EDUARDO Chillida se mostró siempre partidario de buscar caminos que no hubieran sido transitados antes. El escultor guipuzcoano se refería al concepto que manejaba en su trabajo: "El arte está ligado a lo que no está hecho, a lo que todavía no creas. Es algo que está fuera de ti, que está más adelante y tú tienes que buscarlo. De otra manera, uno estaría todo el tiempo repitiéndose". Sin embargo, quizá sus herederos y las instituciones de su país deban interpretar su idea en un sentido pragmático y descubrir nuevas vías de llegar a un acuerdo sobre la reapertura de Chillida Leku. En estos momentos, se antoja lejana.
El pasado domingo se cumplieron doce meses desde que el museo hernaniarra abrió sus puertas al público por última vez. Su aspecto sigue siendo impecable. La hierba se corta con la misma meticulosa regularidad que antes. Y sigue recibiendo visitas. Estudiosos, representantes de otros museos y miembros de universidades de todo el mundo han visitado el bosque de esculturas a lo largo de este año. También ha acogido visitas privadas organizadas por empresas para sus clientes. "Prácticamente todos los días ha habido alguna visita", aseguran desde el museo. A veces, algún turista afortunado ha podido acceder porque un trabajador se ha apiadado de su despistado peregrinaje. En Chillida Leku todavía recuerdan a una mujer estadounidense que quiso visitar el museo este verano y, al enterarse de que estaba cerrado, dijo que "no importaba" porque sabía que había una exposición de casi 200 esculturas de Chillida en Saint Paul de Vence, situada a 900 kilómetros, y preguntó decidida que "por dónde" se iba a la localidad francesa.
Este año la obra de Chillida se ha movido mucho, muchísimo. En parte, por el cierre de Chillida Leku: ahora existe una libertad de movimiento mayor. A la exposición de la Costa Azul hay que sumar muestras en Estados Unidos, Corea del Sur o Chile. Para 2012 ya hay programadas nuevas citas en Inglaterra, Alemania, países de Latinoamérica y de Asia.
Existía el temor de que a la generosidad de las cesiones le acompañaran la abundancia en las ventas, después de que a principios de 2011 se subastaran quince esculturas de Chillida en las salas Sotheby's y Christie's. Sin embargo, la empresa de comunicación y relaciones públicas que representa a la familia asegura que no se han registrado nuevas transacciones. "No se vende ni más ni menos que cuando Chillida Leku estaba abierto al público. Siempre se ha hecho moderadamente", observa la misma fuente. La familia ha preferido no volver a posicionarse públicamente en el primer aniversario del ciere del museo. Atraviesa un momento delicado. En enero está prevista una reunión entre los herederos, la Diputación de Gipuzkoa y el Gobierno Vasco, y no parece sencillo que las posturas se aproximen.
la nueva propuesta
De la compra a la subvención
En 2010, tras la clausura del museo al público, el Gobierno Vasco y la Diputación de Gipuzkoa apostaban por su reapertura en primavera de 2011. Las conversaciones transcurrían con una relativa discreción y nada hacía augurar lo que ocurrió en marzo: la familia anunció unilateralmente que el acuerdo para la adquisición del museo por las instituciones públicas era imposible.
Tras la ruptura y las acusaciones de deslealtad, en otoño, con cambio de color del ente foral, las instituciones volvieron a diseñar una propuesta conjunta. Ahora se descarta la compra por las "circunstancias" económicas y se opta por una subvención que permita mantener el museo abierto al público. La actual diputada de Cultura, Ikerne Badiola, señaló en una entrevista que su voluntad era materializarlo en primavera, esta vez de 2012.
La familia Chillida no ha considerado en público la posibilidad de la subvención y se remite a las condiciones que ya precisaron en el Parlamento Vasco hace seis meses: "El mantenimiento del espacio museístico, el carácter monográfico del mismo y el derecho a veto o voto de calidad de la familia en las decisiones que afectan a la salvaguarda de la obra y la imagen del escultor".
"Si la familia sigue insistiendo en la opción de compra, no hay ninguna posibilidad. Hablaremos en enero, pero si el argumento es ese...", aventura, en declaraciones a este periódico, el viceconsejero de Cultura, Antonio Rivera. En ese encuentro todavía sin fecha, Rivera considera que "la única opción es ponerse de acuerdo sobre cuánto se puede pagar para que el museo esté abierto, para paliar el déficit, ya veríamos mediante qué procedimiento".
Hace meses se mencionó la cantidad de 200.000 euros para la ayuda, pero el viceconsejero asegura que la cifra salió a la luz producto de "la confusión de un periodista". Tanto en los presupuestos del Ejecutivo como de la Diputación existe una partida, dotada con una cifra simbólica de mil euros, por si las negociaciones prosperan. Porque, insiste el viceconsejero, la subvención "es la única opción que está sobre la mesa, no hay ningún otro planteamiento".
Antes de que las conversaciones se interrumpieran abruptamente, se llegó a concretar una cifra por la adquisición del museo, que se hizo pública: 80 millones de euros, un guarismo notablemente rebajado respecto a los 164 millones de euros que, según la familia, Sotheby's fijó para la obra y los 12 millones en los que tasó el terreno. En enero de 2009, con el anterior Ejecutivo vasco, hubo una oferta de 112 millones. Ese acuerdo, precisaron los hijos del escultor primero en una misiva a Urgell y después en la Cámara vasca, no se materializó porque coincidió con "el cambio de Gobierno y la crisis".
a largo plazo
En el congelador
Los Chillida han negado siempre que el problema fuera de orden económico, porque, antes que eso, no se cumplía una premisa esencial para ellos: la unidad de la obra de su padre. La entonces diputada de Cultura, Maria Jesus Aranburu, rebatió parcialmente el argumento: "El precio tiene su importancia y la cifra que estábamos manejando no era baladí". No obstante, a juicio de Aranburu, el mayor obstáculo se situaba en el derecho a veto sobre la programación artística y la tutela sobre las decisiones del futuro equipo directivo del museo. Las instituciones proponían un sistema de arbitraje, y aunque admitían el carácter monográfico del museo, defendían que debía estar abierto al diálogo con otros artistas y expresiones de la contemporaneidad.
Los hijos del escultor también descartaron en su momento el mecenazgo privado porque con las empresas "es muy difícil plantear un futuro a largo plazo". "Puedes alcanzar un acuerdo para cuatro o cinco años pero esas empresas pueden cambiar o variar sus objetivos", recordó Luis Chillida en una entrevista en este periódico. En el congelador se ha quedado también la propuesta de ceder al museo parte de los terrenos de Lore Toki para, tal vez, dedicar un espacio a exposiciones temporales que completaran la oferta de Chillida Leku.
Un año después todo sigue igual, o peor. Chillida Leku pudo ser un museo público; de momento es un museo sin público.