Pamplona. No lo dice pero, a pesar de las tensiones que conlleva la salida de un nuevo disco, Gorka Urbizu está contento, bastante contento. Con la nueva formación de Berri Txarrak estabilizada, y funcionando a toda máquina con David González (bajo) y Galder Izagirre (batería), el nuevo disco de la banda, Haria (Hilo), se ha gestado y grabado como un chute de adrenalina que reventará este lunes su particular jeringuilla para llegar al gran público. Una colección de temas que sorprenderá a los seguidores del grupo por su sonido, mucho más nutrido que Payola, y por unas letras en las que Gorka ha logrado el maravilloso doble tirabuzón y medio de espaldas y saliendo con las manos desde el trampolín. Sentado en el bar de la plaza de Lekunberri, Urbizu se enfrascó con DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA en un particular pero ya tradicional "examen", como a él le gusta llamar a estas entrevistas.
Tirando de este hilo, ¿a dónde quiere llegar?
Nos ha costado bastante encontrar el hilo del que tirar, y de ahí viene el título. Con todo el caos que hemos vivido en el último año, encontrar el camino por el que tirar hacia delante, incluso musicalmente, ha provocado que el disco se hiciera costoso a la hora de componer. ¿A dónde quiero llegar? Lo que he intentado ha sido hacer el mejor disco posible, y ahora necesito distancia; y con este trabajo, más todavía. Creo incluso que este álbum va a afectar a cómo veía la gente Payola... Aquél era un disco muy básico, muy crudo, mientras que en éste hay muchas más capas de sonido, casi un muro sónico... Sigue sonando crudo pero hay mucho más color; el Payola era como más blanco y negro, y en éste hay colorines.
Quiere decir con esto que, gracias a 'Haria', se va a entender mejor 'Payola'.
Creo que sí; de hecho, con este disco no me extrañaría nada que surgieran defensores de Payola... Aunque, al fin y al cabo, lo que importa son los temas.
A riesgo de ser tachado de loco, ¿éste es el álbum de Berri Txarrak que tiene más de Peiremans (grupo paralelo de Gorka de existencia efímera vinculado al pop)?
No vas muy desencaminado. Sí es verdad que nosotros decimos que es un disco de pop duro, medio en coña, pero uno de los hilos del álbum es ese... El fondo es muy cerdo, muy sucio, pero las melodías son poperas, poperas; incluso hay trozos en los que hemos ido más allá en el aspecto pop de las canciones con pasajes medio épicos... Siempre hemos tenido melodía, pero en esta ocasión hemos ahondado un poco más en ello. No sé si es Peiremans pero sí hay un aspecto popero en este disco bastante presente; hemos reivindicado el pop (risas). De todas maneras, necesito un poco de perspectiva para colocarlo dentro de la discografía.
El ejemplo perfecto sería 'Iraila', tema que arranca casi en acústico y que han colocado justo en la mitad del álbum.
Esta es una canción de pop, totalmente pop, sin tapujos. Lo que sucede es que, en directo, va a tener tanta actitud rock que será uno de los momentos grandes. Otros grupos la hubieran colocado al final, pero nosotros queríamos darle peso, porque es una de las canciones especiales, con un final ultra épico, con mucha intensidad.
Es el primer álbum en que Galder forma parte de Berri Txarrak a la hora de grabar, ¿de qué manera o forma se ha notado el cambio?
Somos un trío y cada pieza es vital. Hasta ahora, Galder ha tenido que, en cierto modo, imitar en los conciertos lo que estaba grabado; pero en el disco ha tocado ya como él ha querido, aportando sus formas y maneras... Y se nota mucho porque es muy diferente a Aitor. El disco es muy pasional, estamos todos al límite, y la batería tiene a saco de energía. En la composición no se nota tanto, ya que las canciones salen de mi cuarto, pero sí en la forma final.
¿Por qué el cambio de productor, de Steve Albini a Ross Robinson?
Yo entiendo que Payola era un disco muy austero y quizá no estamos acostumbrados a comernos un plato tan crudo, pero, para mí, al margen de las canciones, ése era el punch del álbum. El cambio ha sido importante. Albini es estrictamente analógico, cero edición; y Ross es mitad analógico y mitad digital, pero mucho más meticuloso con el tema de arreglos, de improvisación y de meterte el dedo en la canción. De todas maneras, creo que, aunque parezcan dos polos opuestos, tienen un punto en común y es que los dos respetan mucho lo que es la canción y veneran la música por encima de todo. Eso es lo que hace que tanto Albini, como Ross, como nosotros, entendamos la música de la misma manera. Por otra parte, a pesar de que hemos estado dos meses en el estudio, suena a duro y a crudo... Hay un montón de detallitos pero creo que no despistan de lo que es la canción.
Sabiendo lo preparado que siempre llevan el trabajo al estudio, en esta ocasión, ¿realmente se ha hecho hueco la improvisación?
Ha habido un montón. Nosotros sabíamos que no hacen faltan dos meses para grabar un disco, pero, cuando llegamos allí, lo entendimos. Ross tenía fama de apretarte las tuercas, y así era. Cada vez que empezábamos a grabar se hablaba de la canción delante de todo el grupo, contando de qué iba la letra, aunque fueran cosas ultra personales... Él te busca el límite y te preguntaba cosas como por qué estabas en una banda o si te creías más que los demás. Es un motivador nato, de tal manera que cuando entras a grabar, todos a la vez y en una sala que no sería más de 3x3, él también entraba y se colocaba en medio, alentándote e incluso empujándote mientras tocabas. Su máxima era que cuando más brillas es cuando menos piensas. Por ejemplo, a mí me decía: "Ahora vas a tocar cualquier cosa menos lo que tenías pensado". ¡Y le daba al rec! Eso te obligaba a improvisar, claro. Y con la voz lo mismo, él te pillaba enseguida si lo que intentabas era cantar bien. El no quería eso porque decía que lo podía hacer cualquiera, él lo que quería era sentir. En el plan de: "si no lloran los compañeros del grupo, no me vale". Nos llevo a todos a límite pero, en la grabación, se nota que liberabas un montón de energía.
Arranca el disco con 'Sugea, suge'. ¿Es la respuesta autobiográfica a todo lo que vivió con la salida de Aitor y la decisión de seguir adelante con Berri?
Sí, es una manera de poner las cosas en su sitio como intro del disco... Es como decir: voy a volar para ir a donde sea y a ver qué pasa. Esto, por otra parte, es lo que más me agrada de estar en un grupo, que nunca sabes qué coño va a pasar. Es verdad que no ha sido un año fácil, pero ya estamos aquí, dispuestos a todo. Además, yo también relaciono el ser músico con ser un poco reptil, yendo por el suelo.
En este trabajo hay mucha reflexión sobre la música y sobre ser músico.
Hay mucha reivindicación de la música y de ser músico... De defender que esto es lo que me gusta hacer y voy a muerte con ello. A veces creo que me lo tomo demasiado en serio. Harra, por ejemplo, habla del virus ese que tienes dentro, que no te lo puedes quitar, la música, y que lo tienes o no lo tienes. Es como una adicción. En ocasiones lo intentas tapar o despistar, pero, al final, todo confluye ahí, en la música. Es un poco monotemático, pero es lo que hay. Yo ya he aceptado que éste es mi camino.
Da la sensación de que, en este álbum, aunque cuenta, por supuesto, con su gran dosis de conciencia y reflexión político social, sale más a flor de piel el sentimiento, podríamos decir incluso el amor o el desamor.
El disco anterior era políticamente depresivo, de hecho, en la promo dije que ojalá perdieran vigencia esas letras porque sería una buena señal. En este álbum hay más luz... Pero sigue habiendo política, incluso diría que es más rabioso en este sentido; el anterior era más punk, más negativo. Y, por otra parte, más que de amor, hay mucho de huir de lo que la gente espera de ti, de salirte del corsé de lo que quieren que seas... Hay un poco de escapismo.