pianista
Donostia. El pianista donostiarra se muestra especialmente preocupado por la crisis de público en los conciertos, fenómeno que la nueva asociación estudiará con inquietud.
¿A qué atribuye esa crisis?
Las causas son muchas, interactúan entre ellas y es difícil, si no imposible, discernir y atribuir el problema a uno u otro motivo. Pero ello no quita para que haya que realizar un análisis a fin de lograr un diagnóstico con el que poder trabajar entre nosotros y también con las instituciones para ser parte activa de la solución. También querríamos ser justos y hacer un análisis autocrítico para encontrar en nuestras actitudes y maneras de funcionar aspectos que quizá no estén ayudando a que el público encuentre siempre atractivas nuestras ofertas.
¿Plantear un tipo de música pensando solo en que guste al público no limita la creatividad del artista?
Sin ninguna duda, pero tampoco se puede trabajar de espaldas al público. El creador tiene una responsabilidad ahí también. Primero somos profesionales y hemos de estar preparados para los retos que supone tener oficio además de arte. Y yo entiendo como parte del oficio el tener los pies en el suelo y saber realizar un mínimo estudio de viabilidad del grupo o proyecto que tengo pensado poner en el mercado. Todos podemos tener muchos impulsos creativos legítimos en cuanto a generadores de arte. Incluso reivindico el derecho a la ocurrencia, entendida como el dejar brotar de manera espontánea una ola de inspiración. Pero de la misma manera hemos de entender que el mercado no puede absorber de manera eficaz todo aquello que le vomitemos, por genuino y respetable que esto sea.
Hablaba antes de autocrítica. ¿En qué sentido la plantearán?
En el de darse cuenta de que generamos muchísimas propuestas y en ocasiones se satura el mercado. También en el sentido de que quizá planificamos poco, a veces se trabaja a salto de mata, sin una idea clara de cómo dar a conocer nuestras propuestas. También hay que cuidar el asunto de los cachés cuando se trabaja en salas de pequeño formato como bares, clubs y similares: establecer un pacto de mínimos y que toda la profesión lo respete sería un paso importante.
Aunque aún no hayan realizado el diagnóstico, ¿tienen alguna idea de cómo afrontar la crisis de público?
Debemos trabajar junto a instituciones públicas y promotores privados porque al final estamos participando en el reparto de una misma tarta, el público potencial de los conciertos, ya los promueva una empresa privada trayendo a una gran estrella del pop o un ayuntamiento programando un grupo de jazz o de folk. Cada entidad ha de tener claro a qué público se dirige, qué herramientas tiene para hacerlo y a qué tipo de rentabilidad puede y debe aspirar. Un trabajo leal y comprometido por parte de las tres patas de este banco y generoso por parte de quienes manejan más recursos, puede dar resultados. Por muy privado que sea un programador de conciertos, debe darse cuenta de que la materia prima con la que trabaja es cultura, y de que, como ocurre con la economía global, generar burbujas interesadamente solo puede traer, a medio y largo plazo, una desertización que nos puede llevar a todos por delante.