Durante el resto del año lectivo, los pasillos y las clases del Conservatorio Jesús Guridi son un continuo ir y venir. Así sucede desde que hace 25 años su actual sede se pusiera en marcha. Pero esta vez, sus aulas no se han ido de vacaciones ni siquiera en agosto. Las notas sigue saliendo de su interior y sólo hace falta acercarse unos pocos metros a su fachada exterior para escuchar, gracias a alguna ventana un poco abierta, un piano que busca su camino o un clarinete intentando afinar.

La razón de tanto movimiento es muy sencilla. Desde el pasado jueves y hasta el próximo domingo, la cuarta edición del Curso Internacional de Música de Gasteiz tiene tomado el edificio. Entre sus paredes conviven durante estos diez días unos 120 alumnos llegados de partes muy distintas del mundo y más de una decena de profesores. Todos ellos empiezan su jornada a eso de las nueve de la mañana. Y si no hay concierto por la tarde, la terminan cerca de las nueve de la noche, con hora y media, más o menos, de paréntesis para comer. Un no parar en el que no sólo se enseña o se aprende. Ante todo, se vive una experiencia única.

Entre los estudiantes y los docentes los hay que repiten. Pero lo cierto es que, año a año, se van sumando nombres nuevos. Por ejemplo, el número de matriculaciones no ha parado de crecer desde que el clarinetista gasteiztarra Iñigo Alonso pusiera esta idea en marcha. Esta vez supera el centenar los jóvenes que han aceptado su invitación, y entre ellos los hay llegados desde Japón, Estados Unidos, Finlandia, Brasil... y así, desde 14 países distintos. Son muchas las lenguas que se hablan bajo el techo del conservatorio, también entre los profesores, una nómina de intérpretes con trayectorias tan exitosas y largas que serían imposible resumir en estas líneas. Es el caso del pianista gaditano Juan Carlos Rodríguez. "Para nosotros, la pedagogía forma parte también de nuestra vida musical. Tenemos una responsabilidad, por así decirlo, moral para con las nuevas generaciones, para que vayan adquiriendo más y más conocimientos y les podamos dar el testigo. Además, los alumnos vienen con muchas ganas de aprender, con un interés brutal y eso es muy gratificante para los profesores", describe este maestro, en el más amplio sentido de la palabra.

El trabajo no es sencillo. En diez días se encuentran personas no ya de distinta procedencia geográfica, sino también académica, con idiomas diferentes, con intereses varios... Tantas horas terminan cansando y no siempre es fácil transmitir o captar determinadas cuestiones. "Pero en todo ello está la riqueza de este curso, en poder escuchar y compartir escuelas y técnicas de unos lados y otros, en poder practicar otras lenguas, en... es que eso nos aporta mucho a todos, a los estudiantes pero también a los profesores", explica Iñigo Alonso.

Como dice el director artístico de la cita, los que aquí se encuentran son "especímenes especiales" ya que no sólo no les importa vivir sus vacaciones trabajando, sino que además les encanta. Pero es que llegar a la meta, es decir el mundo profesional, no es nada sencillo. "La perfección es vital", comenta Alonso a la hora de aconsejar a sus estudiantes, consciente de que el camino presenta muchas dificultades. "La música te pide que le dediques toda la vida. Es una rueda que nunca para, pero es algo maravilloso. Los que nos dedicamos a esto somos, o por lo menos yo lo veo así, unos privilegiados. Lo que pasa es que yo estoy a punto de cumplir 35 años y me doy cuenta de que necesitaría otras 40 vidas más o menos para conseguir hacer todo lo que me gustaría y también para seguir formándome", apunta Rodríguez.

Pero la música no sólo se vive aquí entre las paredes de las clases. También lo hace en contacto con el público en los distintos conciertos organizados para la ocasión. Algunos ya se han celebrado (el pasado sábado más de 500 personas asistieron, por ejemplo, al recital del Badke Quartet en San Pedro).

Otros están por venir. Hoy mismo, el Bibat recibirá a los profesores del curso y mañana, también en el mismo sitio, la viola será la protagonista. Después, el viernes los alumnos se enfrentarán a los espectadores tanto en el citado museo (viernes) como en el Jesús Guridi (sábado y domingo, este último día con una actuación especial de clausura).

Tras ello, llegará el momento de pensar en 2011. A Alonso no le faltan planes para seguir creciendo. Tal vez ampliar las clases a dos semanas, celebrar más conciertos en distintos lugares de la ciudad, crecer en el número de disciplinas...