Vitoria. Ya había estado en Gasteiz, compartiendo tablas con Maya Plisétskaya, en 1980, como solista del Ballet Nacional Bolshoi. Hoy en día, contratar a esa compañía es una odisea, sobre todo económica, pero Sergei Radchenko y el Russian National Ballet son la solución. Tradición rusa en estado puro es lo que el ahora coreógrafo ofrece, lo que le devuelve el jueves por la noche, con el teatro lleno, al Principal gasteiztarra, de la mano de Tchaikovsky.
"Dedicar una gala a un solo compositor es una idea nueva que quizás pueda parecer aburrida a algunos, pero es un compositor tan colorido que creo que nadie se va a aburrir", explica Radchenko, que ha trasladado su experiencia de un cuarto de siglo en el buque insignia del baile ruso hasta un grupo que llega a la capital alavesa con Maria Sokolnikova, Aidos Zakan, Ekaterina Egorova y Dmitry Shchemelinin como solistas de un equipo de 28 bailarines. Radchenko no dispone de los 240 del Bolshoi, pero sus 45 ofrecen un alto nivel y variedad.
Eso y la esencia eslava, porque "conservar las tradiciones del ballet ruso y enseñarlo a todos" es el objetivo de un proyecto que mantiene las ideas de antaño sin negarse a aplicar nuevas técnicas. Sin embargo, hay cosas inamovibles, que dan significado a una corriente única. El cuerpo, la presentación de las emociones... "Aquí se suele decir que los bailarines rusos son actores", comenta la responsable de la red de teatros, Marta Monfort. "Y eso se enseña", apuntilla Radchenko, que alterna el ruso con pinceladas de castellano, reminiscencia de un período que vivió en Argentina. "Es otra escuela y otras tradiciones, sentimos de forma diferente".
Para tradición el solo nombre de Tchaikovsky, protagonista de la noche con una mezcolanza de sus trabajos. En la primera parte, la pieza será la Suite de La Bella Durmiente, mientras que la segunda dibujará un crisol cuya elección está tomada "espontáneamente", fruto de una intuición hecha de años de experiencia. "El final va a ser El Cascanueces, porque se acerca la Navidad y es lógico. Y cómo no presentar El lago de los cisnes". La novedad, dentro de la ortodoxia, es presentar Romeo y Julieta. Pero no la composición de Prokofiev, sino la del compositor protagonista. El leit motiv lo exigía. Además de que los derechos de autor son más caros. Nuevamente, el dinero.
No fue éste lo que llevó a Radchenko al baile. "Empecé porque me gustaban los bailes españoles", recuerda, confiando en que en próximas giras le acerquen a Andalucía, ausente este año del viaje de este destilado del Bolshoi. Ya se sabe, las mejores esencias suelen viajar en frascos pequeños. Y el Russian National Ballet viaja mucho. "Nuestro grupo -la primera compañía de ballet privada de Rusia- suponía una prueba después de la Perestroika, y nos ha salido bien; hemos encontrado nuestro nicho en el ballet internacional". Y si no lo hubieran hecho, ¿cómo poder ver la mejor tradición del baile clásico mundial en Gasteiz?