La radio vive en una especie de limbo extasiada por sus resultados de audiencia e impertérrita ante la crisis que pega bocados a diestro y siniestro y amenaza con mandar al garete el modelo radiofónico basado en la doble titularidad, con espectacular desarrollo de la radio convencional/generalista y temática musical, y una oferta superior a las seis mil emisoras en tres niveles de cobertura geográfica que arman un sistema radiofónico rocoso. Es costumbre en el negocio de la radio cambiar la programación en el venidero mes de septiembre y hacía mucho tiempo que este medio no proporcionaba noticias de empaque relacionadas con nuevos programas, nuevas formas o nuevos presentadores. Parecería como si los gestores y profesionales de este humilde medio en el conjunto de la aldea global, pero poderoso por su velocidad y capacidad de respuesta a la actualidad, hubiese alcanzado la cima del éxito y se limitase a partir de este momento a pequeños retoques, ajustes o modificaciones en el modelo establecido. La construcción de las parrillas convencionales se estructura en torno a un poderoso magacine de larga duración y unos dinámicos servicios informativos. Todas las cadenas, públicas y privadas, construyen su oferta de tal guisa con estrellas presentadoras, Del Olmo, Lucas, Pepa Fernández, Eli del Valle que se mantienen largo tiempo en la disciplina de la cadena. Cada medio tiene sus popes y es poco habitual cambiar de camiseta radiofónica. De tal forma parece que la radio apenas se mueve y de momento esta situación de inmovilidad no ha afectado a los resultados empresariales y así se ha mantenido con ligeros movimientos durante muchos otoños hasta la venidera temporada en la que se anuncia tormenta en las ondas. Hasta ahora era la televisión la que entraba en vorágine de nuevas ofertas para la temporada que se estrenaba; ahora le ha tocado a la radio.
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