Termina un curso político europeo tan intenso como difuso. Un final de legislatura plagado de actividad con un importante número de leyes relevantes, unas elecciones europeas y el nombramiento de los cargos de los dirigentes de las instituciones para los próximo cinco años. Mucho ruido, pero pocas nueces si miramos hacia adelante y tratamos de ver con perspectiva todo lo que se avecina en el proyecto común europeo. De momento habrá que poner en marcha la nueva Comisión Europea, Von der Leyen II, que deberá ser el motor de la acción política de la UE, empezará a funcionar un Parlamento, nada menos que con ocho grupos parlamentarios y tres de ellos de extrema derecha. Además, un repertorio de desafíos no menores con la seguridad y la defensa antepuesto como prioridad; hacer compatible la sostenibilidad de la lucha contra el cambio climático y la competitividad de nuestras industrias y empresas; defender los derechos y la democracia, incluyendo el espinosísimo tema de la migración y, tratar de ser alguien en el escenario mundial.
Caras conocidas
En septiembre, cuando el curso 2024-2025 eche a andar, arrancarán las nuevas instituciones emanadas de las elecciones europeas del 9J. Pero no serán tantas las nuevas caras, pues, el trílogo estará presidido por dos mujeres que repiten –Von der Leyen en la Comisión y Metsola en el Parlamento– y un político veterano y conocido de todos los líderes europeos al frente del Consejo, el ex primer ministro portugués António Costa. A ellos se une una cara nueva como Alta Representante de Política Exterior y Seguridad de la UE, la ex primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, que sustituye a un exhausto Josep Borrell, que ha tenido que bregar con una terrible agenda internacional con la guerra en Ucrania y el conflicto de Gaza como prioridades. Que se trate de personas que conocen perfectamente las responsabilidades y los entresijos de la maquinaria de Bruselas no garantiza, sin embargo, que segundas partes sean buenas. De infausto recuerdo es el segundo mandato de la Comisión, del presidente luso Durao Barroso, sumida en una burocracia anquilosante e incapaz de avanzar en el proyecto común.
Agenda europea a renovar
Respecto a los temas que deberán abordar las instituciones, de momento ya se ha consensuado la agenda de prioridades tanto en el Consejo Europeo de finales de junio en Bruselas entre los presidentes de Gobierno de los 27, como también se ha esbozado por parte de Von der Leyen su programa en el discurso del pleno del Parlamento en Estrasburgo que la reeligió. Sí hace cinco años las prioridades eran el Pacto Verde y la Era Digital, ahora afectados por la guerra emprendida por Putin, son la seguridad y la defensa junto con la competitividad de la economía europea, los ejes estratégicos sobre los que va a pivotar la acción política de la UE. La sostenibilidad, sino pasa a un segundo término, sí de subyuga a que tanto la industria como la agricultura europea sea capaz de llevar a cabo los cambios en los procesos de producción, sin perder posiciones de mercado en el mundo y, por tanto, sus trabajadores no vean mermado su poder adquisitivo. Repiten como preocupaciones políticas la defensa de la democracia, ante el pertinaz ascenso de los ultras de extrema derecha en el mapa político europeo, que emplean la migración como máquina de odio y de rédito electoral, y el papel que la UE debe tener en un mundo cada más polarizado.
Elecciones de EEUU
Pero pese a que en septiembre todo volverá a echar a andar, eso sí, tirando de dosieres que vienen de atrás, no cabe duda que todo irá al ralentí hasta que no se despeje el panorama internacional tras la gran cita electoral de las presidenciales de los Estados Unidos. Entonces sabremos si volvemos a los tiempos de la dialéctica dura en el diálogo atlántico, como impuso la primera administración Trump o con Kamala Harris, previsible candidata demócrata, tratamos de seguir avanzando en el entendimiento con los tradicionales aliados norteamericanos. El mundo con uno y otra tendrá formas diversas de afrontar los problemas y nos guste o no, Europa no tiene esa autonomía estratégica que implora, como para forzar las decisiones hacia un lado u otro, de inquilino de la Casa Blanca. Lo mejor del nuevo curso es que no le han quedado muchas asignaturas pendientes a las instituciones europeas del curso anterior. Han elegido los cargos, han marcado las prioridades y está todo preparado para volver a clase. Tomen fuerzas, lo que viene por delante será tan apasionante como complejo.