Vitoria-Gasteiz recibió a una de las mayores leyendas del Baskonia como se merece: por todo lo alto. Essie Hollis (Pensilvania, 1955) fue este viernes el gran protagonista del acto celebrado por Kiroleros en el pabellón de Mendizorroza, que se llenó de adeptos al baloncesto en busca de compartir un momento con uno de sus ídolos pasados y también de compañeros y amigos de la época que no dejaron pasar la oportunidad de reencontrarse con una figura que marcó un antes y un después en la trayectoria del club.
El Helicóptero, apodo que recibió por sus vuelos para machacar el aro y por sus elegantes giros y manejo de balón, es considerado por muchos como la primera gran estrella que jugó en el Baskonia. Después de no conseguir triunfar en la NBA y tras su paso por el baloncesto italiano, Hollis decidió fichar en 1983 por el conjunto gasteiztarra, con el que regresó a un baloncesto que ya le era conocido por su breve etapa en el Askatuak guipuzcoano.
En Vitoria pasó dos temporadas en las que dejó una huella muy profunda. Fue el gran referente anotador de aquel equipo y el motivo por el que muchos vitorianos se engancharon al baloncesto. Sus espectaculares condiciones atléticas y sus acciones nunca antes vistas en Mendizorroza no tardaron en enamorar a la parroquia azulgrana.
El Baskonia giraba alrededor suyo y así lo demuestra que jugara casi todos los minutos (más de 39 de media) en su primera temporada y sus promedios de 27 puntos –llegó a anotar 53 en un partido sin lanzar de tres– y 7,8 rebotes. En su segunda y última campaña, la 1984-85, sus registros anotadores descendieron hasta 22 puntos por encuentro, pero sus cifras reboteadoras mejoraron con 8,9 de media. Su inestimable aportación al juego llevó al equipo a otra dimensión y le permitió alzar la Copa Asociación, el primer título del club, al superar en la final al Zaragoza.
Reunión de históricos
En aquel equipo entrenado por Xabier Añua estaban, además de Hollis, Vicente Lafuente, Terry White, Gerardo Rubio, Iñaki Rodríguez, Josean Querejeta, Pablo Laso, Aitor Zárate, Antonio Jarana, Alberto Ortega e Iñaki Garaialde. El curso anterior también coincidió con el técnico Txema Kapetillo y con los jugadores Mikel Cuadra, Jota Davalillo, Koldo Tellitu, Josu Pérez, Riley Clarida o Luis María Junguitu.
Muchos de ellos –concretamente Iñaki Garaialde, Txema Kapetillo, Mikel Cuadra, Vicente Lafuente, Josu Pérez, Jota Davalillo, Koldo Tellitu, Xabier Añua y también el expresidente Santxon y la viuda de Fernando Martínez de Ilarduya, delegado de aquel equipo– estuvieron presentes en Mendizorroza para rendir homenaje al gran protagonista de la noche, que intercambió cariñosos gestos con todos.
Desde la apertura de puerta a las 20.30 horas, Essie Hollis estuvo fotografiándose uno a uno con los más de 200 asistentes que acudieron al evento, manteniendo en todo momento una sonrisa de oreja a oreja y abrazándose con conocidos que no veía desde hace mucho tiempo.
Tras ojear una interesante colección con zapatillas y camisetas del Baskonia de la época, por aquel entonces Caja de Álava, los aficionados tomaron asiento para presenciar la ponencia en la que los mencionados exjugadores fueron rememorando grandes momentos de aquellas dos temporadas. “Quiero dar las gracias a los compañeros que me aguantaron todo ese tiempo. La gente decía que volaba, pero no podría volar sin su ayuda”, aseguró Hollis, que fue recibido con una ovación en pie.
Durante el coloquio, que duró alrededor de dos horas, se vivieron emotivos momentos que realzaron aún más la figura del estadounidense, que respondió con buenas palabras a todo el cariño recibido, tanto en esta reunión como en su etapa en Vitoria 40 años atrás en el mismo escenario: “En casa tengo un trozo del parqué. El apoyo que recibíamos aquí era increíble, en la NBA era impensable que en un lugar tan pequeño se animara tanto”.
A lo largo de la distendida charla no sólo se destacó la brillantez baloncestística de Ellis, también su parte humana. Sus excompañeros destacaron su esfuerzo por adaptarse a la ciudad y a la cultura de Vitoria, así como su compañerismo y su cercanía. Así lo demostró el propio Hollis cuando, una vez terminado el coloquio, atendió de nuevo amablemente a los presentes, se tomó más fotografías y firmó autógrafos. El Helicóptero volvió a volar en Mendizorroza.