Cuando servidor, de adolescente, acudió a su autoescuela de confianza para iniciarse en el complicado mundo de la automoción, del cual desconocía la diferencia entre acelerador, freno y embrague, pensó lo siguiente: "Tranquilidad, Alberto, antes o después aprobarás. ¡Si hasta el menos listo del pueblo maneja un buen carro!". Y dicho vaticinio me tranquilizó. Para aprobar las infumables partes teóricas y prácticas a la primera, y para ahorrarme unos cuantos eurillos, todo sea dicho.
Porque como en otros tantos sectores, sacarse el carnet de conducir en este país resulta un negocio redondo. Sobre todo si caen en tu aula formativa esos alumnos famosos cuyos estudios viales se eternizan. Años y años de formación perenne. Es el caso de Lucía Pariente, la mediática madre de la modelo Alba Carrillo. En 2018 reconoció sin pestañear que se había presentado un total de 117 veces del examen teórico, y que en su vida lo volvería a intentar. Pero como en Sálvame, no dijo la verdad, ya que acaba de aprobar dicho angustioso test a la 118 intentona. Una cifra, quizá de récord, que ya la permite sentarse al volante y abandonar para siempre su ciclomotor, frente al que no suma "ni una sola multa".
No es la primera vez que el distanciamiento emerge entre el mundo famosil y el del motor. Hace ya unos cuantos años que se hizo famosísimo un centro formativo, bautizado por la prensa del corazón como la autoescuela de los famosos. Hasta ahora, deportistas, actores, actrices, cantantes... son algunos de los destacados alumnos que se han sacado el carnet en diez días en dicha aula de Cuenca. ¿El truco? Muy sencillo: en autoescuela San Cristóbal, según puede leerse en Internet, enseñan a conducir al volante de un Mini Cooper y, en función de las necesidades, el alumno recibe hasta tres o cuatro clases diarias durante cinco o seis días. Una forma de enseñar absolutamente eficaz y alejada del colapso existente en los centros de las grandes capitales.