Las cuevas son para protegerse...

Sí, aquí estamos como Batman. Si la vieras... No tiene una triste ventana, eso es verdad, por eso la llamamos así, pero estamos muy contentos con ella. Los que han venido a grabar nos han dicho que el sonido les gusta mucho. Se ha hecho con cariño. Un amigo te daba una cosa, otro se ponía a currar. Está hecho con cariño, es como una cocina.

El nuevo disco se llama "Idas y vueltas". Entonces toca hacer la pregunta clásica de toda la vida: ¿de dónde viene y adónde va?

Sé de donde vengo. Todo lo demás no lo sé. Voy improvisando en la vida. Tampoco tenía el plan de hacer este proyecto. Ha ido surgiendo a base de años que cada uno llevaba por su lado, de un encuentro fortuito y de que la gente nos recibiera con cariño. Tengo la suerte de poder hacer lo que he estado haciendo toda la vida, pero con muy pocos medios. Ahora no sé dónde vamos. El título viene porque estábamos dándole vueltas a las canciones, hablábamos de aquí y de allá, y dijo uno de los técnicos "estoy cansado de tantas idas y vueltas". Y, claro, nos echamos a reír porque justo ahora empezamos la gira. Me lo tomé como idas y vueltas de olla, me gustó mucho. Andaba que no sabía qué título ponerle, así que no es mío, es de David Suárez, colega de monitores. Le salió del alma.

Aquí todo el mundo aporta...

Aquí estamos todo el día en la cocina, es muy divertido. Tenemos también un espacio para el Santos (pinta cuadros en los conciertos).

Tendrán casi un museo...

Tenemos una jartá de cuadros de Santos, y su espacio para cuando viene, aunque tiene su estudio al lado de su cama. Él se levanta de la cama y ya está pintando.

Así pinta sus sueños...

El Santos es un monstruo que lleva toda la vida buscándose la vida para poder dibujar, amigo desde la infancia, y es una alegría poderlo llevar. Cuando hice el primer grupo estaba. Intentábamos hacer rock&roll y yo participaba con él en un fanzine, el Komikaze, de Santa Coloma, donde estábamos todos los asalvajados que salíamos de la EGB. Había una maestra que nos metía lo de la música y el cómic. El Santos poco a poco dejó la música y yo de dibujar, y fíjate, siempre hemos estado juntos y ahora poder hacer las dos cosas a la vez es una alegría.

Las big band acaban disolviéndose porque no hay manera de cuadrar agendas y al repartir el dinero sale a poco por cabeza. No llegan a ese número de músicos, pero son un montón. ¿Cómo lo hacen?

Funciona por entrega y cariño de toda la gente. Nosotros estamos agradecidos de que esto sea nuestro oficio. Si tuviéramos unas aspiraciones más grandes sí sería un problema, pero para nosotros estar juntos, en familia, hacer esto y poderle llamar trabajo es una pasada. El tiempo que podamos vamos a estar haciendo vueltas juntos y, si no, nos buscaremos la manera. Aquí tenemos una frase: "los músicos siempre hemos estado en crisis". Entonces nos pilla menos de sorpresa.

Siendo su receta de siempre, ¿hay un poco más de flamenco en este disco, influencia del G5 (colectivo que forma junto a Kiko Veneno, Los Delinqüentes y Tomasito)?

Podría ser. Yo es que ya no puedo hacer análisis, porque tengo la oreja... ¡Lo he escuchado tanto! Ya na más que lo toco. Soy un gran admirador de Jerez, me ha acogido muy bien. Tengo allí grandes amigos y es una ciudad para alucinar con el ritmo. Está en las calles, está en las casas, está en las tiendas. Cualquier músico creo que alucinaría al ver eso tan a mano, tan en la calle.

La Nueva Orleans de Andalucía...

Sí, es el nombre cariñoso con el que le llamamos, porque es un poderío muy grande. Estando allí en el estudio del Pelayo, en La Bodega, donde se graban el G5, los Delinqüentes, Diego Carrasco, escuché el disco de Soniquete, dos chiquillos del barrio de Santiago, y aluciné, y por eso les pedí una colaboración. Cada vez que cantan con nosotros alucinamos. Desde pequeños han ido a eso, y es difícil verlo. Bueno, ahora hay muchos niños que se interesan por la música y eso es guapo, ¿no?

Siempre se le ve pegado a una guitarra, ¿cuánto tiempo le da al día?

Pues ahora menos de lo que me gustaría, porque tengo otras labores. Es lo único que ha cambiado, que no tengo todo el día para tocarla. Pero si la cojo no me la puede quitar de las manos nadie (risas).

¿Tiene facilidad para componer?

Cuando uno está a gusto es cuando sin querer compone. Como te tengas que sentar a componer lo llevas claro. Tocar es algo que tienes que hacer lo más a menudo posible. No te puedes dejar ni una semana. Esto es un deporte, porque después tienes que salir allí y, si es un concierto de estos que van atabalaos, tienes que estar fuerte.

¿Su show cambia cada día?

Tiene muchas cosas que hemos querido mantenerlas gamberras, por nosotros mismos y por la gente. Porque es de donde venimos, del gamberrismo, de la improvisación, del caradura. Ese rollo sigue estando.

¿Hay mucho bohemio de postal?

Eso es problema de cada uno. Uno tiene que estar a gusto consigo mismo, con lo que hace, sea lo que sea. Uno sabe la entrega de cada uno. Si va de ello, tarde o temprano se le para. Esto se trata de ir caminando, poner un pie y luego el otro. Y para hacer eso hay que caminar a tu manera. Lo mismo después tienes mil horas de curro y de pringue, pero lo estás haciendo a tu manera, y eso es muy importante.

¿El 13 de la moto de la portada es para dar una colleja a Ángel Nieto?

¿Sabes qué pasa? Me da mucha suerte el 13. Nací un 13 y siempre me ha acompañado. Me hice mi numerología y le tengo fe ciega. Y, no sólo yo, unos cuantos de nosotros nacimos el 13. Siempre está en nuestros discos.