Vitoria. Cuando escribe, Karmele Jaio ve imágenes, "e intento que también vayan a la cabeza del que está leyendo". Con el relato Ecografías, lo consiguió con centenares de lectores en su libro Heridas crónicas (Ttartalo), y uno de ellos redundó en el reto visual. Lo del cuento y Ramón Barea fue un "flechazo" que hoy (20.30 horas) hace diana en el teatro Jesús Ibáñez de Matauco, con la actriz Irene Bau como protagonista de un viaje de adopción... De un viaje interior.

La primera producción de Makiescénica asume este reto interdisciplinar, este salto. Y lleva eso de la fidelidad textual hasta el límite, ya que en la poco más de una hora de representación, Bau se sumerge en el texto de Jaio hasta la última coma. En este caso, como explica Barea, "el valor escénico es mantenerlo tal y como está escrito", con ese desorden propio de los flashbacks y las elipsis literarias, "jugando a ampliar las emociones".

Un espacio sencillo, texturas y audiovisuales se encargan de dicha amplificación, dejando el absoluto centro de la fuerza dramática en una Irene Bau que, nada más recibir la oferta del papel, confiesa haber entrado en crisis. Barea en la dirección y Jaio, "una mujer que conecta mucho conmigo", en la dramaturgia. "¿Lo dejo todo o me meto en una aventura como ésta?".

Su rol es el de una mujer que viaja a África junto a su hermana para realizar una adopción monoparental. El avión, el hotel, el continente, toman forma en sus palabras y en los esenciales detalles escénicos, mientras dudas, peleas y conflictos interiores se hacen carne en sus palabras. "Con cuatro frases me crea sensaciones", apunta Bau, apasionada de su síntesis.

Y es que el territorio literario de Karmele Jaio siempre ha sido "el mundo de las palabras no dichas". No pudo pronunciar ninguna, apenas respirar, en el estreno de la primera adaptación teatral de un texto suyo. "La vi encogida en mi butaca, fue una experiencia única recuerda", todavía con "la sensación de que ha vuelto a coger vida".

Si tuviera que resumirla en dos palabras, Jaio escogería "sutileza y fuerza". La primera porque respeta esa esencia que destilan sus párrafos, más proclives a mostrar "con un pequeño detalle, con una puntita del iceberg". La segunda, la fuerza... "que Irene le da al texto en el escenario, con un ritmo que sabe llevar muy bien".

Más allá de esta ecografía narrativa y escénica, Jaio va a uno de los meollos, esa "falsa imagen de la maternidad" a la que "muchas mujeres llegan sin saber lo que les espera". Una maternidad que es eje central del texto y que llegó hace años para su autora, pero no para su intérprete, que de alguna manera asegura haber cubierto con este trabajo -sin cerrarse ninguna puerta- "mi cupo de maternidad". Todo monólogo es, sin duda, un parto.

Pero más allá de este cordón umbilical -permítase el chiste- el líquido amniótico por el que flota Ecografías plantea más sentimientos ratificados. Se pregunta por qué "a veces tienen que ocurrir cosas extrañas para que nos reencontremos", plantea "una vuelta a la infancia", donde se esconden algunos miedos. Dice Ramón Barea que se mueve entre "el dedo en el ojo y el abrazo", ya que "por lo visto da algunos pellizcos a las espectadoras, pero también a los espectadores". Sube el telón. Se abre la página. Y se cierra un ciclo, Jim Aktual, en el que ha colaborado DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA.