestran su mirada desde el arte a la crisis, para mí la que vale, porque la mirada desde la política ya no tiene demasiado valor; la mirada desde el arte es lo que me hace entender las cosas de una manera más sosegada. Y entre otras cosas estamos aquí, en Arco, para compartir esa mirada con la sociedad", explica.

Galería altxerri

Un momento delicado

Juan Ignacio García Velilla se sumaba desde su stand en Arco a la queja por la subida del IVA y no oculta el delicado momento que atraviesan las galerías locales. Pero a pesar de todo lo que está pasando, ve la feria con optimismo. "Creo que lo que se presenta es interesante y con calidad. Con las crisis nos volvemos todos más conservadores porque queremos vender y hay menos provocación, menos instalaciones, menos impacto, porque los coleccionistas están replegados y las instituciones apenas compran, y eso hace que cambien los formatos y el tipo de obra que traemos porque hay que vender", asegura.

Su apuesta en la feria tiene que ver también con lo que han expuesto en la galería. En el stand sorprende ver de nuevo obra de Elena Asins tras la polémica del año pasado. "Precisamente traemos obra nueva de Asins en una demostración de que lo que exponemos no tiene ningún problema, porque en caso contrario no nos habrían admitido. Es una reafirmación de que esto es una feria de galerías, Pusimos la denuncia y a ver que pasa, pero su trabajo merece la pena y por eso está aquí junto a Esther Ferrer como el año pasado", aclara.

Sobre el tema más comentado de esta edición, la subida del IVA, reconoce que "ha sido una maldición, porque ya psicológicamente es como añadirle un sobrecoste. Facturar en España es un gravamen exagerado para cualquier comprador y les resulta mejor comprar en otras galerías europeas. Así es difícil internacionalizarnos. Para las galerías locales pequeñas, de promoción de artistas como somos nosotros, el momento está muy complicado y somos los mas afectados por la crisis, porque las grandes galerías tienen ventas más poderosas".

Galería Carreras Múgica

Una feria en la que hay que estar

"La verdad es que de momento no nos podemos quejar" indicaba ayer Ignacio, de la galería bilbaína. "Los primeros días son los más importantes y estamos contentos por cómo van las cosas. Hemos vendido una pieza de Juan Pérez a la colección del Reina Sofía y estamos en negociaciones de otras . Desde luego que no son los años felices que hemos vivido en otras décadas, pero teniendo en cuenta lo que nos rodea creo que todavía hay vida en esta feria". Y es que cada venta se celebra, porque ese es el objetivo con el que las galerías acuden a Arco. "Estar aquí es un esfuerzo muy grande y un riesgo, pero es en Arco donde pasan cosas y te diré que cinco días aquí son como el trabajo de 5 meses en la sala. No me refiero al balance de ingresos sino a la gente que te ve, los contactos que se pueden hacer. Aquí es donde pasa gente de todo el mundo y eso es muy importante para una galería y para sus artistas".

Para este galerista, una de las cosas que más echa en falta de la feria es el coleccionismo joven, "esa gente que se acerca al mundo del arte sin miedo y poco a poco va comprando sus piezas. Para este coleccionismo la crisis ha llegado en el peor momento y es a los que más ha dañado porque las colecciones públicas de verdad siguen adelante y los grandes coleccionistas también, pero los pequeños han desaparecido. Y es una pena", añade

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