Vitoria. En cualquier disciplina profesional, la formación continua es esencial para eso que llaman excelencia. También para el crecimiento, para la satisfacción personal. Lo llaman también reciclaje, que es lo que vienen haciendo desde hace más de un lustro los integrantes de Turukutupa, un grupo con la percusión como llave maestra del lenguaje, con la experimentación -itinerante- como combustible que asegura infinitos destinos. El último es Aquitania, como label vasco, a través de su metáfora fundacional centrada en la recuperación de objetos, mezclada con la más tribal de las expresiones musicales, ésa que se desarrolla desde el instinto del golpeo.

Sergio López de Landatxe (Tom Tom Makuts) y Víctor García de la Torre (Ortophonk) formaron una agrupación completada por Bernabé Tebar (Zanguango) e Iker Barrientos (Código Habana), todos ellos con más referencias artísticas de las que acogen los paréntesis. El cuarteto ha curtido su puesta en escena adicta a las aceras en festivales de toda afinación, desde la relacionada con teatro y humor hasta la que les vincula con música o medio ambiente, tan variada la perspectiva de su propuesta como el abanico de instrumentos que cargan sus bicicletas.

El Instituto Vasco Etxepare, la Oficina Artística de la Région de Aquitania y el Fest'Arts de Libourne firmaron hace poco un convenio que llevará a Euskadi como invitada al citado Fest'Arts, uno de los encuentros de teatro de calle de referencia en Europa. Su cartel de este año dedicará un apartado a la creación vasca, con la presencia de cuatro compañías -Deabru Beltzak, Organik, Trapu Zaharra y -redoble- Turukutupa-. Los días 9, 10 y 11 de este mes será el turno del grupo gasteiztarra, que tomará la Esplanade François Miterrand con su pieza de una hora de duración. Víctor García de la Torre, que dirige el proyecto, se muestra muy satisfecho por poder llevar el espectáculo "a un festival de tanto nivel".

En Rezikletas todo el material proviene de la reutilización y el reciclaje. Plantada su semilla a raíz de un viaje a Brasil, y germinada en la variada experiencia de sus intérpretes, desguaces, basuras y chatarrerías alimentan un universo en el que cuatro actores-percusionistas proponen su conquista de la calle desde una puesta en escena entre el concierto y la juglaría sonora. El soporte sonoro acústico busca la participación del público y la integración con el entorno físico.

Una acción sonora y visual que, basada en la exploración de los límites de actuación en espacios públicos, desarrolla en su más que apropiado apartado pedagógico talleres de construcción de instrumentos a partir de materiales de desecho y un concierto para alumnado que visita las ikastolas de Gasteiz desde 2008. Los juglares siguen jugando. Esta vez en Aquitania.