emma García era una joven y prometedora presentadora de televisión que lo mismo valía para un roto que para un descosido televisivo. Forjada en los programas de ETB, conocía lo que era hacer de la necesidad virtud y con un desparpajo y telegenia sobrados se paseaba por platós donostiarras y madrileños con espontánea facilidad. Su contratación por T5 anunciaba nuevos rumbos profesionales de mayor envergadura y a pesar de unos inicios prometedores con un divertido magacine de tarde, el tiempo ha demostrado que los italianos ahorman el producto y sus conductores hacia un estilo populista, amarillista y cutre falsamente fashion que define la cadena. Es la televisión del grito y el chillido y la verdad es que en ese panorama Emma encaja poco. El programa Mujeres y hombres y viceversa es la ciénaga audiovisual en la que procura flotar la encantadora conductora con un papel a medias entre jueza, maritormes, celestina y abogada del diablo. Todo para conducir una marea irrefrenable de testimonios, actuaciones y decires de una colección de majaderos/as que se pavonean de la ristra de muchachos que han pasado por la piedra o de experiencia de supermanes que ligan más que el palo de mi canario, más propio de lupanar que de programa televisivo en horario infantil. La adorada Emma intenta darle un sentido a la narración y llevar a cada edición a buen puerto para que los telespectadores fijen posiciones sobre los pretendientes de amantes, las deseadas novias y las histriónicas intervenciones de Pipi y su ex mujer, ex estrella porno. La prometedora Emma va en picado y tengo dudas de qué producto le puedan ofrecer en el futuro los rectores de su cadena que no acelere la caída en picado por la que se desliza peligrosamente. Una pena, una lástima, una insensatez pero la "pasta" en los despachos televisivos se gana así. Lo tomas o lo dejas, que detrás de ti hay cola de boquitas pintadas para iluminar la pantalla.