Vitoria. Tendrá sabor a aniversario... Y a futuro. A realidad... Y a exilio. A movimientos... Y a emociones. Todo está en sus marcas -esas marcas tácitas, sobre las tablas- para que, en el corazón de la tarde del domingo, el Conservatorio de Danza José Uruñuela celebre sus bodas de plata. Un completo programa se encargará de acercar hasta el escenario del Principal a más de un centenar de estudiantes -antiguos y presentes- que ponen el aliento orgánico a un centro que cuenta pasado mañana su historia.
Tras el indispensable Agurra inicial, clásicos como El corsario, Coppelia o La Bayadera -forman parte del código genético del conservatorio- se darán la mano en el programa con algunos estrenos. Novedades como la pieza -alusión a la Green Capital- Mirando al suelo no veo más que rocas, de Elvira Illana, o la también específicamente creada para la cita Zure barnean, de Jon Ugarriza.
El coreógrafo vuelve a apostar por unir la música vasca -Laboa, Lertxundi, Itoiz...- y la danza, escogiendo esta vez la voz de Amaia Zubiria. Tras su estancia en el extranjero, Ugarriza confiesa que "ahora estoy en la obligación de aportar con cosas de aquí", buscando esta vez el camino de "las emociones y las sensaciones", que prefiere dejar, sin entrar en explicaciones, en manos del público.
Esto de acabar saliendo fuera a bailar, a trabajar, es algo común en muchísimos casos. La directora de José Uruñuela recuerda, como ejemplo, el caso de Arantzazu Susunaga. "Es de mi primer promoción y va a ser muy bonito verla bailar aquí; para verla tuve que ir a Alemania". El domingo, mucho más que cuerpos tomarán el Principal.