Un museo que, al mismo tiempo, sea centro cultural. Desde su origen, esa doble personalidad ha estado unida a la existencia de Artium, algo que se ha traducido, desde la inauguración del espacio el 26 de abril de 2002, en más de 3.000 actividades relacionadas con la literatura, el cine, la música, la danza, el teatro... un sin fin de acciones a las que también hay que sumar los usos que del edificio han hecho sus patronos públicos y privados, haciendo que las paredes del edificio de la calle Francia hayan acogido desde pregones de las fiestas de San Prudencio hasta juntas generales de accionistas de varias empresas o los pases de ropa de la Semana de la Moda de Álava. Todo ello conforma una cargada vida paralela a las exposiciones, aunque en muchas ocasiones estas propuestas tienen que ver con lo que se muestra en cada momento.

En esta década no ha habido descanso, aunque fue sobre todo a partir del desarrollo del segundo plan estratégico del museo (desde 2005) cuando la agenda terminó de configurarse tal y como se conoce hoy, y eso que en estos momentos ha tenido que sufrir algunos ajustes por la crisis económica y el descenso en el presupuesto del espacio.

Hoy nombres como Letras para el Arte, Art+Sound, Mini Artium y Conversaciones con..., entre otros, se han convertido en marca de la casa, haciendo que en este tiempo se hayan realizado, por citar algunas cifras, 86 conciertos, 291 conferencias, 105 montajes escénicos, 760 actividades familiares... Son sólo números, pero hablan de cursos, talleres, charlas, ciclos cinematográficos, colonias en diferentes épocas del año, acciones específicas tomando como referencia días como los del libro o el de los museos, y un largo etcétera que siempre tiene un denominador común: lo contemporáneo. Y eso se ha dado también cuando el centro ha cruzado su camino con otras propuestas como el Festival Sinkro, el Circuito Vasco de Danza o Magialdia.

Nombres como los de Ruper Ordorika, Juanma Bajo Ulloa, Quimi Portet, Patti Smith, Soledad Puértolas, Giles Lipovetsky, Esther Ferrer, Luis Antonio de Villena, Fernando Colomo, Delorean... han pasado por aquí, dando forma a propuestas que también incluyen iniciativas como los campamentos artísticos Dinamik(TT)ak, las Jornadas de Culturas Milenarias, el festival Saxatak...

Diferente es el caso de aquellas acciones que vienen de terceros. Aquí, el cajón de sastre es enorme. En el museo se han llevado a cabo: asambleas de la Euroliga de baloncesto; simposios sobre rehabilitación cardiaca; presentaciones de equipos ciclistas, el Araba Euskaraz o la nueva sucursal de una caja de ahorros, por citar unos ejemplos; charlas sobre el Azkena Rock Festival o sobre la energía eólica; cumpleaños de campañas sobre teatro escolar o del Instituto Foral de Bienestar Social... la lista es larga, sin olvidar la cantidad de entregas de premios que se han producido (Álava Emprende, de la Fundación Kalitatea, del Día del Euskera...).

La cesión de espacios a empresas privadas y a las instituciones es el apartado que más críticas suele levantar. Distintas voces no entienden que un museo pueda ser utilizado para depende qué cosas por mucho que la administración X o la firma Y sean miembros de la Fundación Artium. Pero tampoco algunos de los programas culturales se han librado de determinadas observaciones. Es el caso del ciclo Art+Sound, que en ocasiones ha sido puesto en duda por promotores locales que consideran competencia desleal la organización de conciertos en el museo.

Pero más allá de unas opiniones y otras, y dejando a un lado lo que organizan los, por así llamarlos, agentes externos, lo cierto es que si en algún momento de estos diez años han existido diferencias de trato entre esas dos facetas de museo y centro cultural, hoy casi no existen, o por lo menos en lo que respecta a la importancia cualitativa que se da a ambas desde dentro del propio espacio.

Valores básicos En todo ese engranaje que va en paralelo a lo museístico o que es parte de él pero ofrece otras acciones, hay un departamento dentro de Artium que ha sido fundamental desde el comienzo y que se ha puesto en valor desde el primer día de funcionamiento, el área de Educación.

Su trabajo con el público de todas las edades se considera como un eje central, una apuesta que incluso Artium ha visto cómo ha sido reconocida en diferentes foros internacionales relacionados con estas materias. Su labor, además, no sólo se desarrolla dentro de las paredes del museo hablando en un plano estrictamente físico, puesto que el centro mantiene una relación constante con, por ejemplo, personas que están en la cárcel, colectivos de discapacitados...

Ahí no queda la cosa. Otra de las joyas de la corona dentro de la infraestructura de la calle Francia que no tiene relación directa con el hecho expositivo es su biblioteca. Hoy, más de 75.000 referencias entre monografías, catálogos de exposiciones, publicaciones periódicas, dossieres de artistas y entidades, carteles y material audiovisual conforman unos fondos que cada día atraen a más personas. Pero no sólo es un continente sino que también organiza distintas actividades, desde bookcrossing (liberación de libros relacionados con el arte) hasta talleres de escritura, por citar un par de ejemplos.

Así, desde distintos puntos de Artium, incluso desde fuera del propio museo, se da forma y fondo a un día a día que incluso a pesar de la crisis económica está manteniendo su fortaleza diez años después.