Nueva york. "Hoy es un día emocionante para los euskaldunes", comentaba un poético Jabier Muguruza a este periódico el pasado viernes por la tarde, una vez concluida la conferencia inaugural de Bernardo Atxaga por la nueva cátedra que llevará su nombre en el Graduate Center de la City University of New York. Cerca se hallaban la consejera vasca de Cultura, Blanca Urgell; la directora del Instituto Etxepare, Aizpea Goenaga; la responsable de difusión del euskera del mismo organismo, Mari Jose Olaziregi; así como las hijas del internacional escritor guipuzcoano y el responsable del Departamento de Lenguas Hispano-Luso-brasileñas, José del Valle. Un centenar de personas en amigable mestizaje, aplaudiendo con admiración al padre de Obabakoak y Zeru horiek, tras su personalizada exposición.

Atravesando fronteras. "Intensa" semana

Con los actos del viernes concluía una "intensa" semana, según la describió Aizpea Goenaga, en la que Atxaga ha impartido un seminario a una veintena de alumnos de la CUNY neoyorquina; Mari Jose Olaziregi ofreció una charla sobre la Utopía y transgresión en el universo literario de Atxaga; el propio escritor vasco declamó con su amigo Jabier Muguruza, y Goenaga y Atxaga aclararon al público los entresijos de la creación, literaria y fílmica, de Esos cielos. Estos días, la actividad del Instituto Etxepare y de la CUNY han atravesado más fronteras que las físicas, y los lazos humanos se han estrechado: "Aizpe, Mari Jose, Blanca, eskerrik asko zuen adiskidetasunagatik", concluía en su presentación José del Valle.

Atxaga se ha visto rodeado de un puñado de intelectuales vascos de muy diverso pelaje que o bien están trabajando en Nueva York o bien asistían a este evento por afecto e interés. Entre ellos, el creativo de Kukuxumuxu Mikel Urmeneta; la coronadora de ochomiles Edurne Pasaban; la soprano Amaia Arberas; el propio Jabier Muguruza y, entre otras personalidades, la escritora Isabel Cadenas. La consejera Blanca Urgell sonreía felizmente al término de la conferencia de Atxaga. "Como ha explicado muy bien Bernardo, abrimos esta ventana al mundo en dos direcciones, para mostrarnos y para aprender muchas cosas", indicaba a este periódico. Y, como el brindis del ágape posterior fue por que éste sea el comienzo de un feliz maridaje, la comisión vasca ya mira a los intercambios de alumnos en el futuro. "Que el flujo sea de ida y vuelta", definía Urgell.

Aizpea Goenaga y Mari Jose Olaziregi, cansadas pero satisfechas, enumeraban con alegría el camino recorrido hasta ahora. "Yo me encontré con una oficina sin montar, con un equipo por hacer. Ahora estamos creando cátedras, convenios, eventos, subvenciones... Más lo que se verá en el futuro", relataba. Olaziregi hablaba de un Instituto Etxepare "ambicioso", que ya ha alcanzado siete convenios de doctorados. Ella, que realizó su tesis doctoral sobre Atxaga, subrayaba la "proyección internacional" del creador.

Sin duda, Atxaga supone un emblema perfecto para los deseos de expansión e intercambio culturales del Instituto Etxepare, pero se podría decir que el veterano escritor tiene un imán que no hay que vender. Así lo mostraban los alumnos de la CUNY asistentes a sus clases y a su conferencia de ayer, así como a la proyección de Zeru horiek. "Le he conocido ahora, pero mi padre ya lo había descubierto en Standford. Sus hijas se bañaban juntas, trabaron amistad", relataba Michael, neoyorquino de madre chilena pero con sólo un mitigado acento estadounidense al hablar en castellano. Michael, al igual que la mayoría de los asistentes consultados, destacaba la "humildad" de Bernardo Atxaga. Mientras tanto, Carmen, una viajada andaluza que estudió en Pamplona Historia de la Literatura y ahora prepara su tesis en Nueva York, asistía fascinada a las palabras del escritor.

Sin duda la mayor juez que tuvo Atxaga el viernes fue su hija mayor, Eli, quien afirmó que "sí, mi aita ha estado bien". Un aita que insistió en que valora "los premios que llevan el nombre de alguien, como Aldekoa, no los de una caja de ahorros". En su tono filosófico, Atxaga consideró que "existimos porque los otros nos aceptan como seres vivientes", a la hora de incidir en "poner en el mapa" a Euskadi.

El autor recorrió los tiempos en que ningún pensador retrataba a los vascos más allá del "morrosko, el Josetxu noble pero simple, pueblerino, reaccionario". Hasta Humboldt, quien empezó a mostrar simpatía e interés por la cultura euskaldun. "La literatura se convierte en la forma de salvar este estereotipo", aseguró, añadiendo que "nuestra lengua es depositaria de nuestra forma de ver el mundo, la lengua es al mismo tiempo creadora". Al finalizar, entre aplausos, una mujer americana le pidió un poema. Atxaga dijo no tener ninguno, pero logró hilar versos en euskera sobre paraísos, para emoción del público.

Aizpea Goenaga. La libertad

Aizpea Goenaga habló de la "libertad" que en su día le dio Atxaga para adaptar al cine Esos cielos. Ella, que estudió interpretación y dramaturgia en Nueva York, aseveró que "había que hacerlo aquí porque era uno de los objetivos". "El efecto rebote tiene mucho valor en Euskadi", concluyó la directora de Etxepare.