todo el mundo tiene una opinión de Artium. Desde una militante actividad con el centro como referente hasta un absoluto desconocimiento de sus contenidos. Un pequeño escaneo por el medio cultural ofrece varias opiniones sobre la década de la infraestructura y de su programación. Reflexiones paisajísticas y urbanas, críticas y peticiones de algo más. Aplausos y felicitaciones. De todo, a veces mezclado en una misma opinión. Preparamos el marco. Diez opiniones para la cuenta atrás hacia el diez.
Para David Gotxicoa, la reflexión empieza por una política cultural extendida. "Para salvar el abismo cada vez mayor entre público y creadores y atraer el interés del ciudadano, centros y museos de todo el Estado ofrecen un sinfín de actividades ajenas a la creación plástica", describe, y, radiografiando el caso gasteiztarra, opina que, "aunque en ocasiones esta sensibilidad haya podido producir interferencias con promotores privados, creo que en general Artium ha sabido encontrar una manera de hacer coherente con sus recursos, y sin traicionar su función de bisagra cultural y social", un trayecto que ha tenido, además, varias fases. "Con la llegada apaciguadora de Castillejo a la dirección, el centro ha reforzado su vocación de servicio al ciudadano pero, para muchos, Artium sigue siendo un gran desconocido, lo que indica que aún queda trabajo por hacer para lograr una imagen más atractiva y plural. Con los proyectos de numerosas asociaciones y colectivos en peligro por la actual coyuntura de recortes, la progresiva disolución del Proyecto Amarika, la desaparición de Krea, o la precaria situación presupuestaria de Montehermoso, el papel de Artium es clave para el tejido cultural de la provincia".
Más crítica con el centro es la opinión de la presidenta de la Asociación de Amigos del Museo de Bellas Artes y Artium de Álava (AMBA), que habla a título personal, como socia 500. "AMBA forma parte de su pre-historia y lo transmitimos con orgullo. Felicidades a tod@s los soci@s de AMBA porque nuestro museo amigo cumple años". Su conclusión es que, "tras diez años de intensas experiencias vividas, no hay interés alguno de que la ciudadanía aporte nada a la vida del museo". Al menos es el caso de AMBA, que "sigue sin tener cabida si no es a modo de mero espectador. Ni en manos de quien un día compartió con nosotr@s objetivos, se ha entendido la militancia cultural de AMBA como la aliada natural en la sociedad. Es fácil entender que tras 20 años desarrollando proyectos culturales nos rebelemos ante esta cerrazón. Pedimos perdón por no conformarnos con un carné y unas visitas vip. No vamos a gritar ¡pare, que nos bajamos!, porque no nos han dejado subir, hoy es más adecuado ¡adiós, buena suerte y gracias¿?! Ojalá un día tengamos un museo que necesite dialogar en vez de conformarse con el monólogo".
Coincidiendo casi con el nacimiento del centro, el proyecto de las hermanas Werckmeister, Verónica y Christina, echó a andar a finales de 2001, provocando una evolución en paralelo del estudio de pintura decorativa, artística, muralística "y lo que hiciera falta". Para el tándem, "vivir en una ciudad abierta al arte es un privilegio y nosotras hemos sido testigo de esa apertura, de esas ganas de participar, vivir y gozar del arte. Artium busca su camino para ser parte irrevocable de la cultura de nuestra ciudadanía y, como todo proyecto creativo, a veces acierta y otras no". En opinión de ambas, "el arte es riesgo y a veces se necesitan agallas para no conformarse con lo que debería hacer, sino de actuar según dicte su entorno, su sociedad, y sus principios. Desde una perspectiva de arte comunitario y colaborativo, un museo casi siempre deja algo que desear, en lo que se refiere a la accesibilidad, y el temible elitismo del arte contemporáneo". En su horizonte de deseos para el centro, creen que "Artium trabaja dentro de una política museística formal, pero intuímos que se direcciona hacia una política de apertura y participación que conjuga con nuestros propios principio de cultura abierta y arte accesible".
El artista Joxerra Melguizo propone que esta política vaya incluso un poco más allá. "El niño nació con algún defecto, fue creciendo y era un niño bueno, formal, sumiso... Teníamos la esperanza de que alrededor de los siete años empezara a contestar un poco, a marcar su propio caracter... pero siguió siendo un niño bueno, de misa de domingo y paseo por la calle Dato", describe el artista gasteiztarra. "Esperemos que cuando empiece la adolescencia se nos vuelva más díscolo, más contestatario y subversivo. Menos popero y más punkarra".
Para Alfonso García de la Torre, compositor y director artístico de Sinkro, su experiencia personal con el centro "puede considerarse positiva en todos los aspectos". Artium ha ofrecido, en su opinión, "la oportunidad de asistir a numersas exposiciones y actividades muy interesantes de carácter heterogéneo", convirtiéndose poco a poco, con cada curso, en "un museo que ha logrado proyectar y desarrollar un contenido propio comprometido con la actualidad. Además, "ha sido un espacio abierto y receptivo a propuestas musicales contemporáneas, plasmadas en conciertos multidisciplinares que hemos podido desarrollar, gracias a su apoyo, desde el colectivo de compositores e intérpretes de Espacio Sinkro. En definitiva, significa ser algo más que un lugar expositivo, un punto de encuentro e interacción en donde confluyen distintas disciplinas artísticas, siendo ésta una apuesta coherente con el devenir de la cultura de nuestro tiempo".
El escritor Txabi Arnal tiene una experiencia que remonta, metafóricamente, al nacimiento del museo. "La primera vez que visité Artium, Ana, mi mujer, se puso de parto. La visita concluyó apenas cinco minutos después de haber empezado", recuerda. "Ahora, Beñat ya ha cumplido nueve años. Saco cuentas. El nuevo museo llevaba unos meses abierto y todavía no lo conocía. Nunca me han gustado las primeras temporadas ni los vaqueros recién estrenados. Prefiero darme un tiempo hasta asegurarme de que me sientan bien, no vaya a ser que gane unos kilos? Algo parecido me sucedió con Artium", reflexiona.
"Se había hablado mucho de él, para bien y para mal. Se habían establecido comparaciones. Se había debatido acerca de su conveniencia y del beneficio que pudiera reportar a la ciudad. Es un querer y no poder, decían algunos. ¿Conveniencia y beneficio?".
Para Arnal, lo que "resulta llamativo es que se hable en estos términos en referencia a un proyecto cultural. Ya han pasado diez años, y seguramente Artium no se ha convertido en símbolo de la ciudad ni en su proyecto más ambicioso, pero le sienta bien a Gasteiz; es de su talla y, además, le hace sentirse más guapa. Porque Artium comprendió desde un principio que el arte es mucho más que aquella obra que se cuelga de las paredes o se distribuye por los pasillos. En resumen, felicidades a quien incluso dedicó un estupendo espacio al álbum infantil".
"Zorionak eta urte askotarako", acaba Txabi. El mismo "zorionak" con el que epiloga el director de Magialdia, José Ángel Suárez, que empieza, sin embargo, con una reflexión urbana. "Resulta difícil imaginar el antiguo paisaje urbano de la calle Francia, el bullicio de la Estación de Autobuses, el movimiento de gentes y vehículos... Desde hace diez años la modernidad y el arte han cambiado para siempre la postal visual de esa parte de nuestra ciudad", describe.
"Pero no es solamente un cambio visual. Dentro del controvertido edificio de Artium se aloja una de las mejores colecciones de arte contemporáneo y una extraordinaria biblioteca. Además, bulle la vida artística, que ha conseguido dar al museo una perspectiva diferente con actividades que van mucho más allá de la mera expositiva, y una buena prueba de ello es la colaboración que ha nacido entre el museo y Magialdia en éstos últimos años. Porque la magia también es arte...".
Una vecina de folleto cultural del museo es Santa María, con la que Artium comparte circuitos de visita. Quizás por ello el director del proyecto, Juan Ignacio Lasagabaster, sabe compartimentar su opinión. En la experiencia con sus contenidos y su actividad, "para mí estos diez años han supuesto un excelente y privilegiado vehículo-observatorio sobre el arte contemporáneo, su sentido actual, sus incertidumbres, recorridos, contradicciones y sorpresas. Valoro mucho el esfuerzo de sus equipos por intentar acercar nuevas miradas, propuestas y reflexiones, a la dura (y a veces hostil) realidad social actual de la que se nutren, y a la que sirven. Resultan ser para mí además, ciertamente, hasta terapéuticas". Pero, mirando al contenedor, Lasagabaster no puede olvidarse "de aquel fallido proyecto inicial, previsto cerca de El Mineral, y también del arquitecto José Luis Catón, que, a mi juicio, era poseedor de una gran calidad arquitectónica. ¡Lástima!".
Quizás es quien más ha mirado Artium. Quien más se ha detenido a disparar sobre sus obras. Por eso Gert Voor In't Holt, registrador visual de las obras del museo, tiene una opinión más que valiosa. "Que se mueva la colección era el título de una instalación dentro de la reciente exposición Estancias. El proposito de sus autores, la Fundación Rodríguez, era aportar un punto de vista global sobre la colección de Artium; para mí, además, fue sorprendente, ya que al montar las reproducciones de todas las obras de la colección en una sola pared, al mismo tiempo veía ahí colocadas todas las fotos que he hecho de las obras del museo". La opinión de Gert es su propia creación, el reflejo que su trabajo hace del museo. Arte para comprender arte. "Así he podido resumir, en una sola fotografia de una pared, todo el trabajo que he realizado durante los últimos diez años". Artium, retratado.