vitoria. Entre café y café, Arantxa Iturbe y Agurtzane Intxaurraga se dieron cuenta de que los mayores monopolizaban buena parte de sus conversaciones. ¿Y qué mejor que hablar de lo que uno tiene en la cabeza? Aitarekin bidaia es el resultado dramatúrgico de esta entente, un montaje de crudo humor poético -por unir todos sus ingredientes- que mañana conquista el Principal.

Y lo hace con José Ramón Soroiz y Joseba Apaolaza, padre e hijo condenados a reencontrarse tras la muerte del eslabón que les unía, su esposa-madre. "Además de la crueldad de la vejez, hay otro gran tema, el de la incomunicación; ellos siempre han tenido a la madre como puente de unión y, el día que falta, se dan cuenta de que son unos desconocidos", explica Intxaurraga.

Un viaje de cinco estaciones marca la senda de este redescubrimiento, en el que Soroiz y Apaolaza se convierten en instrumentos de un singular lenguaje escénico. Durante la pieza, entran y salen de sus personajes y se observan desde fuera, como el propio espectador. "Igual ese juego dramático es la joya del espectáculo", reconoce la coautora y codirectora.

Un tercer vértice sustenta la pieza, desde la música en directo de Jabier Muguruza. "A él le asustó mucho al principio, pero estuvo creando la música día a día, estuvo en todos los ensayos, y les da una seguridad tremenda". Melancólica, aunque rendida a veces a la alegría de una pasodoble, la partitura, junto a la iluminación de Xabier Lozano, es esencial para construir ambientes y encauzar flashbacks.

La añoranza, el dolor, el humor... En un escenario minimalista, con apenas cinco elementos, los dos personajes se debaten con su redefinida condición en una pieza de la que la gente "sale un poco tocada", reconoce Intxaurraga. Y es que esta nueva producción de Hika, tras cuatro años de silencio tras la adaptación del Seda de Baricco, supone el retorno del proyecto, que encadena funciones con inusitada continuidad. "Llevamos dieciocho y tenemos otras dieciséis contratadas, que para los tiempos que corren, y en euskera, no nos podemos quejar".

Agurtzane encadena en la presentación explicaciones en euskera y castellano con endiablada fluidez. Y es que, precisamente, traducida ya, parece que la pieza podría tener también su montaje en castellano para la próxima temporada. "Puede ser otro camino para el año que viene", reconoce la directora, que anima al público joven a que se acerque a la pieza. La experiencia en Basauri, para una platea adolescente, sorprendió a todo el equipo. Al fin y al cabo, "la vejez es un tema universal", un tema que nos toca a todos de alguna manera. O que, queramos o no, nos tocará.